Magic History "Ansias De Libertad"

Capítulo 12

Helena después de haberse encontrado con Mau en el rio fue a casa directamente pensando en el hombre lobo, las cosas no eran como lo decía su clan, las bestias negligentes que solo mataban a sangre fría lo que encontraran y por eso debían ser matados y exterminados sin piedad. No le parcia bien esa idea, pero si su padre el conde del castillo se enteraba que estaba viéndose con un lobo y que encima sabía dónde estaba la colina donde habitaban sus colegas, iba a ir con los vampiros más sanguinarios directo a matarlos. Helena busco una excusa antes de llegar al castillo, para que su padre y los demás no sospecharan nada y poderse encontrar con Mau la próxima semana. Mau cortaba el bosque en dos con su pelaje blanco y gris, donde siempre resaltaba con avidez, donde los ojos claros del hombre lobo se posaban en dirección a su hogar, ya eran más de las doce de la noche, la familia de Mau debía estar preocupada, pero él estaba siempre calmado, ya empezaba a conocer la zona y olio un rastro que parecía ser el de su manada, ahora lo único por lo que se preocupaba era que una semana iba a ser una tortura para ver a su amada, la vampiresa dejo su marca en el lobo, pero Mau no pensaba decir una palabra a nadie, porque podía estar alguien cerca muy cerca de su pista y encontrarla a ella, cosa que no dejaría que pasara, y si uno de los de su manada intentara matarla o abusarla él iba a sacar sus colmillos y sería una pelea a muerte con su propia sangre. Por otra parte nunca había conocido a una vampiresa tan delicada y frágil, no parecía de la raza enemiga, o no como le decían los sabios. Corrió hasta que llego a la montaña rocosa del norte donde la cima estaba cubierta de nieve, después entro por uno de los huecos y se encontró con sus colegas de caza quienes estaban disfrutando de un festín. El ignoro a todos y paso volando al pabellón de su casa, dio un salto antes de llegar y dejo su forma bestia, convirtiéndose en humano, su familia lo esperaba preocupada, cuando llego, su hermana le dio un abrazo y su madre también, su abuelo sonrió al verle en una sola pieza y sano. El correspondió el abrazo de su hermana y después sin decir palabra se fue a su cuarto. Que era un hueco de piedra tallada, donde perfectamente vivía con libertad, debajo de la casa principal. Busco un lápiz cosa que nunca pensó que iba a utilizar y escribió el nombre de Helena en una pequeña hoja de papel, siguió escribiendo, coloco el lugar y la fecha de la próxima semana, a la mitad de la noche, para que nadie supiera donde era el lugar escribió la palabra Utopía. Lo guardo en una de las estanterías de madera que hacía por pasatiempo y fue directo a dormir en la cama. Helena llego al castillo después de una hora de haber montado a caballo, su padre le conde la esperaba con preocupación. Todos con los que habían salido de casería ya habían vuelto desde hacía mucho y la única que faltaba era ella. helena cuando llego al castillo fue directamente a su padre, entro en la sala principal donde aguardaba el conde, y dio tres pasos hasta poder hablar con él, primero lo saludo y después intento explicarle porque había tardado, pero su padre estallo en cólera y le dio una bofetada que la mando al suelo inmediatamente. El conde grito de desespero, la regaño con todas sus fuerzas, puesto que justificaba su preocupación, el conde no queriendo ver a su hija por un tiempo dejo la sala sin dar más palabras y se internó en su urna de oro. Helena se levantó del piso y se froto un poco por donde su padre le había golpeado, se dirigió a su alcoba, y aunque había recibido un severo golpe de su padre, estaba feliz por haber conocido a Mau. Sin saber que las leyendas eran ciertas ella espero hasta la próxima semana para volver a ver al hombre lobo. Pasaron seis días exactos y la vampira tacho el último hueco en el calendario, terminando aquella larga espera eterna para ver a Mau. Su sonrisa estaba de punta a punta de oreja, las cosas para ella no eran difíciles de conseguir al ser la hija de un conde, y pidió un vestido largo que cubría hasta más debajo de la rodilla, el vestido era de color rojo y una capucha de negra con la que se fugaría del castillo a media noche. Se arregló mucho, tanto que no salió en todo el día de su cuarto, probándose los distintos maquillajes. Helena tenía todo calculado, paso la semana entera