Yoongi.
–Ya llegamos –anuncié, aparcando en la entrada del condominio de departamentos, donde vivía Carol.
–Gracias por traerme –murmuró con voz cansada.
–No es nada. Deberías subir y descansar.
–Lo haré. Gracias por escucharme –le sonreí, tomando su mano con dulzura.
–Lo haré siempre que lo necesites –prometí, besando el dorso de esta.
Sonrió levemente por el gesto, soltando mi mano, saliendo del auto. Al verla caminar de manera lenta y pesada a la entrada, me sentí realmente incómodo. ¿De verdad voy a dejarla sola, cuando me ha dicho algo que realmente le duele? La respuesta fue clara. Salí del coche, llamándola por su nombre, ocasionando que volteará.
–¿Sí?
–¿Puedo quedarme contigo hoy? No quiero dejarte sola –mi petición pareció tomarla por sorpresa, porque no supo cómo responder al instante.
–P-pero, tienes que volver al trabajo…
–Musa, vas a tener que usar una excusa más fuerte, eso no me intimida –me burlé, haciéndola bufar.
–No vas a rendirte, ¿verdad?
–No.
–Bien. Puedes usar el estacionamiento, voy a avisar en recepción. Mi departamento es el 3C.
–¿No vas a esperarme?
–No, debo asegurarme que no deje nada fuera de lugar, no esperaba invitados –fue su respuesta, caminando al interior del edificio.
No voy a luchar contra esa lógica, así que entré de nuevo al auto, para estacionarlo donde se debe. Ya hecho eso, me dirigí al interior del edificio, yendo directamente al elevador. Según sé, su departamento queda en el tercer piso, así que pulsé el botón que me llevaría ahí. Muevo la cabeza al ritmo de la música del interior, hasta llegar al piso deseado.
Al buscar, buscó la letra que me dio, y al encontrarlo, pulsó el timbre que se encuentra a un lado. Casi de inmediato, Carol abre la puerta, dejándome pasar.
–Puedes ponerte cómodo, iré a cambiarme de ropa –anunció, al cerrar la puerta detrás de mí.
Asentí, sin dejar de observar el interior del departamento. Aun cuando apenas tiene un mes quedándose aquí, ya ha colocado su esencia, luce igual que ella. Misteriosa, oscura y sensual. Una mezcla altamente peligrosa. Di la vuelta por el departamento, curioseando sobre las cosas que veía y tenía a mi alcance. Algunas puertas parecían cerradas, así que no me molesté en intentar abrirlas, es su espacio personal, no iba a hacer algo tonto como espiar.
Para entretenerme, me senté en el sofá, llamando a mi secretaria, para darle algunas instrucciones debido a mi ausencia. Luego de eso, llamé a Jin, avisándole de mi salida temprana. No le conté exactamente el motivo original, sólo mencioné que era algo personal. No me cuestionó ni se quejó, lo aceptó, de hecho, aprovechó para hacerme algunas confidencias, confidencias bastante interesantes.
Aun cuando Jin es el mayor del grupo, parece que en ocasiones como estas, Namjoon o yo somos los mayores, pero no me quejó, es divertido escucharlos y bastante lindo tener su confianza, para que me cuenten esos momentos y crean que tengo la respuesta que necesitan. En fin, cuando terminé, dejé caer mi cabeza en el respaldo del sofá, cerrando mis ojos.
Hace un tiempo que no salía temprano del trabajo, confieso que se siente bien, ha sido semanas realmente pesadas y duras, sobre todo con el proyecto de la galería, así que ahora, me tomó mi merecido descanso, o al menos, esa es la excusa que uso, después de todo, el trabajo no desaparecerá por un día libre que me tomé, seguirá ahí, esperando ansiosamente mi presencia y atención.
–Ese fue un suspiro largo –señaló Carol, haciéndome abrir los ojos ante su voz.
Estaba frente a mí, usando una blusa sencilla blanca y unos pantalones holgados negros. Era la primera vez que la veía usar algo informal y sencillo, porque ella siempre viste con elegancia y pulcritud, incluso con rudeza. Ahora, se veía adorable, incluso su rostro estaba sin una gota de maquillaje, y aunque no usa demasiado, se nota una leve diferencia, incluso su cabello estaba recogido en una coleta alta.
Esta es la Carol informal, e igual que las otras facetas que he visto, me gusta, me gusta demasiado, es como ver un lado tierno y adorable de ella.
–No fue tan largo, ha habido peores –contesté su pregunta, aflojando la corbata en mi cuello.
–¿Debería preocuparme?
–En lo absoluto.
–De acuerdo. ¿Qué se supone que vamos a hacer? –en realidad, tampoco lo sabía, hasta que algo en su persona me llamó la atención, poniéndome de pie.
–¿Dónde está el botiquín? –pregunté.
–En el baño, por allá –señaló un pasillo. Seguí sus indicaciones, y cuando lo tuve en mis manos, volví a la sala –. ¿Te sientes mal o algo así? –preguntó con preocupación.
–No, sólo quiero desinfectar eso –señalé el rasguño que tenía, justo a un lado de su tatuaje. Bajó la vista a ella, notando lo que dije.
–Puedo hacerlo sola.
–Pero yo quiero hacerlo –dije con firmeza, poniendo una mano en su hombro, para hacer que se sentará en el sillón.