Me encerre en el armario del cuarto, eso se veía raro tal vez. Saque mi celular y le marque a Rebeca, que como adivine, no contestaba.
Marque el número de mi hermano, Sam, con desesperación. Lo llame dos veces antes antes de que contestará.
—¿Hey?
—¿Sam? ¿Me escuchas?
Pude por el roce de las sábanas, y a alguien quejándose.
—¿Cass?—. Su voz estaba impregnada en la duda
—Si, soy yo
—¿Pasó algo? ¿Qué hora es?
Por el otro lado de la línea pude escuchar un: «Regresa a la cama, amor»
Arrugue la nariz.
—Rebeca está en problemas, mucho más grandes que de costumbre.
Lo escuche bufar cual toro molesto.
—¿Ahora que hizo esta tonta?
—Te envíe la información en mensaje, miralo rápido.
Se descolgó unos minutos, regresando luego con un tono de sorpresa.
—¿Es en serio?
—Ya intente llamarla, no contesta
—¿Y Sebastián? ¿Qué tal Alexander o Maximiliano?
—Nadie contesta, Sam, esto es serio
—¿No podía ser hasta que estuviera vestido?
—¿Y por que diablos iba a saber yo que tu estabas con alguien?
—No digas “Alguien” de esa forma, sólo es Mónica
—No digas “Sólo es Mónica” como si no fuera nada
—¿Vamos a hacer esto a mitad de algo tan importante?
—Bien, hagamos algo— Propuse—. Tu irás a la mansión de los Reed, yo llamaré a todos los conocidos posibles
—Tu tienes lo más sencillo
—Intenta hablar con Frederick de ser posible, si algo les pasó él sabrá todo
—Bien, bien. Eso are
—Y... ¿Sam?
—¿Si? ¿Que?
—Por favor, ten mucho cuidado
—No te preocupes por mi, princesa, sabes que soy tu fiel Escudero
—¿Hasta qué llegué mi Caballero de armadura oscura?
—Y después, para siempre.
Colgué. Sólo lo hice, deslizando lentamente el teléfono hasta mis piernas.
Lloré, las personas fuertes lloran cuando están solas. Eso decía mi padre, estando solos podemos volvernos a poner la máscara que mostramos al mundo y la sonrisa confiada que le regalamos a todos aunque no estemos de buenas.
No se cuanto estuve llorando, hasta que mi celular sonó... ¿Sería Sam?
El identificador de las llamadas me decía que era el celular de mi mamá. Contesté rápidamente.
—¿Hola? ¿Ma?
—Hola, mi vida, ¿ya lo sabes?
—¿Y tú?
—Si. Si, de echo... Aquí tengo alguien que quiere hablar contigo.
Aguarde en la línea, expectante. Escuche un «Gracias, Martha» por el otro lado.
—¿Cariñito? ¿Me escuchas bien?—. Era la voz de Sebastián, sonaba tan... Cansado
—Si, te escucho bien, ¿cómo estás? ¿Qué ocurrió?
—Oh, linda— Juro que podía verlo negar con la cabeza—. Yo soy lo de menos, es más importante advertirte por el momento
—¿Advertirme de que?
—Cass, debes tener cuidado, tú y los demás muchachos del concurso. Si te fijas, a pasado un mes desde que entraron, más o menos, pero pronto tenías que recibir la visita de tu colaborador
—Rebeca ya no puede venir
—No. Tu esperaras hasta el último día del mes, cuando se te deje salir a gastar dinero de tus patrocinadores
—Pero podría ser peligroso, Dominic sabe que Rebeca es mi mejor amiga
—Y por eso no levantaremos sospechas, una vieja amiga mía pasará a recogerte ese día,te llevará a su restaurante y nos encontraremos todos en su oficina
—Pero quiero saber que paso.
Lo escuche suspirar. Alguien le quito el teléfono.
—Hey, Cass.
Rebeca, era mi joven -un decir- y estúpida amiga.
—Hola—. Susurre contra el micrófono
—¿Estas llorando?
—No, ¿por qué siempre tienes que preguntar eso?—. Me limpie una lágrima de la mejilla
—Por que, simplemente, te conozco lo suficiente
—Y yo a ti
—Me ofenderias de no ser así
—Rebeca, ¿ahora en que te metiste?
—Bueno, por el bueno lado tengo pruebas contundentes en contra de Dominic, por el malo él se enteró y apuro el paso para destruir la reputación de papá. Pago a muchos por eso, estoy segura
—El instinto femenino no cuenta en esta ocasión
—No seas idiota, claro que no. El punto es que no podemos seguir en el país
—Wow, ¿qué diablos?
—No nos queda nada, Cass. La Policía nos sigue la pista, todas las propiedades que estaban al nombre nuestro están clausuradas, es probable que embarguen la mansión, y muy seguro que despidan a todos los que estuvieron del lado de mi padre