desvelada, viendo la ruta de los guardias. Por donde pasaban, por donde hacían sus guardias, y por donde descansaban, le costó encontrar un punto ciego, pero un jueves por la madrugada de esa misma semana saliendo de su habitación y pasando por la amplia biblioteca del castillo, encontró un hueco detrás de un estante, era un pasadizo muy reducido que daba al establo, pero no podía usar su caballo pues haría mucho ruido, y el plan era que nadie supiera que estaba escapando sino que estaba en la recamara durmiendo. Después de llegar a la caballería sin que ningún soldado la viera, en cuclillas hasta el muro del castillo, ahí ningún guardia vigilaba. Corría un leve riesgo de ser capturada, pues la basta pared del muro, la dejaba al descubierto por segundos, para eso la capa negra. Después llegaría a un desagüe con los barrotes ya despegados de su hueco y teniendo cuidado de no mojar su ropa con el agua sucia y estancada, y por allí tomando ventaja de su cuerpo delgado saldría al bosque, donde conseguiría a otro caballo, para luego ir a buscar aquella parte del rio. Así estaba planeado pero no lo había comprobado más cuando llegara la noche conocería la verdad si podía escaparse o no. La noche llego con toda la paciencia del mundo, la tarde se extendió como nunca y el silencio en la alcoba estaba a todo su sonar. Helena había terminado de arreglare evito usar joyas brillantes pues no quería ser descubierta. Lo único que llevaba era el prendedor que le regalo su madre antes de morir, pero era pequeñísimo apenas se podía ver, y debajo de la capucha no pasaría nada. Llegaron las diez de la noche. Pensó que era de ejecutar el plan nunca antes practicado. Helena suspiro antes de salir de su cuarto tomo la cerradura de la puerta y dudo un leve instante. Después del suspiro abrió la puerta y se encomendó a dios. el pasillo estaba despejado, ella miro un par de veces a las esquinas, entonces avanzo. De una carrera llego a la biblioteca, ningún soldado la vio. Busco rápidamente la estantería. Saco unos cuantos libros, y se metió en el pasadizo, después volvió a poner los libros en su puesto para que nadie sospechara, su respiración estaba agitada. Gateo por el oscuro pasadizo hasta las caballerías, el pasadizo era tan reducido que le costaba avanzar, la capa se apretaba en las rodillas de Helena cada vez que quería avanzar. Pasar ese estrecho hueco le tomo más tiempo del que esperaba. Llego a la caballería, se sacudió las rodillas y cuando se levantó del suelo un caballo relincho. Helena se asustó, y de inmediato se volvió a meter en el pasadizo temiendo que algún guardia viniera a revisar. Sus ojos estaban en todos los lados de la caballeriza, pasaron los minutos y nadie llego, Helena sin perder más tiempo se levantó y se puso detrás del portón. Su corazón latía muy fuerte, tanto que casi lo podía escuchar con sus propios oídos. La emoción y miedo estaba en su pecho, calando cada paso que daba, pero ahora sentía más miedo, tenía que pasar del establo al muro, el único lugar que estaba expuesta a ser descubierta. Helena trago saliva y apretó sus dientes. No iba parar ya a medio camino. Miro para todos los lados, y como no vio a ningún guardia, corrió hasta la pared. Con cuatro zancadas largas llego a la pared y pego su cuerpo a ella, para estar a las sombras. Los piernas le temblaban, estaba sintiendo miedo a granel. Cuando abrió los ojos se puso en marcha hasta el desagüe. Dio unos pasos hasta que llego un estrecho pasillo donde se juntaban las oficinas de los condes y el muro del castillo, Helena paso sin contra tiempo y llego a la alcantarilla, saco uno de los barrotes y dio un pequeño salto, después coloco el barrote en su lugar. El agua de la alcantarilla combinada con el lodo eran de los más repugnantes, pero ella se tapó la nariz con las manos y se recostó a la roca puso sus manos en las rodillas y descanso. Había sido algo tan espectacular escapar de su cuarto sin que nadie la viera, que recordó los días cuando jugaba al escondite en los bosques juntos a sus amigas, para ella era algo inexplicable pero divertido y pasional. Tomo aire en sus pulmones y siguió caminando, le faltaba una lámpara para andar por ese camino, aunque era recto, los desniveles del suelo hacia que no pudiera caminar rápido. Como pudo llego a la salida, donde el agua desembocaba en un rio mas pequeño, ella bajo un pequeña corriente que