– No se porqué vienen al cine a estas horas si se supone que deberían estar en clases – dice Hoseok haciendo un mohín mientras miraba fulminante a los estudiantes que bromeaban entre ellos en los asientos frente a nosotros. Yo simplemente sonreí ante su actitud infantil y seguí con mi tarea de llevar palomitas a mi boca.
– Se supone que nosotros también deberíamos estar en clases – conteste divertida.
– Para nosotros es diferente – se excusó para después enseñarme la lengua como un niño pequeño.
Nos habíamos saltado la última clase porque tuve una pequeña crisis con mi corazón y tuvimos que ir al hospital, después de ello Hoseok había sugerido traerme al cine para que evitara pensar tanto en ello.
– ¿Sabes que esa película va a terminar con el protagonista muerto, verdad? – pregunté mientras sonreía por su expresión.
– Deja de decir esas cosas cuando la película acaba de comenzar –
– Todo el mundo la ha visto y es muy cliché como para no intuirlo –
– ¡Minying! – exclamó haciendo un pequeño berrinche con un puchero en sus labios, yo continué riéndome de él y decidí callarme para dejarlo ver la película que sabía que terminaría con un Hoseok hecho lágrimas.
Quería aferrarme a esos recuerdos donde mis días eran alegres y normales, donde tenía a Hoseok a mi lado. Esos recuerdos eran los que mantenían alejada de mi ahora realidad y me distraían de los deás pensamientos negativos que surcaban mi mente, recordar a Hoseok siempre me haría sentir tranquila y feliz a pesar de no tenerlo cerca.
A penas regresé de vuelta a la mansión, lo primero que hice fue encerrarme en mi habitación. La noche ya había caído y las estrellas podían ser contempladas desde el ventanal. Deseaba con todo mi corazón despertar de esta pesadilla, pero ahora, lo único que podía hacer era observar las estrellas mientras calmaba mi angustia.
Después de un rato escuché la puerta siendo abierta y a alguien entrar con pasos lentos a la habitación. No había necesidad de cuestionarse quién era, pues suponía que se trataba de Jeon Jungkook.
Él entró a la habitación y con pasos sutiles llegó hasta mi lado, se colocó a una distancia prudente de mí mientras miraba las estrellas tal como yo lo hacía.
– Lo siento – susurró después de unos segundos de silencio.
Yo no contesté. Me mantuve en mi lugar con la vista fija en el oscuro cielo.
– Realmente lo siento Minying, no era mi intención tratarte de esa forma – se disculpó.
Aparté la mirada de la ventana y me giré a verlo: tenía la mirada gacha y jugaba con sus dedos con nerviosismo. Era una actitud que no me esperaba ver de él, mi primera impresión fue de alguien a quien todos temían, alguien prepotente y engreído, pero ahora, esa misma persona estaba a mi lado pidiéndome disculpas.
– Eso ya no tiene importancia – contesté tajante.
– Yo.. – comenzó a decir para luego aclarar su garganta – Yo vine a darte esto – dijo con timidez.
Observé con cuidado la pequeña caja color vino que sostenía en sus manos y me estremecí al intuir el contenido de ésta.
– No voy a aceptarlo – dije en un murmullo temeroso. Las manos habían comenzado a temblarme y cerré los ojos fuertemente para no ver su reacción ante mi negación.
– No voy hacerte nada, no tienes porque tenerme miedo – dijo él con una sonrisa decaída en su rostro.
– Lo pondré aquí – dijo caminando hacia la cómoda y dejando la caja color vino en uno de los cajones de ésta. – Cuando estés lista podrás ponértelo –
Yo volví a quedarme en silencio, no quería tentar más a mi suerte y hacer enojar a Jungkook, por eso no reproche nada y me quedé callada una vez más.
– Ven, tengo que mostrarte algo – dijo tomando mi mano con delicadeza y me guió por las escaleras. Por suerte ya me había quitado esos molestos tacones y me había puesto unas pantunflas color rosa. Pero esta vez no hubieron jalones ni pasos apresurados, esta vez caminamos con calma y él sostuvo mi mano con tanta delicadeza que hasta yo creía que podía romperme en cualquier momento.
Terminamos de bajar las escaleras y caminamos hacia la cocina, pasando aquel gran comedor en el que habíamos estado sentados hace unos minutos. En esta ocasión pude observar con más detenimiento la casa - pasando por alto los lujos de ésta - lo que más llamaba mi atención era que parecía que Jungkook era el único que vivía en ella, omitiendo a los sirvientes, la única persona de la familia Jeon en la casa, era él. Quería preguntar sobre ello pero decidí que lo mejor era morderme la lengua y no preguntar nada por ahora, su vida privada no me correspondía.
Llegamos a la cocina y Jungkook abrió la puerta para hacerme pasar a mi primero, y así lo hice.
– Esto es para ti, puedes usar la cocina como gustes – dijo señalando las cosas que habían sobre la mesa.
Todo lo que había en ella eran ingredientes para hacer repostería. Había un mandil color rosa con un sombrero de chef en medio, habían guantes del mismo color y lo demás eran ingredientes como: harina, azúcar, vainilla, entre otros.
– Sé que te gusta hacer postres cuando te sientes angustiada, así que prepare esto como disculpa – añadió con una leve sonrisa.
– Gracias – susurré incómoda. Él pareció notar mi incomodidad porque dio media vuelta para irse, sin antes haber hecho un ademán con su cabeza como despedida, acción que yo correspondí de la misma manera.
Tomé el mandil entre mis manos sintiendo la textura de éste para después ponérmelo mientras pensaba que postre debía hacer para alejar todos estos pensamientos que invadían mi mente.
– Aquí esta el libro de recetas –
Di un respingo al escuchar la voz a mis espaldas. Masaje mi pecho con mi mano para tratar calmar a mi asustado corazón, para voltear a ver a Jimin quién estaba detrás de mí con un libro en sus manos.
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Editado: 30.01.2021