Mafioso.

5.- Contrarreloj

Zero no podía dormir, no le gustaba el ambiente de la mansión de los Dragonetti, pero no se sentía intimidado por el mismo.

 

Vladimir no lo quería a la fuerza dentro de la Solntsevskaya Bratva y Alexei era ya un viejo, no iría contra el opekun, desde luego que no.

 

Pero entonces qué demonios era ese sentimiento en su pecho.

 

Una fuerte explosión lo sacó de sus pensamientos, tomó sus armas y salió al pasillo, una peste de alphas desconocido le llegó. Era su mejor ventaja, Zero podía oler la peste que desprendían, pero ellos no.

 

Dobló en el pasillo donde estaba la habitación de Vladimir y tres alphas lo tenían, así que el objetivo era Vladimir.

 

Zero tomo un jarrón.

 

—¡Oye idiota!– dijo el peliplata arrojando el jarrón que uno de los alphas trato de atrapar.

 

Zero demostrando porque lo deseaba la mitad de la mafia como su numerale mató a las dos alphas, disparando simultáneamente con ambas manos y antes de que el alpha tirara el jarrón para apuntar a Zero vio sin vida a sus camaradas tirados a su lado y el cañón de una de las pistolas de Zero en su frente.

 

Zero le hizo una seña de que guardara silencio y entrara a la habitación.

 

—Gracias– dijo Vlad.

 

—¿Estas bien?– Zero lo miró con preocupación.

 

—Me tomaron en sorpresa– dijo dubitativo, mientras buscaba su pistola.

 

—¿Quién eres y qué buscas intentando secuestrar al opekun?– le dijo Zero al hombre que tenía encañonado.

 

—Poshel ty, suka 
(Vete al diablo, puta)

 

Zero no entendió nada, pero al ver el golpe que le dio Vladimir al alpha destrozado su mandíbula, supo que no fue algo agradable.

 

—Podrías controlar tus arranques de alpha estúpido,– le reprendió Zero —Necesitamos información para poder salir de aquí con vida.

 

—Nadie te ofende de frente a mí– dijo señalándose.

 

Tonto alpha sexy y caballeresco.

 

Zero rodó los ojos y le disparó en la cabeza al imbécil ese, noqueado no le servía de nada.

 

—Ven, debemos llegar a mi camioneta,– dijo tomando la mano del alpha y salieron con sigilo.

 

—Mi padre– dijo Vlad.

 

Zero estuvo a punto de decirle a dónde podía irse su padre.

 

—Primero te pongo a salvo a ti y luego busco a tu padre.– dijo Zero.

 

—No te dejo solo juntos buscar a mi padre...

 

—No. Tu vida es más importante que la mía o la de tu padre.– negó Zero.

 

—Mi vida es tú y te empeñas en romperme.

 

Zero no supo cómo interpretar aquello, no debía distraerse o les podría costar la vida. Caminaron al salón y Zero le hizo señas de que guardara silencio.

 

El lugar apestaba a miedo y eso eran omegas.

 

Zero se asomó de su escondite y contó rápidamente.

 

—Hay 14 hombres armados,– le susurro a Vladimir, —Tienen a los omegas de los Dragonetti en el piso. Pero no está el pakhan. Tú decides, ¿Nos vamos o los ayudarnos?

 

—Que sería divertido si nos vamos.– sonrió de lado Vladimir haciendo una seña a Zero.

 

El peliplata sonrió divertido a su opekun le convenía tener la gratitud de los italianos.

 

Zero se aseguraría de que los Dragonetti se sintieran en deuda con Vladimir Volkov.

 

Cuando se abrió fuego entre ellos la suerte estuvo de su lado, Zero poseía una puntería y precisión monstruosa.

 

Dejó que los omegas vieran a Vladimir disparar mientras él se mantenía en las sombras cuidando a su amado opekun.

 

—Señor Volkov– susurro Batistta Dragonetti —Gracias.

 

—¿No se han hecho herir?– dijo Vlad, Zero frunció el ceño al ver la mirada llena de veneración que le dio esa omega al mafioso.

 

—Yo creo que están bien– dijo Zero apartado la mirada. —Lo mejor es que se refugien en alguna habitación hasta que lleguen los numerales de la familia.

 

La chica asintió llevándose a las otras omegas. Zero bufo al menos sin su peste a miedo podía oler mejor.

 

De un movimiento rápido y veloz tiro de Vladimir, olía a pólvora y a alpha.

 

Zero disparó dos veces a la araña de cristal del salón para poder huir rápido de ahí.

 

Llegaron hasta un pasillo estrecho que desembocaba en un invernadero.

 

Era una estructura metálica de gruesos vidrios en paredes y techo, el cual poseía un diseño de dos aguas con un juego de poleas para elevar el techo, era muy seguro siempre que se mantuviera en perfecto estado el funcionamiento de las poleas.

 

—Tengo una idea– le dijo a Vladimir —Levanta el techo que quede lo más vertical posible.

 

Vladimir asintió, corrió hacia las poleas e hizo lo que Zero le pidió, mientras este disparaba a sus perseguidores y se aseguraba que lo vieran dentro del invernadero.

 

Vladimir y Zero corriendo. El peliplata empujó a Vladimir tras un árbol.

 

—Quédate aquí. Ya vengo.

 

—Zero...

 

—No hay tiempo.

 

Zero corrió y sabía que aquello iba a doler, pero más a los imbéciles que estaban aún dentro del invernadero.

 

Zero voló los soportes de las poleas y el pesado techo de dos aguas cayo compactando el vidrio y rompiéndolo por la fuerza, presión y velocidad con la que cayó.

 

Se oyeron gritos y alaridos de los alphas dentro al ser partidos y cortados por los vidrios.

 

Por suerte fueron poco los que alcanzaron a Zero, algunos cortes en brazos, piernas y pecho y un profundo corte en su mejilla, pero nada de cuidado.

 

Dos matones sobrevivieron arrastrándose llenos de sangre y cortés con gruesos vidrios clavados en su espalda.



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En el texto hay: omegaverse, mafiarusa, mpg

Editado: 23.03.2020

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