Las risas, los gemidos de placer, los gritos de terror y hasta el llanto, se mezclaban con el agrio olor característico de los corredores más oscuros del Purgatorio.
Carlos avanzaba cabizbajo por ellos mientras la espalda de su padre le indicaba el camino.
Aunque no es que necesitara ser guiado; muy a su pesar más de una vez había transitado el área donde residían los trabajadores del Purgatorio; lugar donde una sola mirada podía ponerte en peligro si no querías unirte a ellos o no tenías rango
Giraron una vez y una puerta de metal se abrió ante ellos.
— ¡¡No hice nada!! ¡Lo juro! ¡¡Soy inocente!! —los continuos gritos tomaron la forma de un chico de su edad más o menos que ojeroso y con las manos atadas en la espalda, temblaba en el piso
Carlos hizo amago de volverse corriendo pero una mano en su brazo lo detuvo
— Hazle un favor al chico y déjalo rápido inconsciente —le aconsejó Villen al oído —a menos que quieras que sea tu padre quien se encargue del castigo...
La doble amenaza taladró sus oídos; Villen tenía razón, llegados a este punto, lo mejor que podía hacer era terminar pronto.
—Adelante... —ordenó su padre y Carlos se acercó al chico
— Y...yo... no... os lo juro...
Carlos tuvo que cerrar los ojos para no ver los ojos suplicantes del chico cuando asestó el primer golpe.
Alguien más estaba siendo castigado de su propia mano por algo que él mismo había hecho; la culpa y el resentimiento hacia sí mismo empezaron a atormentarlo por dentro.
—¡¡Para!! —tronó la voz de Karel cuando iba a asestar el segundo golpe
Con pasos lentos se acercó a Carlos y le apretó la mandíbula con los dedos
—Sientes lástima hacia él, ¿no es eso? —siseó sobre el rostro de Carlos y le giró la cabeza para que viera al chico —¿te parece inofensivo? ¿Crees que merece tu compasión? ¿tu misericordia? Creo que es tiempo de que aprendas una lección que te mantendrá vivo, hijo...—terminó soltándolo con tanta fuerza que el cuerpo de Carlos tambaleó hacia atrás.— Suéltalo —le ordenó a Villén y se dirigió al chico —Tú, estás perdonado si logras dejarlo inconsciente...
A Carlos casi no le dio tiempo reaccionar cuando una vez libre el chico se abalanzó sobre él.
Donde antes había súplica y miedo, ahora había determinación, instinto.
Logró esquivar dos o tres movimientos hasta que una patada lo hizo caer de espaldas al suelo y al segundo siguiente tenía al chico sobre él intentando golpearle.
Se vio forzado a reaccionar y con un fuerte golpe con el codo logró desorientarlo lo suficiente como para quitárselo de encima
—¿Eso es todo lo que tienes? —se burló su padre —si no atacas te matará y yo no haré nada para impedirlo; mejor un hijo muerto a uno pusilánime...
La persistencia del chico que lo obligaba a mantenerse alerta, junto a las palabras de su padre además de toda la frustración que tenía por dentro, hicieron clik dentro de él cegándolo por completo y con un grito de frustración se abalanzó sobre el chico.
Cayeron al piso en un revoltijo de brazos y piernas pero al instante Carlos lo dominó y empezó a golpearlo sin parar, descargando sobre él toda la rabia y la impotencia que sentía contra su padre, contra sí mismo, contra Rachel, contra todo lo que lo había orillado hasta ese momento...
— Es suficiente, no queremos que deformes al chico —las palabras calmadas de Villena lo detuvieron
Al reconocer la sangre en sus manos reculó hacia atrás como si de ese modo pudiera apartarse de lo que había hecho.
— Tiene potencial pero se resiste un poco a la violencia —la voz de su padre le llegaba lejana aunque sólo estuviera a unos pocos metros —ponlo en el Ring hoy y mañana, que participe en las primeras peleas... y aconséjale a tus perros que más les vale no zafarle un diente o provocarle cortes en la cara... lo quiero como nuevo el viernes en la escuela; Se acerca la cosecha; no podemos darnos el lujo de sustituir al Joker a estas alturas.
—Tranquilo, muchacho, sólo está inconsciente —las palabras de Villen cuando salió su padre lo hicieron reaccionar otra vez pero esta vez con espanto.
Salió corriendo de allí, intentando huir cuando en verdad no podía huir de lo que más le temía en ese momento "a si mismo"
***
Las bolsas de compra se le cayeron de las manos cuando reconoció la figura encorvada a los pies del árbol.
Pensó en seguir para su casa, era lo que debería hacer, su padre la esperaba y estaban en un lugar público; aún cuando estuviera allí para verla, él nunca reaccionaría con agrado ante la idea de que ella se le acercara en un lugar como ese.
Pero algo dentro de ella la sumió en una profunda tristeza y la preocupación por él la llevó a acercarse y agacharse a su lado.
— Carlos... —lo llamó pero éste no reaccionó
Se percató que el cuerpo le temblaba y temió que pudiera haberle vuelto la fiebre.
Tomó su rostro entre sus manos para levantarlo acunándole las mejillas.
Los ojos de Carlos la miraron desorientados y espantados como si a penas se enteraba de dónde en verdad estaba.
Lo vio intentar retroceder pero su espalda chocó con el tronco del árbol.
— ¿Qué pasó? —preguntó Rachel al percatarse de la sangre que salpicaba sus mejillas y que manchaba sus nudillos cuando puso una mano sobre la de ella
— Soy un monstruo...
— No lo eres... —respondió con voz pequeña mientras su corazón latía asustado
Una solitaria lágrima recorrió una de las mejillas de Carlos pero no le respondió, solo se mantuvo así, congelado frente a ella, perdido en algún lugar del que quizá no hubiera retorno.
Rachel quiso traerlo de vuelta y solo se le ocurría una forma de intentarlo al menos, así que junto sus labios en un suave beso.
La mano de Carlos en su nunca le impidió apartarse de sus labios
—Ya no somos unos niños, Rachel... así ya no me sirve —habló sobre sus labios y la besó con fuerza.
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Editado: 13.05.2022