faltaba por cruzar y se metió a los arboles espesos. Se escabullo por los arboles hasta que llego a un sendero que llevaba rio arriba. Pero para estar segura ella saco la brújula y busco el norte. Se montó a un caballo que estaba amarrado más adelante, cosa que había pedido a una de sus asistentes, diciéndole que no contara para que era a nadie, además le pago dos monedas de oro para que guardara silencio. Ahora ella veía que podía confiar en esa empleada, se montó en el caballo y fue al lugar establecido sin separarse mucho del rio y teniendo cuidado de las demás bestias del bosque. Mau después de haber recorrido todo el camino desde casa con un pastel de cerezas hecho por el mismo, se quedó esperando en el rio, se sentó con descuido y confianza en la piedra grande que estaba sobre el rio. Cogió una roca más pequeña y la lanzo sobre el agua, se quedó viendo como el agua chapoteaba el caudal del rio estaba hoy más agitado que la última vez que estuvo había, para no perderse de nuevo memorizo el camino: Salía de su hogar y corría contra el viento hasta llegar a un peña, después bajaba por la misma con un salto, debajo de los árboles de la peña había un sendero por el cual corría hasta llegar, a una sección de pinos, después giraba a la izquierda encontraba un par de madrigueras de ogros y más tarde con dos o cinco minutos de camino encontraba la gran roca en la que estaba sentado, y para regresar solo iba rio arriba siempre conseguía su hogar lleno hacia esa dirección. Con sus agiles orejas escucho que un caballo se acercaba, por instinto saco sus garras y tomo su forma bestia. Se quedó viendo atentamente a la zona de donde venía el ruido, rio abajo. Se colocó en cuatro patas y saco los colmillos, estaba preparado para cualquier cosa que pasara. El sonido se acercó tanto que estaba justamente detrás de los arboles oscuros, más tarde vio salir a Helena con su espada empuñada buscándolo. Helena al ver la forma bestia de Mau dudo en avanzar, pero para ganar su confianza envaino la espada. Mau inmediatamente cambio a su forma humana. —Viniste— Dijo el sorprendido. —Te dije que lo haría ¿de que te sorprendes?— ella sonrió. Mau bajo de la piedra con gran agilidad y rapidez en un parpadeo de la vampiresa él ya estaba enfrente de ella, con una canasta. —Te traje algo. —Dijo casi musitando. —¿Qué es? —La vampiresa vio la pequeña canasta. —Lo prepare para ti. —¿Enserio? Mau afirmo con la cabeza, poniendo los ojos en ella. —Es un pastel. No sabía hacerlo pero con algo de esfuerzo y con ayuda de un humano conseguí hacerlo. Y sí que fue difícil encontrar un horno para hornearlo, los lobos solo comemos carne fresca. La vampiresa sintió algo en su corazón, el pastel que le había preparado aquel hombre lobo, al cual todos en su castillo decían que era una bestia, hizo un bonito detalle para ella, sintió un fuego que se elevó desde la boca de su estómago, hasta su pecho y después recorría todo su cuerpo. También se ruborizo hasta el extremo de que se quedó roja en toda la cara. —Gracias… y ¿cómo hiciste para hornearlo si en tu casa no hay hornos? —Inclino la cabeza a unos grados en sinónimo de dudas. —Pues como te dije, tuve que recurrir a un amigo humano. —¿Humano? —Pregunto ella al instante, con asombro. —Si humano. —¿Cómo no se llevan mal? —No, o tan siquiera no yo. —Pero… ellos también te odian por ser un lobo. —No. —Tardo en pronunciar otra palabra y se rasco la cabeza— ellos odian a los lobos que convierten humanos y aquellos que se roban el ganado. —¿Tu no lo haces? —No yo cazo por las noches para comer. —Pero… —Helena intento hablar pero Mau la detuvo en el instante. —Nadie debe robarle a otro ser su trabajo, porque el esfuerzo que ha puesto en su trabajo se iría a la basura. —Si exacto, sentémonos a comer el pastel. Acto seguidos ambos se sentaron encima de las piedras, Mau saco el pastel de la canasta y lo puso encima de unos platos que había traído. La vampiresa dejo ver su piel blanca como la nieve, y el vestido brillo con la luz de la luna creciente, Mau quedo impactado al ver su belleza. Al lobo le entraron ganas de enterrar sus colmillos en el cuello de la chica, y después pasar so boca por el pecho tan deslumbrante, hasta donde su vestido se convertía en escote. —Te ves muy… —Mau callo de repente. Intentaba buscar las palabras pero su corazón latía tan fuerte que se desconcentraba. —Es una halago —Helena rio con malicia. —Pues que te puedo decir. —No digas nada, Gracias por el halago. —Helena le pico el ojo a Mau, prefería que se sintiera mas cómodo, porque ella estaba ardiendo por dentro. Los dos comieron el pastel sentados en el rio, hasta que la luna estuvo en su máxima expresión. —La luna es muy bella.