Luna de lobos

Capítulo 8

Al despertarme lo primero que pienso es en esa charla pendiente con Marcus y sobre el interrogatorio al que posteriormente me someterá Selene.
 


 

Suspiro en repetidas ocasiones. Ahora que se acercan ambas conversaciones me doy cuenta de que no tengo ningunas ganas de hablar sobre el tema. Estoy emocionada, nerviosa y cada vez que pienso en Everett o en la noche anterior siento un cosquilleo en mi interior que quiero compartir con el mundo pero, al mismo tiempo siento que es algo especial entre dos personas y que debo entender qué está ocurriendo antes de hablar abiertamente sobre ello. ¿Cómo voy a hablar sobre algo que ni siquiera llego a comprender? 
 


 

Mi hermano, como ángel caído del cielo, llega a mi habitación para distraerme y convertir mi tedioso despertar en una alegre mañana.
 


 

—¡Gaia! ¿Sigues dormida? —pregunta subiendo de un salto a los pies de la cama. 
 


 

—¿Cómo quieres que duerma si haces tanto jaleo? —le pregunto yendo a por él para hacerle cosquillas. 
 


 

Nigel intenta huir, en vano, pues mis brazos son más largos y rápidos, y su pequeño cuerpecito no reacciona a tiempo. 
 


—¡No! ¡No! —grita entre risas —¡Para! —pide suplicante.

Apretujo a mi hermano entre mis brazos y lleno su pequeña carita de besos.

—Ay, me estás babando —se queja mi hermano.

—Se dice babeando y no te quejes, ¿qué harías sin mis abrazos a ver? —le pregunto.

—Pues mira, lista, me puedo abrazar yo —dice rodeándose a sí mismo con sus brazos.

—No tienes remedio y por eso... ¡Vas a tener doble dosis de cosquillas! —digo antes de volver a la carga.

En cuanto dejo respirar a mi hermano me da un beso en la mejilla y me pregunta:

—¿Me ayudas a hacer el deber? —sus ojos azules enormes me miran expectantes.

—Claro, ¿qué tienes que hacer?

—Tengo que ir al bosque y recoger cinco tipos de hojas de árboles diferentes. La profesora ha dicho que no vayamos solos y quiero que me acompañes tú, ¿puedes?

—Será divertido, Selene y yo habíamos quedado para ir al bosque esta mañana a correr, así aprovecharé y veré por donde podemos ir tu y yo a recoger las hojas.

—Vale, que no se te olvide.

—Prometido.

Nigel me arrastra fuera de la cama. Son las once de la mañana y, a pesar de lo poco que he dormido, me encuentro estupendamente.

—Buenos días —dicen al unísono tanto Selene como Marcus.

—Buenos días —respondo —¿y Kate? —pregunto.

—Ha tenido una emergencia, algo de un cliente que ha ingresado en prisión repentinamente.

—Oh, desde luego su trabajo es interesante... —digo pensativa. Puede que si mis sueños en la ONU no lleguen a buen puerto, estudie derecho.

—¿No tienes algo que comentarnos? —pregunta abruptamente mi tío sin dejar una escapatoria posible.

—Sí, ayer me encontré con unos amigos en el bar mientras estaba con Selene —digo con el fin de sustentar su coartada —bueno, con unos compañeros de clase, son amigos del dueño del bar donde solemos ir y ya nos conocimos la semana pasada. Cuando acabó su turno me invitó a dar una vuelta en su moto y acepté.

—Estuviste con Everett Kane —afirma con semblante serio.

—Ajá, no sé por qué todo el mundo se pone así al nombrarle. Parece un buen chico.

—No es un chico, es un hombre, joven, pero un hombre con todas las letras, con muchas responsabilidades y que por si fuera poco te lleva varios años.

Parece que le conoce bien, demasiado bien en realidad.

—¿Y qué hay de malo en ello? ¿Prefieres que pase mi tiempo con los chicos del instituto?

—Prefiero que estés sana y salva —responde apartando la mirada.

—Estoy bien, dimos una vuelta y la noche pasó deprisa. Como ya he dicho antes, es buena persona y se ha portado muy bien conmigo.

—Gaia, si en algún momento te ocurre cualquier cosa, llámame —pide mi tío antes de salir de la cocina.

—¿A qué ha venido eso? —pregunto.

—No tengo ni idea, pero mi padre conoce a Everett desde niño, si te advierte debes tenerlo en cuenta —al ver mi expresión de desconcierto Selene se explaya un poco más —mi padre le ayudó bastante cuando su padre y su hermano fallecieron.

Recuerdo el momento en el que empezamos a hablar de las trágicas pérdidas familiares de ambos. Everett no me dijo a causa de qué falleció su padre y tampoco mencionó a su hermano, pero sí me dijo que lo perdió siendo un adolescente.

Prefiero evitar el tema por lo que cambio radicalmente el rumbo de la conversación.

—¿Qué te parece si desayunamos y salimos a correr?

—Yo ya llevo la ropa de deporte, falta que tú te arregles. Además, yo he desayunado con papá hace rato.

Sonrío.

–Me olvidaba de la hora que es. Me doy toda la prisa que puedo y salimos cuanto antes.

&
 


 

—No seas dura conmigo —suplica Selene tras estirar un poco. 
 


 

—No te preocupes, hace tanto que no salgo a correr que no creo que pueda aguantar más de media hora. 
 


 

—¿¡Media hora!? —exclama horrorizada. 
 


 

No puedo evitar reírme a carcajadas. 
 


 

—Venga —le digo dándole una palmada en el hombro —tú puedes. 
 


 

Empezamos a correr y tras pasar los primeros minutos mi cuerpo se ha acostumbrado al esfuerzo y mi respiración se ha acompasado dotando a mis pulmones del oxígeno suficiente para seguir corriendo de forma uniforme. Por el contrario, Selene resopla pisándome los talones, esforzándose por no perder el ritmo ni perderme de vista. 
 


 

—Es mejor que corras a tu ritmo y no que sigas el mío. Si sigues así te va a dar algo. 
 


 

—Ya... No... Puedo... Más —resopla, deteniéndose. Apoya sus manos sobre sus rodillas flexionadas y pocos segundos después se deja caer, quedando sentada en medio del camino de tierra. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.