Sintió su estómago retorcerse cuando atravesó la puerta de aquella pequeña habitación de hospital.
El olor tan peculiar, las paredes tenues, las sábanas verdes y los horribles aparatos que parecían reducir a nada la existencia humana despertaban en ella sus más antiguos fantasmas; esos que se vestían de enfermedad, debilidad, dolor, muerte...
Sin embargo le bastó verlo para reconocer que, a pesar de eso, era allí donde quería estar en ese preciso momento.
En los últimos minutos había revivido un miedo que pensó tardaría mucho en volver a enfrentar; pero junto con su miedo había venido la completa aceptación de su realidad; y es que no importaba cuánto intentara negarlo o escapar, su alma siempre la arrastraría hacia él de un modo que, aunque la avergonzaba, era totalmente real.
—"Hay más de mí en ti que en mi misa..." —susurró con voz llorosa mientras se acercaba a la cama
Que los resultados de los exámenes preliminares fueran negativos fue un alivio en principio, sin embargo la duda de por qué había pasado el desmayo se asentaba en su estómago como un mal presentimiento.
Con cuidado de no despertarlo se sentó en la cama y de forma casi hipnótica empezó a jugar con su fino cabello mientras la visión de su rostro sereno la tentaba a creer que todo estaba bien, que sólo dormía en la casa detrás del cementerio.
Pero no lo estaba, algo estaba preocupando a Carlos a tal grado que lo había sumido en una crisis por la presión y el estrés, algo que gritaba peligro por todos lados; para ella, para él.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó acomodándose a su lado, superada por el deseo de encadenarse a él
Recostó su cabeza en su pecho y abrazó su torso mientras elevaba al cielo una pequeña oración —"Sálvalo y perdónalo; por favor..." — Había sido muy infantil e ingenua todo este tiempo, molestándose por la actitud de Carlos sin pensar el por qué detrás de sus evasivas y su comportamiento bipolar.
Elevó su rostro hacia su cara y sus ojos se quedaron enganchados a sus labios.
—¿Recuerdas la primera vez que te besé? si es que unir los labios por medio segundo se puede considerar un beso —sonrió con desgana ante el recuerdo — aquella vez de verdad creía que todos los maleficios se podían resolver con un beso mágico justo como en los cuentos; éramos unos niños, está permitido, no sé; pero junto con la fantasía de aquellos tiernos años, empaqué todo el recuerdo de aquella vez... Las señales de que algo muy malo estaba pasando… ¿Es eso no? ¿Ahí está la esencia de tu secreto? Y yo... ¿qué puedo hacer?
«...Esta es una máscara que me han obligado a ponerme» —recordó sus palabras— ¿Quién? ¿por qué?
Se incorporó un poco hasta poder observar su rostro de frente y no le importó recargarse en su pecho; aunque tenía indicios de una pelea sabía por el informe médico que los golpes no habían sido graves. Estaban solos allí y Carlos aun dormía, nadie la vería… aunque empezaba a importarle bien poco eso.
Sabía que pronto tendría que enfrentarse a las preguntas de su padre, lo vio en sus ojos cuando los traía hacia el hospital y más aún cuando le rogó que no llamara al padre de Carlos hasta que éste despertara. Mas ¿qué podía decirle cuando todo le gritaba que decir lo que sabía no era correcto?
—¿De quién quieres esconder en mi tu alma? —le preguntó cerrando los ojos al tiempo en el que le recorría el rostro con su nariz en una lenta caricia—¿Es de él?
—Rachel...
El débil llamado la hizo detenerse y abrir los ojos; Carlos escondió la cabeza en su hombro abrazándola con fuerza y habló contra su cuello.
— Dime por favor que esto es un sueño, para no tener que preocuparme porque estés aquí... —le rogó, su voz salía pausada, como si aun estuviera adormecido por el medicamento.
Las palabras de Carlos la inquietaron, no había desprecio en ellas, si no una genuina preocupación porque todo no fuera más que un sueño, como si estar allí con él la pusiera en peligro. ¿Cómo podía ser cierto algo como eso? ¿Qué se escondía detrás de todo esto?
«¿Fantasía o realidad? Quizá esa noche hace tantos años había sido capaz de observar de frente a la realidad por única vez»
Rachel no supo cómo reaccionar ante ese pensamiento; el pasado y el presente se fusionaron de tal modo que volvió a sentirse tan impotente y asustada como la niña que se lo encontró en la cripta al final del cementerio, y como aquella vez, su cuerpo tomó la iniciativa en un vago intento de salvarle el alma acunándola en la de ella.
Con movimientos suaves tomo el rostro de Carlos entre sus manos
—Estoy aquí… —susurró Rachel con voz ahogada mientras le acariciaba la cara con los dedos
Se acercó a él y unió sus labios en un casto beso; depositó con ellos una promesa: la de aceptar, permanecer, resolver... aunque tuviera que luchar contra el mundo entero e incluso contra él.
Le dolió el alma al colársele el recuerdo; todo era igual y diferente esta vez, ella escogía ser diferente y aceptar lo que sea que pasar después.
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Editado: 13.05.2022