—Dijo Mau —Sí. —Ella estaba entretenida masticando pastel con una sonrisa. —¿Cómo quedo el pastel? es el primero que hago. —Parecía que Mau saco el pecho, queriendo tener orgullo. —Esta horrible. —¿Qué? —Si como lo escuchaste esta horrible. —Entonces porque lo comes. —Pues primero porque lo has traído hasta aquí y segundo, porque como tú dijiste pusiste el mejor de tus esfuerzos en traerlo, no iba a ser tan mala de no probarlo. El estómago de Mau gruño, pero no por hambre, era otra cosa que subía desde adentro y que se sentía calurosa, que se sentía como pesado pero a la misma vez reconfortarle, las cosas estaban claras, él se estaba enamorando de la hermosa vampiresa. —Nunca me has hablado de tus padres Helena. —No creo que sea necesario. —Están… —Dudo en completar la frase. —No. Pero digamos que no te va a gustar saberlo. ¿y los tuyos? —Pues uno de ellos es miembro de los sabios, por eso nunca casi lo veo. Y mi madre aún sigue con vida, pero ya no es lo mismo de hace unos años. —Lo entiendo. —Sabes creo que me estoy enamorando de ti. —Mau sin más remedio revelo lo que parecía que sentía su corazón. Helena no pudo evitar ruborizarse. Era un peso fuerte aquel que le lanzaba a la chica. Ella se pasó las manos por la cara para entrar en razón. Se quedó inerte mirando a los profundos ojos del hombre lobo antes de decir alguna palabra. —¿Porque me lo dices así tan directamente? —Porque, es mejor decírtelo a guardármelo. —Mau acorto la distancia entre ella y el, Helena se quedó estática viendo lo que el lobo hacía. —Sé que no debo decir esto, pero estamos aquí por algo, yo también creo que estoy enamorada de ti. Helena inmediatamente estrecho al hombre tan fornido en sus brazos y se aferró de su espalda. Sus músculos eran rígidos como una piedra, como si Mau fuera una escultura de mármol aquellas que ponían en las catedrales creyentes. Mau quedo impactado su corazón latía muy fuerte, pero sin perder tiempo paso sus manos por detrás de la cintura de la chica, —Esta sufrió un respingo al contacto de las manos de la bestia— después estrecho fuertemente en sus brazos a la chica. —Tengo que decírtelo ahora porque si me llega a pasar algo, no podría decírtelo mas tarde. —Que te va a pasar. —Helena no quería hacer esa pregunta, en ocasiones anteriores ya había descubierto que era un mal presagio, tenía miedo en el corazón. —No lo sé, pero la última cacería hubo un problema con tu clan. Y creo que va a haber una guerra. —No puede ser, ¿cuándo paso eso? —Justamente cuando estábamos aquí, cuando nos encontramos por primera vez. Hubo un roce entre tu clan y el mío, y los lobos quedaron muy furiosos. —Por eso era que los vampiros estaban tan ocupados estos días. —Ellos están buscando mi hogar para irlo a quemar. —No. Eso no puede ser. —Si Helena es su naturaleza, no los culpo desde mucho tiempo hemos sido razas enemigas. No podemos hacer nada. —Pero no quiero que tu mueras —Los ojos de helena botaron una lagrima. Entonces Mau la abrazo más fuerte. —Yo tampoco. ¿Pero qué podemos hacer? —No lo sé pero debe haber una manera de evitarlo. —Es difícil. —Pero es que por lo que me has demostrado ustedes no son bestias sin corazón. Ustedes también sienten —Helena toco el corazón de Mau. —Si pero el conde no lo ve así. Y pasa lo mismo con mi padre y el consejo de sabios. —Pero van a morir muchos integrantes de cada clan. —Si pero el día llegara, las cosas deben caer por su propio peso. —Debe haber un modo. —Lo dudo. —¿Que hacemos Mau? ¡Quiero verte la próxima semana y que nadie muera! —Lo único que podemos hacer es encomendarnos a dios para que no encuentren la montaña. Helena cayó al piso de rodillas, estaba estresada su espalda se había puesto rígida ahora dependía de que las cosas salieran bien, para ver a Mau y rezar por que una guerra no comenzara para no perder a su enamorado. Podía ser la última vez que se vieran estando en vida. Como podía ser que la próxima semana se volvieran a encontrar. —Ojala, hubiera un lugar, donde la paz sea eterna y las razas pudieran vivir en armonía. —No hay ese lugar Helena. —Mau tomo la barbilla