Para Lenora, las tres semanas pasaron lentamente y sin que lograra tener muchas noticias de Gallagher. Lo único que supo fue gracias a Cedrik, quien le comentó que había dejado el pueblo y lo habían reemplazado como alguacil; nadie sabía nada más al respecto, pero intuía que Owen había tenido mucho que ver en ello.
Los preparativos para la unión con Owen habían comenzado y eso sólo la desanimó al creer que no volvería a ver a Gallagher.
—Está tarde vendrás conmigo —mientras descansaba bajo un árbol, el aprendiz se le acercó por un instante—. Iremos a visitar a Enedina.
Al menos esa noticia le entusiasmó. Suponía qué tal como en la ocasión anterior, irían a recoger algún tipo de hierba para las pociones.
Se levantó con prisa y rápidamente lo alcanzó.
—Estaré lista en diez minutos —corrió para cambiarse de ropa.
Mientras recorría las calles de la aldea sintió nostalgia, sólo era cuestión de días para que finalmente abandonara aquel mágico mundo.
Extrañaba a Gallagher, no podía evitarlo. No podía entender porque se fue sin decirle nada.
Estando en casa de Enedina se sintió cómoda; también la echaría de menos, pero le alegraba la idea de que, en cuanto terminara con Morrigan, todos, incluida ella, podrían volver a vivir tranquilos.
Faltaban menos de 14 días para la Luna Ancestral y sin embargo, cada vez se sentía más nerviosa y menos preparada para ello.
Ayudó a Cedrik a juntar las yerbas, incluso tomó algunas frutas de las que tanto le habían gustado. Tal vez era su última oportunidad para comerlas. Le causó curiosidad ver la forma en que Cedrik se mantenía alerta hasta que en algún momento guardó la cesta y le pidió que se cambiara de ropa.
—Es hora de irnos —comentó cuando ella volvió a salir, dirigiéndose a la parte trasera del jardín—. Apresúrate; ya es muy tarde. Lleva esto —le entregó un bolso que se colocó a la espalda y algunas de las hierbas que recientemente había cortado.
No sabía lo que se proponía, y sin embargo; lo siguió.
Caminaron durante un largo lapso, notando que constantemente se detenían para verificar que nadie los siguiera. Habían logrado eludir a los hombres de Owen.
—¿Hacia dónde vamos?
—Al bosque. ¿No es evidente?
—Sí. Pero; ¿Por qué?
—Ya lo sabrás cuando lleguemos.
Caminaron durante más de dos horas hasta llegar a un riachuelo y continuaron siguiendo la corriente.
—Deberíamos volver, antes de que Owen se entere de que nos escapamos —comenzaba a preocuparse.
—Lancé el hechizo de reflejo. Deben creer que ya volvimos a la casa de Gwyddyon —se detuvo, sintiéndose desorientado.
—¿Estamos perdidos? —se preocupó al verlo.
—No. Debería ser por aquí —sin previo aviso, se escucharon pasos acercándose a ellos.
—Tal vez el hechizo no funcionó —estaba segura de que Owen había dado con ellos, entonces el aprendiz pronunció el nombre que menos esperaba.
—¿Gallagher? —las pisadas se detuvieron.
—Por aquí —la alegría reemplazó al temor que había sentido e inevitablemente corrió hacia el sitio de donde provino su voz.
—Gallagher —lo abrazó, tan pronto estuvo a unos pasos de él.
—Lenora —la besó, apretando el abrazo.
—Démonos prisa. No tengo mucho tiempo para volver —los apresuró.
Sin soltarla de la mano, los condujo hasta llegar frente a la cueva donde, aunque ella no lo viera, ya estaba todo preparado.
Sentándose entre el pasto, el aprendiz encendió un fuego mágico dentro de una vasija y en medio de este colocó algunas de las hierbas que ella misma había cortado del jardín de Enedina.
—Este es el sello que entregó como emblema de nuestra unión —de entre la ropa, sacó el dije que días atrás había recuperado y que de inmediato, a pesar del fuego, él mismo colocó en el fondo.
—¿Nuestra unión? —volvió a sonreír, al comprender lo que sucedía, aunque sólo recibió una sonrisa ligera..
Dentro de la vasija, mientras musitaba algunas palabras, Cedrik vacío una pócima.
—Tienes que sacarla y decir que “aceptas este sello de unión” —le explicó a Lenora.
Por un momento sintió miedo de quemarse, pero sólo bastó con que volteara a ver a Gallagher, para sonreír con confianza. Entonces introdujo la mano, hasta que encontró lo que buscaba.
—Aceptó el sello que me has entregado para nuestra unión —finalmente lo sacó y pudo observar que era un dije cristalino, ligeramente similar al suyo.
—A partir de este momento tendrás que llevarlo siempre —al escuchar la explicación de Cedrik, comprendió que era algo similar al anillo de bodas.
Entonces Gallagher se acercó a ella, colocándole la gargantilla que él mismo había tejido para ese propósito; mientras el aprendiz colocaba un polvo extraño sobre unas piedras que estaban en otra vasija.
—Debo irme —el aprendiz se levantó—. Estoy seguro de que ustedes mismos pueden terminar con el resto —bebió una pócima que le hizo cambiar y parecerse a uno de los mozos de la casa de Gwyddyon—. Tal como acordamos, les avisaré en caso de que ocurra algo importante y deban volver.
—Gracias Cedrik —lo despidió.
—Un segundo —Lenora se levantó, para alcanzar a su compañero de aprendizaje—. Gracias —musitó abrazándolo—. ¿Debo volver para la supuesta unión con Owen?
—No. La retrasarán hasta que vuelvas. Pero por ahora, es mejor que no regreses, hasta que sea estrictamente necesario. Diré que usaste algún hechizo para escapar.
—Gracias —sabía que eso le traería problemas con Gwyddyon, pero también deseaba quedarse ahí.
—Ahora vuelve y termina el ritual —esperó hasta que se alejó unos metros más.
—Perdón —volvió a acomodarse, al lado de su nuevo compañero de vida, que era como ahí solían llamar a las parejas que se unían—. ¿Qué es lo que sigue?
—Ambos debemos llenar la vasija con estas piedras. Dame la mano.
—¿Qué significa? —entrelazó los dedos con los de él, mientras entre ambos introducían piedra por piedra.
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Editado: 21.11.2021