Luz de estrella

Dieciocho

Jungkook aparcó el auto frente a la mansión, ambos nos bajamos del auto con una invisible aura color rosa a nuestro alrededor y sonrisas tontas que se escapaban de nuestra boca.

Cargue a la pequeña sora que dormía en la parte trasera del auto para después caminar junto a Jungkook al interior de la casa.

Jungkook tocó un par de veces la puerta y ésta se abrió estrepitosamente sin dejarnos reaccionar. Jimin había abierto la puerta con una expresión aterrada en su rostro e incluso se podía notar un leve temblor en sus esponjosos labios.

– Su madre esta aquí – dijo Jimin con la voz temblorosa. Sentí a Jungkook estremecerse a mi lado, su expresión había cambiado por completo pero no lucía molesto, al contrario, parecía temeroso.

– Lleva a Minying a su habitación – ordenó a Jimin con la voz más ronca de lo usual y se adentró en la casa.

Jimin hizo un ademán por tomarme del brazo pero me aparte de su lado antes de que él pudiera agarrrarme.

– No me iré – dije con seguridad.

– No seas necia, por esta vez, obedece lo que Jungkook dice – dijo Jimin inexplicablemente nervioso, la casa se sentía aún más silenciosa que lo habitual que incluso si se pudiera oler el miedo la casa apestaría a temor.

– Dije que no me iré –. Ignore las palabras de Jimin a mis espaldas y camine detrás de Jungkook.

Al salir del pasillo de entrada, pude ver a una mujer sentada en uno de los sillones de la sala, era alta, cabellos negros al igual que Jungkook, vestía un elegante vestido color vino y su aura era imponente.  Jungkook estaba frente mío y al parecer ella no había notado que yo estaba oculta tras su espalda.

– Mi estúpido hijo fue descubierto caminando con una chica en un centro comercial y ahora Kim Seokjin asegura que tienes a una chica viviendo en esta mansión, en mansión – dijo déspota la mujer. Se levantó de su lugar en el sillón y camino hacia Jungkook con pasos agraciados, su vestido color vino contrastaban con lo rojo de sus labios y el rimen color negro en sus ojos que la hacían ver más intimidante de lo que era, su simple presencia era intimidante.

– Eso no es algo que les incumba – respondió Jungkook. La mujer dejó salir una sonrisa para nada amistosa y se acercó aún más a él.

– Es algo que me incumbe a mí. Si algo debes hacer es encargarte de la compañía y casarte con quien yo elija y no a quien tú ames –

Jungkook volvió sus manos puños, podía escuchar su respiración entrecortada y sus exhalaciones tratando de mantenerse al margen.

– Yo he cuidado de esa compañía sin necesidad de casarme con alguien así que te pido que te alejes de mi vida amorosa –

– ¿Ahora planeas ser feliz? ¿Quieres ser feliz? ¿A costa de qué? Dime Jeon Jungkook – dijo la mujer con desprecio – Dime, ¿a costa de quién planeas ser feliz?

Las manos de Jungkook temblaban, a pesar de que las tenía hecha puños pude ver el ligero temblor en ellas. No pude evitar sentirme confundida debido a sus palabras y a lo frágil que Jungkook se veía en estos momentos.

– Al parecer ya te has olvidado de lo que ocasionaste, olvidaste lo que le pasó a mi hijo por culpa tuya y ahora planeas tener una vida feliz cuando no lo mereces.

Las palabras de aquella mujer no hacían más que dejarme confundida, las piezas del misterio detrás de Jeon Jungkook comenzaban a armarse, pero eso no importaba en estos momentos, Jungkook estaba dolido por sus palabras, podía intuirlo.

– ¿Y escogiste a una simple pueblerina como prometida? – la mujer frente a nosotros se soltó a reír burlonamente. – Una pueblerina con una afección cardíaca, buena elección Jeon, no tendré que deshacerme de ella porque la vida se le irá antes de que yo pueda hacerlo.

– No te atrevas a repetir algo así – dijo Jungkook amenazante. La mujer me miró con altanería sobre el hombro de Jungkook.

– Esa mujer te dejara solo al igual que tu hermano, creo que tu condena llegara sin que yo tenga que ensuciarme las manos –

Mi corazón dolía ante sus palabras y no dolía por mí, si no por él.

– Jungkook, no la escuches – susurré las únicas palabras que pude decir para tratar de calmar esa tristeza que emanaba.

Jungkook me miró por sobre su hombro y me sonrió para tratar de aparentar que estaba bien, pero su sonrisa no llegaba a sus ojos como solía hacer. La luz de sus ojos se había apagado, esas estrellas habían dejado de brillar y ver a un Jungkook así de destrozado apretujaba mi doliente corazón.

Los pitidos comenzaron. El reloj comenzó a alertar mi crisis y Jungkook se giró rápidamente hacia mí, me tomo de las manos con delicadeza mientras me miraba preocupado. La tristeza que sentía había sido reemplazada por la preocupación. Di un par de bocanadas de aire para tratar de calmarme, no debía estar débil, no ahora.

– Minying, tranquilizate – dijo acariciando mi rostro con sutileza. – ¡Yeji, trae el medicamento!

Yo trataba de mantenerme en pie aunque mi respiración se había vuelto acelerada y la mirada se me había puesto borrosa. No debía crear una escena ahora. La mujer rió con sorna ante la situación.

– ¿Protegerás a esa mujer en lugar de arrepentirte por lo que le hiciste a tu hermano? – preguntó la señora Jeon mirando desafiante a Jungkook. Yeji llegó corriendo con el medicamento y un vaso de agua en sus manos para después entregármelo.

– Yo no le hice nada a mi hermano, así que deja a Minying lejos de esto –. Jungkook se veía molesto, su semblante triste había desaparecido, me colocó detrás de él, evitando que la fiereza de esa mujer llegara hasta mí.

– ¿No hiciste nada? ¡Tú mataste a tu hermano! ¿y ahora intentas arruinar mis planes casándote con esa mujer? No lo voy a permitir, no dejaré que eso pase, porque mi hijo merece ver tu desgracia desde el cielo en donde esta –

Jungkook se quedó inmóvil tras sus palabras, todos los sirvientes también parecían igual que él. El aire se había vuelto más pesado ante lo dicho por aquella mujer.




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