de la chica entre su dedo índice y pulgar— tenemos que limitarnos a vernos entre las sombras. Mau tomo la mano de Helena y la llevo directo a su corazón. Ella sintió el pulso agitado del lobo, era como un tambor que retumbaba era tranquilizante. Con la otra tomo el rostro de la chica por un cachete. Sosteniéndola mientras hablaba. —Escúchame Helena. Esto es lo que siento por ti, no soy experto en estas cosas pero mi corazón late más fuerte desde que te conocí. —Eres… —Helena guardo silencio. Miro a la cara de Mau fijamente y vio sus ojos, ella cerró los suyos y se acercó hasta hacer un roce con los labios del lobo, besándolo. Mau sintió como los labios de la chica estaban en él, eran suaves, eran húmedos eran dulces. No pudo controlarse, su ritmo cardiaco se aceleró hasta tal punto que escuchaba sus latidos con perfecto pudor en su cabeza. Helena separo sus labios y el la miro a los ojos, con la respiración amorfa. Inhalando y exhalando como si hubiera hecho una carrera de kilómetros de distancia. —Ese es mi regalo por si no te vuelvo a ver. —Gracias pero no voy a morir. Te lo juro. —Es tarde. Debo irme. Volvámonos a ver la próxima semana. —Helena se levanto de la roca. —Espera, yo te llevo. —Pero es peligroso si algún guardia te ve. —Helena se detuvo en el acto. Sabía que si veían a un lobo cerca del castillo lo cazarían y matarían inmediatamente. —Calma soy muy rápido te dejo en casa y regresare ten confianza. No me perdonaría que te pase algo, no quiero dejarte sola. —Yo tampoco quiero que nada te pase. Mau se transformó en su modo bestia, Helena estaba sorprendido en su forma animal seguía siendo atractivo, tenía un pelaje plateado como el color del acero de una espada. Y sus ojos eran del perfecto color entre gris y blanco. Era una mezcla, y del cuerpo de su forma animal, podía decir que estaba igual que fornido que en su forma humana, en su forma bestia Mau media tres metros de largo y dos de alto, a Helena le dificultaba creer que era rápido, debía pesar demasiado. Mau con el hocico hizo una señal a helena para que subiera a su espalda. Helena con avidez subió, con la ayuda de Mau. Cuando estaba arriba de él, noto que estaba caliente como una manta. Helena se aferró al pelo sedoso del cuerpo de Mau, tenía demasiado pelo caía hasta el piso, pero se veía muy bien, como si fuera un caballo pero mucho más grande. Cuando ella estaba bien agradada con la mano le hizo una caricia a la espalda del lobo, el entendió la señal y emprendió el camino rio abajo. Mau era bastante rápido, cruzaba los arboles con saltos y el viento en la cara le pegaba a helena, era diez veces más rápido que el caballo que había traído Helena. Ella se aferraba a el pelo del lobo y además se echó encima de el para la velocidad no la tumbara. Mau corrió por un lado del rio, sin separarse de él, helena podía ver como la luz de la luna pasaba por entre los escasos agujeros entre árboles, era una vista hermosa. Sonrió como una niña con un juguete nuevo mientras la felicidad en su pecho crecía y mermaba. Mau diviso con sus agiles ojos de cazador unas luces y un muro, empezaba a llegar a los límites establecidos debía acercarse un poco más y regresar a su hogar. Helena también entro en acción al ver al castillo y le dio una señal a Mau. Después de pasar algunos árboles el ágil lobo paro su carrera. Tomo su forma humana y cayó al piso exhausto. —Bueno ya te traje helena, desde aquí estarás más segura. —No debiste hacerlo es muy peligroso pero gracias. —Se me olvidaba decirte algo. —¿Qué Mau? —Te ves muy hermosa. —Mau sonrió. Helena se puso roja en su totalidad. —Ahí siempre eres tan… bueno nos vemos la próxima semana, cuídate. —Helena con una caricia y un pequeño beso en el cachete se despidió de lobo. Mau espero a que ella se fuera y llegara al castillo y hasta no ver que subía por una alcantarilla no regreso hasta su casa. Con algunos sentimientos encontrados y una promesa que debía cumplir. Con una sonrisa y pensativo en ella. Helena regreso con facilidad a su cuarto antes de que saliera el sol, se quitó la ropa y se lanzó a la cama como una pesada roca, pero pensando en el beso que le habida dado Mau, esperando otra eterna semana para volverlo a ver.



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En el texto hay: criaturas sobrenaturales, romance, magia

Editado: 05.06.2020

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