Luz de mi sombra

Capítulo cinco

—Parece que alguien tuvo mucho movimiento anoche—dice Alisse cuando entra en la cocina, con sus facciones rebosando picardía.

Le doy un leve vistazo tratando de ignorar sus palabras, pero después de obtener una interrogativa por su parte opto por mentirle un poco. Aunque con ella es en vano hacerme la desentendida, pero aun así lo hago.

—Ni idea de que hablas.

Alisse es muy precipitada al momento de deducir las cosas, y es por eso que decido no contarle acerca de Dominic. La conozco mejor que nadie y sé qué pensará miles de cosas que, ni la mitad de ellas serán ciertas. Y justo ahora no tengo ánimos de presenciar nada de eso. Además de que nada cambia entre nosotros con ese beso, solo somos unos desconocidos que comparten momentos en común.

Sonrío sin querer al recordar el día anterior, un cosquilleo irrumpe mi estómago al saber que fui yo la que tomo la  iniciativa del beso.¡Y vaya beso! Aun no me creo que el simple hecho de pensarlo haga que mis terminaciones nerviosas se desaten y que mi mente se pinte solamente de esa sensación. Es increíble.

— ¡Ay! No te hagas, Dea. Mira como sonríes —señala mi cara y si, se que estoy sonriendo a más no poder—, pareces una idiota.

Mi querida hermana se sienta uno de los taburetes de la barra de granito en donde yo estoy, y me quita de las manos el cereal que acabo de preparar para mi y comienza a engullirlo como si nada. 

Está más que claro que le doy una de mis miradas más letales, de la cual ella ni se inmuta, por supuesto.

Es muy común entre nosotras que un día seamos las mejores hermanas del mundo y que al otro nos mordamos el cuello como perros y gatos que no pueden ni verse. Si, eso es lo más común entre los hermanos pero aun así nos queremos demasiado. No quisiera experimentar una vida donde no esté mi desquiciada hermana mayor para darme lata y que me haga enojar con sus estupideces e imprudencias. Ni que hablar de la pequeña Roxi y de papá. Ellos son mis fuerzas, los amo demasiado porque son mi única familia. Pero Alisse... joder. 

—Me he levantado diez jodidos minutos antes para hacerme algo decente de desayunar, ¿sabes? —Le quito la cucharilla a medio camino hacia su boca, y luego el tazón—. No voy a permitir que tú, que pasas casi todo el día aquí pudiendo comer todo lo que mierdas quieras me quite lo único que voy a comer en todo el maldito día—gruño, segundos después Alisse suelta las carcajadas que inmediatamente me hacen ver totalmente rojo— ¿Cuál es la puta gracia?

Vale, sé que estoy diciendo muchas groserías, lo admito, pero es que Alisse saca lo peor de mí y la verdad no sé cómo controlarme. Ella se ha empeñado en molestarme desde que somos unas crías y siempre caigo en sus juegos. Creo que eso es lo que me enoja más.

—Si...—asiente incontables veces con la cabeza, volviendo a reírse como una completa estúpida—, creo que no te atendieron bien anoche y esa es la causa de tu mal humor hoy.

Tras decir eso se levanta del banco y va directo al frigorífico.

—Eres una... ¡Agh!—aparto el plato de mi vista porque se me ha escapado el hambre con esta tontería—. No estaba con ningún amante como supones, yo... acompañaba a Andrea en... algo.

«Jodida mentira». Con tal de callarle la boca no importa mentir, Alisse cada día se vuelve más insoportable y creo que la que necesita una buena noche es ella.

—Si claro, como quieras...—dice con clara ironía—. Dentro de media hora iré a una reunión a la escuela de Roxi, me llevo el auto.

Lo que me faltaba; ir en transporte público. Suspiro y me controlo para no soltar improperios al aire. ¿No puede ser más jodido mi día, aparte de que me venga el periodo? ¿No bastaba con eso? Claro que no, la vida es una perra conmigo.

—Si quieres puedo ir a recogerte...—empieza a decir, pero antes de que termine yo me encuentro negando su oferta y saliendo por la puerta de la casa hacia la parada de autobús. 

Espero cinco minutos por el maldito bus, diez para llegar a la facultad y cinco para llegar a mi primera clase. Son veinte minutos que, diez de ellos conforman un gran retraso.

Cuando estoy a punto de entrar al salón escucho la alerta de mensajes de mí celular. Y como si de oxigeno se tratase, me apresuro a buscarlo dentro de mi mochila. Cuando lo tengo en mi mano no puedo dejar de sonreír.... Claro, esa sonrisa no dura ni cinco segundos cuando leo de quien se trata.
 

Ivett, quiero saber si puedes cuidar de mis niños el domingo por la tarde. Saldré con mi hermana y sabes que con ellos no puedo disfrutar de una buena charla con ella... Ya sebes, no puedo hablar de hombres calientes delante de ellos ;}

Avísame si puedes, Cielo. Aunque espero que si.

Señora Jones.

¿Que este día no pudo resultar más deprimente y desastroso? Jodidamente no. 

Con un deprimente suspiro me permito llevar mis pies hasta estar completamente dentro del salón y presenciar lo que sera mi calvario durante las próximas tres horas.



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En el texto hay: muerte, secuestro, amor puro

Editado: 23.02.2018

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