Primer amor

CAPÍTULO 16

—¡Hey! ¿Estás bien?

—Maia despierta.

—¿Puedes oírnos?

—Por favor, reacciona.

Escuchaba las voces de mis compañeros a lo lejos, como si me hallara en un abismo, apartada del mundo. Y, en ese momento pasó algo inesperado, es difícil explicarlo, es como si mis ojos vieran algo distinto a lo que estaba a mi alrededor, podría compararlo a lo que les acontece a algunas personas antes de morir: ven su vida pasar delante de ellos... La vida que pasó delante de mí fue la primera, lo que viví en esa época y, en especial, todo lo que viví con Spica. Comprendí lo que me había dicho cuando estuvimos en el restaurante: <<Tengo tantos recuerdos contigo... Me encantaría que tan solo pudieses recordar alguno>>. El problema fue que no recordé solo uno, sino que recordé todo.

Mi corazón dolía..., dolía mucho y puse mis manos sobre mi pecho al mismo tiempo que un torrente de lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Seguía viendo pasar velozmente mi primera vida: escuchando cada frase de Spica, sintiendo sus suaves caricias, admirando su sonrisa, contemplando cómo había sido nuestra relación y, también, aquella mirada llena de tanto dolor al verme dar mi último aliento. En esa vida morí en sus brazos.

Después de eso la imagen del Spica actual se puso enfrente y sus ojos se posaron en mí.

—Perdóname por no haberte salvado en tu primera vida, creí que tendría más oportunidades, pero no fue así —dijo, aguantando las lágrimas—. Sufrí mucho durante tus siguientes vidas viéndote amar a otras estrellas, deseando que me recordaras y volvieras a mí, anhelando poder besarte y decirte cuanto te amo.

—Lo sé, ahora lo sé. Puedo recordarte —exclamé, con voz llorosa.

Sonrió suavemente.

—Sí, sé que ya me recuerdas, aunque esto será una maldición para ti —en su rostro se notaban las ganas de llorar—. No te culpes de nada, yo fui quien decidió venir a protegerte, aún si eso me costaba la existencia. Créeme que, si tuviese la oportunidad de volver el tiempo y elegir una partícula para darle mi esencia, a pesar de todo, no dudaría en escogerte nuevamente a ti.

—No... Spica no me dejes, por favor —rogué.

—Yo no quisiera hacerlo, pero no me queda de otra. Ahora puedo decir que lo di todo por ti —ya no pudo contener las lágrimas—. Sé que prometimos hacerte reír y eso no ha cambiado, es... Es que antes de esa promesa está el salvarte. Maia, prométeme que lucharás por sobrevivir y que serás feliz.

—No te vayas...

—Siempre estaré en tu corazón. Aunque no me vas a recordar como tu único amor, por lo menos recuérdame como el primero.

—¡No me dejes! —Chillé desesperada cuando vi que su imagen comenzaba a desaparecer.

—Te amo —sonrió, en medio del llanto.

—¡No, por favor! —Grité—. ¡No te vayas!

Y allí, después de recordarlo todo, justo en ese instante, vi desaparecer a mi primer amor y con él una parte de mi alma.

Es inexplicable lo que sentí, pero sin duda eso fue como una bendición con respecto al poder recordarlo y a la vez, como dijo él mismo, se convirtió en una maldición porque sabía que ya no lo tendría conmigo.

Abrí mis ojos poco a poco hasta que pude recobrar mis fuerzas y los chicos me ayudaron a sentarme, siendo muy delicados y atentos. Pude pensar que se había tratado un mal sueño, pero la verdad es que había sido real... Spica desapareció y yo no pude hacer nada.

Llevé mis manos hasta mi rostro, llorando amargamente, faltándome el aliento y siendo afligida por el mar de recuerdos. ¿Por qué no pude recordarlo antes? ¿Por qué debía ser justo antes de perderlo para siempre?

Mis dos acompañantes intentaron calmarme sin obtener resultados satisfactorios; me invadía una inmensa tristeza, aún mayor que cuando perdí a Mercedes y esta parecía agrandarse al imaginar que si a los demás chicos les pasaba algo, también recordaría mi vida con ellos y no iba a poder aguantar tanto pesar.

—Maia, ¿por qué estás llorando así? —Fue una de las cosas que preguntó Dabih.

—Dabih —contestó el otro con melancolía—. Spica...

—¿Qué? ¿Qué pasó con él? —Se apresuró en decir.

—Él ha desaparecido.

Luego supe que Heze se enteró porque si una estrella desaparece, las otras de su constelación lo sentirán.

—Oh, Maia —exclamó Dabih, apesadumbrado y me abrazó, sollozando.

No comí nada durante el día, a pesar de que Dabih había conseguido fruta de muchas clases y Heze me persuadió a probar un poco. Sentada bajo la sombra de un árbol cercano a la playa, miraba el vaivén de las olas y por momentos lograba tranquilizarme y por otros caía nuevamente en la tristeza a causa de los pensamientos que llegaban a mi cabeza.

El estado en el que me hallaba era tan malo que no me di cuanta cuando Zuben llegó a través de un portal, él no sabía lo que había pasado con Spica y los chicos no tardaron en informarle; le costó creerlo, sin embargo, al verme sumergida en mi duelo, creyó.

—Chicos, lamento tener que anunciar más malas noticias —declaró, con un toque de vergüenza en su voz—. Alpherg fue capturado por los Black Holes, lo bueno es que ya sé en donde están. Skat perdió el curso al igual que ustedes, lo pasaremos buscando para ir a un lugar seguro en donde Maia pueda descansar y estar a salvo.

—¿Descansar? —Murmuré—. ¿Crees que me voy a quedar de brazos cruzados mientras Kaus y Alpherg siguen en peligro?

—Maia, por favor, no podemos arriesgarnos a perderte —comentó Heze.

—Claro, ustedes no pueden perderme, pero, ¿han pensado que yo tampoco quiero perderlos? Hoy logré recordar mi vida con Spica para después verlo desaparecer frente a mis ojos y no estoy dispuesta a sufrir eso con cada uno de ustedes —sequé mis lágrimas sin ser delicada—. No me pidan que me esconda mientras resuelven un problema que me incumbe a mí y, aunque no tenga poderes como ustedes y esos Black Holes, haré lo que esté a mi alcance para ayudarlos... Así como desaparecerían si yo muero..., yo moriría si ustedes desaparecen, porque son los que me mantienen con vida.