Luz

Capítulo 14

Era domingo y Carol despertó muy temprano a Day. Por lo regular ese día Day podía disfrutar de un par de horas más de sueño, pero ese domingo Carol entró sin siquiera tocar a la puerta y le quitó las colchas que la tapaban exageradamente.

—Hija, levántate ya. Tienes visita.

—Pero ¿qué demon…?

—Carol, no te preocupes —una voz de una mujer llegó desde las escaleras—. Yo puedo despertarla.

—¿Sarah? —Day abrió muy bien los ojos y se desperezó.

—La misma —contestó su amiga entrando en su habitación.

Carol salió sin decir una palabra y sin cerrar de nuevo la puerta tras ella, se notaba molesta.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Day sorprendida y al mismo tiempo le aventó una almohada en su cara—. ¡Tú! Pequeña mala amiga, no he sabido nada de ti en todo este tiempo.

—Perdón, Day. Me desconecté totalmente de mi vida y me he dedicado a trabajar.

Day tomó de nuevo la almohada con la que había golpeado a Sarah e intentó lanzársela de nuevo, ahora a su estómago, pero Sarah de inmediato se cubrió y se levantó de un salto.

Vestía una blusa muy holgada y pantalones de lino. Su cara estaba más ancha, como si hubiera estado comiendo mucho últimamente.

—¿Qué haces aquí y a esta hora, Sarah? ¿Pasa algo?

Su amiga se mostraba nerviosa, definitivamente algo había pasado para que llegara a esa hora de la mañana y en domingo.

—Sarah, ¿qué pasa?

—Day, anoche recibí un mensaje de texto de Trent. Me vine en cuanto pude, viajé toda la noche.

—¿A qué hora? ¿Pasa algo con Trent?

—Anoche a la hora que él estaba aquí afuera de tu casa. Me dijo lo de Raven Woods, Day. No puedes irte y menos ahí.

—¿Qué pasa con todo el mundo? Es mi trabajo, Sarah. ¡Mi trabajo! Cuando tú me diste la noticia de tu ascenso, me puse feliz ¿lo recuerdas? Tal vez esto no sea un ascenso para mí, pero será un mérito reconocido ¿o piensas que no me lo merezco?

—Day por favor, no me refiero a eso. Pero no puedes irte, no a ese lugar. Por favor no me hagas decirle a tu mamá que te lo impida.

—No puedes hacer eso, ella no puede impedírmelo. ¡Nadie lo va a impedir!

—Escúchame, Day. ¡No vas a ir! Tú… —se sentó de pronto al borde de la cama y comenzó a respirar rápidamente—. Tú no vas a ir.

Day pudo notar que había algo raro con su amiga, se le veía muy mal, como si estuviera enferma. De pronto pudo ver cómo ella se llevaba una mano al vientre, mientras con la otra mano estiraba fuertemente una sábana; su rostro reflejaba mucho dolor.

—¿Estás bien? ¿Estás enferma? —preguntó Day asustada.

Y entonces lo notó. Sarah estaba embarazada ¿cómo no pudo verlo antes? Ahí estaba su estómago hinchado, por eso llevaba una blusa holgada, para disimularlo un poco o quizá sólo por comodidad.

Pero verla con ese dolor no debía ser bueno.

—Necesito ir a un hospital. —dijo Sarah con miedo en su voz.

Day se calzó sus zapatos y ayudó a su amiga a levantarse. Con su mano libre marcó el número de Trent y le avisó que las alcanzara en el hospital que se encontraba del lado este de la ciudad, que era el que les quedaba más cerca.

Camino al hospital, Sarah le confesó que tenía seis meses de embarazo y que cuando se mudó de ciudad ya estaba embarazada, pero aún no se le notaba. Ni siquiera hablaron de quién era el padre y como Day vio que Sarah no lo mencionaba, no quiso preguntarle. Ahora que sabía lo que su amiga había estado ocultando todo ese tiempo, mantenía su promesa de no presionarla.

Estaba teniendo contracciones muy fuertes, y aunque aún no fuera tiempo, ambas suponían que el bebé iba a nacer pronto. Al llegar al área de urgencias de maternidad, Day le llamó a Trent antes de bajarse del auto. Él de seguro ya había llegado ahí ya que manejaba como loco, pero como ella no le había especificado nada, debía estar en otro edificio.

—No te quiero presionar, Trent. Pero ¡tienes que venir corriendo!

—¿Qué te pasa, Day? ¿Por qué están en el área de maternidad? —Trent no lograba comprender, pues aún no sabía que Sarah había llegado a la ciudad y mucho menos que estaba embarazada.

—Es Sarah, llegó a mi casa y ahora tiene contracciones.

—¿Sarah? Estás diciendo que… espera… ¿de qué me perdí?

“¡Hombres!”, pensó Day.

—Sí, Trent. Ahórrate tus preguntas ¡Y ven en este mismo momento! —no pudo evitar gritarle pues los gritos de dolor de su amiga ahora eran unos aullidos y Day estaba aterrada. Tenía que ayudarla a bajar del auto y meterla al hospital, pero tenía miedo.

Cuando bajó vio a un enfermero en la puerta y le gritó que le ayudara. El enfermero entró corriendo al edificio y salió con un ayudante y una silla de ruedas.

La trasladaron de inmediato hacia las camillas de urgencias. Fue difícil para Day seguirles el paso ya que los enfermeros conociendo el lugar, se movían entre la gente fácilmente, pero ella se tropezaba continuamente con las personas que había por ahí.

Al llegar a la camilla donde comenzaron a revisar a Sarah, le pidieron algunos datos básicos a Day acerca de su amiga. Después le indicaron que saliera a la sala de espera, la llamarían para cualquier cosa. A pesar de que insistió en que quería quedarse, no la dejaron, y la sacaron casi a rastras del lugar.

En la sala de espera se dio cuenta de que esta estaba atiborrada de gente y por un momento empezó a sentir pánico, no le gustaba estar entre tantísima gente y menos en una situación como en la que se encontraba. Apenas estaba considerando la idea de salirse y esperar en el auto cuando vio a Trent parado junto a la puerta, buscándola. Prácticamente corrió hacia él y le dio un fuerte y largo abrazo. Algunas lágrimas comenzaron a bajar de su rostro lentamente, no quería llorar pero estaba muy asustada.

—¿Todo bien? —preguntó Trent—. ¿Dónde está Sarah? —,miró a todos lados buscándola.

Day comenzó a explicarle lo que había sucedido, tener seis meses de embarazo y empezar con contracciones era algo muy malo, pero confiaban en que el llevarla rápido al hospital sería bueno para ella. Un médico se acercó y les preguntó si iban con Sarah Orth, ellos asintieron quedándose totalmente en silencio esperando que les explicara lo que le estaba pasando a su amiga.




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