BRUSELA
¿En serio soy tan horrible?
Me pregunto mientras observo con repudio mi reflejo en el espejo.
¿Por qué no soy como las demás;bonitas?
Un sollozo escapó de mis labios, rompiendo el silencio con la carga de mi dolor.
Quiero ser delgada sin tener que usar faja debajo de la ropa, no tener granos o manchas y después cubrirlos con maquillaje, no tener una nariz ancha y sentirme insegura al tomarme una foto, no tener papada, no ser gorda por tragar tanto y después vomitar... En fin no quiero ser yo.
Por qué ser yo significa ser el asco de lo que veo en el espejo.
¿Por qué no puedo ser como las otras chicas?, con un cuerpo delgado sin ejercicios, con cintura marcada sin fajas, con su piel perfecta como porcelana sin cremas o tratamientos, con su cara angelical sin imperfección alguna.
¿Por qué no puedo ser como ellas, por qué tuve que ser como soy?
Qué han hecho ellas para merecer tanta perfección que yo no he hecho todavía para merecer el asco que soy.
¿Qué hicieron ellas que yo todavía no he hecho?
Siento un nudo en la garganta mientras observo mis ojos en el reflejo.
Qué lindos ojos mi niña
Gracias mami
un sollozo escapa de mis labios rompiendo el silencio de la habitación mientras cierro los ojos fuertemente evitando querer verme.
Mientras aquel recuerdo atormenta mi mente, recuerdo donde era lo que ya no soy, recuerdo en donde era... feliz.
Poco son los recuerdos que tengo felices, por eso los que guardo en mi memoria los añoro con toda mi alma sin saber que esos iban a ser los últimos. Especialmente con ella
Mis ojos brillan por la humedad de las lágrimas.
Ya no tienen ese brillo que mamá halagaba tanto, con el tiempo perdieron el mismo color de los de ella.
Sus ojos eran alegres destilaban felicidad por donde la vieras, pero más en sus ojos que eran como dos ventanas abiertas, no tenía que hablar para reflejar sus emociones sus ojos lo eran todo, sus ojos demostraban todo lo que no decía con palabras.
Lo siento mamá
Un suspiro ahogado se mezcla con el sonido de las lágrimas que caen sin control.
Recuerdo cuando me miraba los ojos sintiéndose feliz de haber heredado los mismos que los de ella diciéndome lo hermosa que era.
Sonrío tristemente mientras los recuerdos pasan por mi mente y las lágrimas corren por mi mejilla.
Cuánto la extraño
Pero a la vez me odio, la odio y detesto todo.
Me odio Por no ser lo que en verdad quiero y no encajar en nada, La odio por haberme dejado sola y no estar en los momentos en los que la he necesitado, dejándome a la deriva en este mundo en el que todos parecen cazadores y yo una simple presa débil.
Cierro las manos fuertemente, siento como mis uñas se clavan en mi palma provocando un leve ardor por la presión.
Tuve que cambiar, no porque quería sino porque debía.
Quizás no del todo, pero los demás ya no saben que soy.
¿Presa o cazador?
Estoy cansada... de llorar, de sufrir, de extrañar.
Me pregunto como se siente estar cansada de estar feliz.
¿Se puede aburrir de eso?
Pregúntaselo a otra que no sea yo, porque solo te diré que la felicidad está sobrevalorada cuando en verdad ya no sé cómo me siente ese sentimiento de verdad y solo mentiré...
pero ¿quién se dará cuenta?
El mundo vive de mentiras igual que del dinero y viceversa.
- ¡Brusela si me llega una queja tuya por llegar tarde te las veras conmigo! - exclaman con visible enojo en la voz debes el otro lado de la puerta.
Ser vulnerable de débiles
Lo sé.
En este mundo se aprovechan de la gente vulnerable, con inocencia y bondad por eso en este asqueroso lugar solo abunda la maldad.
Saltó un suspiro, miro mi demacrado y asqueroso estado en el espejo.
Con rabia seca las lágrimas de mis ojos mientras me retoco el maquillaje tapando mis imperfecciones incluyendo las notables ojeras.
Al terminar miro el resultado en el reflejo.
implacable
A simple vista parezco como una chica normal que no oculta con kilos de maquillaje las imperfecciones y no hablo solo de los faciales.
Sonrío falsamente en el espejo al verme por última vez.
Es difícil mantener una sonrisa de alegría en el exterior mientras te estás destruyendo en el interior, pero con el tiempo te acostumbras volviéndose algo tan cotidiano que olvidas como era algo verdadero.
Salgo de la recámara con mi mochila al hombro.
Mientras Me dirijo a la salida sin despedirme de nadie... no hay necesidad, aunque ya la hipocresía es parte de la "normalidad".
un nuevo día
Wow que alegría... Ya callate mejor.
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Editado: 14.12.2024