Los Samaritanos de Satán

Los Ritos: IV: Pérfido

              IV

                                         Pérfido

El joven Eleni se despidió de mi esposa y de mí, reiterando sus condolencias y la joven que me acompañaba le ha seguido. Pues al parecer se ha ido molesto.

Inmediatamente han salido Nunes y Annel de la cocina, se ven entristecidos y caminan a una distancia considerable uno del otro. Bernie viene hacia a mí y parece estar ahora pensando.

—Debo informarte sobre algunas cosas. ¿Podríamos ir a afuera? —Me susurra en el oído al llegar a donde estoy. Asentí con la cabeza y me levante para disponerme a salir—. Si es posible, quiero que le informemos también a Fareli —, añadió mientras no acercábamos a donde estaba sentado Fareli.

—Ven Alberto, Nunes debe informarnos sobre algo—. Dije y después de que él se levantará los tres salimos.

—Creo que deben saber que el cuerpo de medicina forense ha comenzado investigaciones de forma autónoma, en los casos de la señora Marissa Lizardi y la joven Marivel Monsalve —, informó Bernie con una voz tenue.

— ¿Por qué han decidido investigar por su cuenta? —Pregunte con molestia por la decisión.

—Voy a ser sincero tenemos dos razones, la primera es ayudar para conseguir la verdad y las respuestas necesarias y la otra razón es que sin ofender pero los del equipo no confiamos ni en el cuerpo policial, ni en los detectives —. Afirmo Nunes.

— ¿Por qué? —Inquirió Fareli.

—Porque hay muchas inconsistencias en los datos aportados —, replicó calmadamente.

— ¿Cómo cuáles? —Pregunte.

—Sabemos que la joven que fue interrogada por mi subordinado Albert Eneli, no estaba presente en la escena del crimen pero decidieron interrogarle por ser familiar de la difunta, eso es algo incoherente, pues de esa manera no se podrían conseguir datos relevantes —. Alegó con firmeza.

— ¿Y no cree que fue interrogatorio para saber sobre los rasgos de comportamiento de la joven? ¿Ya que está determinado como suicidio? —Pregunte alzando una ceja y alterado  por las absurdas suposiciones de Nunes, pues creo que me hace perder el tiempo.

—Eso fue mucho antes de que se determinará como suicidio por lo cual es incoherente realizar un interrogatorio a base de suposiciones —.Argumentó Bernie, desatando más mi molestia pues no parece tener un fundamento concreto.

—Creo que me estás haciendo perder el tiempo Bernie, así que si me disculpan volveré a entrar al velatorio de mi hija.

—Pero, yo creo que en algunos aspectos no parece descabellada su idea —, expresó Fareli.

— ¡Pero nada! Si quieres ayúdalo tú y cuando tengan pruebas concretas me informan —, sentencié y camine para entrar de nuevo a la casa, sintiendo las miradas de Nunes y Fareli sobre mi espalda.

                                                                                         2

Siento pulsaciones atormentantes en mi cráneo, las costillas me duelen es como si me ardieran, las manos no las siento y aún veo borroso, ni siquiera sé dónde estoy, ni en que me sostengo, solo puedo divisar delante de mi figuras probablemente humanas.

— ¡No por favor, ayudaaaaa! —La voz de mi compañera suena cercana, desesperada, alarmante como las sirenas policiacas en media madrugada y forzosamente voy abriendo mis ojos poco a poco para intentar ver lo que está pasando.

Estamos en lo que parece ser una especie de iglesia satánica o sitió de todo tipo de rituales, puedo divisar varios pilares organizados en forma vertical que sostienen la estructura de este lugar.

Esta especie de cuarto está pintado con dibujos de todo tipo de naturaleza frívola y aterrarte; velas esparcidas en puntos fijos, grandes símbolos de toda índole hechas de madera pegadas y posicionadas en las cuatro paredes del extenso salón de lo que al parecer es un gran complejo, además de un cetro metálico apoyado en una gran mesa circular de concreto en la que reposan frascos con sustancias de todo tipo de color y un libro de gran ancho y grosor.

Enfrente de mí hay tres hombres en túnicas negras que cubren todo su cuerpo sin siquiera poder notárseles las caras, en sus cuellos traen cadenas con adornos como pequeñas cruces invertidas, cruces tau entrelazadas y en el medio un circulo metálico con una cruz invertida en él,  además en sus manos alguna especie de macabro rosario lleno de triquetas en miniaturas bañadas en lo que parecía ser sangre.

Una de las figuras se dirigió aquella mesa de concreto que se divisaba a unos pocos metros de él, mientras que las otras dos figuras sostenían a Johanna quien estaba amordazada y moviéndose desesperada tratando zafarse de los brazos de los agresores.

Estoy intentando moverme mientras aquellas figuras solo parecen mirarme fijamente detrás de aquella tela de color negro. Cada movimiento de mi cuerpo adolorido solo empeora mi situación, mientras puedo notar que la persona más cercana a la mesa agarra el gran y horroroso cetro, luego una silla que no tengo ni la mínima idea de donde la tomo y abre el gran libro para ojearlo.

—Acércate León —, dijo quien parece ser el líder, con su voz alterada por un ecualizador o algún tipo de transformador y una de los que agarraba a Johanna después de golpearle, se acercó a dónde está la mesa—, toma aquel frasco, luego haz una estrella y vierte la sustancia en ella —, indicó la figura sentada en la silla sosteniendo el féretro.

La otra figura solo siguió órdenes y se acercó de nuevo a su compañero que aun sostenía a Johanna quien decía todo tipo de aclamaciones de piedad, pero solo eran sonidos que no dejaban que el horroroso silencio que se avecinaba llenara aun el lugar. Mientras solo observo perplejo pues no puedo moverme y de mí garganta no salen las palabras.

La misma figura solo dio unos veinte pasos y comenzó a dibujar la estrella en el suelo; en un abrir y cerrar de ojos había hecho lo que le habían pedido.




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