Nuestra relación era como un envase o un tocadiscos, en el que aparentemente parecíamos encajar como un rompecabezas pero no era así, era una apariencia en el cual la armonía de la melodía no sintonizaba con nuestras mentes y corazones, mi música era vibrante, algo intensa, espontánea, incluso a veces un caos.
Y la tuya era ella, calidez con un toque místico, una melodía indescriptible como si de un canto de sirena se tratara, era tanto tu deseo por ese escuchar que pretendías amar mi sonar para calmar la ausencia de ruido en el vacío de tu soledad.
Y solía buscar tu presencia para darle sentido a esta canción en mi corazón, en la cual pretendíamos sincronizar a la perfección nuestra falsa unión, aprendí a sentir la melodía con una mente, un corazón, un verdadero amor que nacía en mí o tal vez estuvo siempre ahí solo que en cautiverio, tal vez por temor al cambio.
A veces tenemos miedo a renunciar o dejar algo e incluso alguien por no querer estar solos, pero debemos aprender a ser nuestra propia canción, ritmo, melodía, dejar de atarnos o aferrarnos a lo que nos impide ser nosostros, aprender a ser sin poseer, a quererse sin prohibirse, en amar sin obligar, como un artista a su musa, un poeta a su inspiración, un escritor a su novela y un tocadiscos a su música, todo es voluble, nada puede ser eterno más las memorias que conservamos en nuestra mente y corazón.
Aprendamos a ser libres sin lastimar, dejar de aferrarse, dejar de existir y comenzar realmente a vivir, que cada latido de tu corazón no sea en vano, que cada recuerdo sea preciado, aprender a perdonar y dejar el pasado, sanar y ser nosostros mismos, la vida es efímera como para vivir complaciendo a los demás, así que vive, llora, grita, expresa, ama de distintas formas en las que te permitas sentirlo, ya sea romántico, en melodías, arte, palabras, deporte, comidas, hobbies, después de todo el amor en un sentimiento, no una forma.
M.L
Editado: 01.10.2024