A Toda velocidad atravieso los tétricos corredores, sin reparar en nada más que en mis deseos de escapar. Pero sin verlo venir tropiezo con Alma, quien pierde el equilibrio y casi es bombeada al suelo por el impacto. Sin embargo, sus reflejos la impulsan a retroceder mientras se afirma de las barandas de madera...
Me gané una mirada reprobatoria por parte de mi madrastra en el acto. De la impresión quedo muda, bajo la mirada y me esfuerzo en apaciguar mi respiración. Cuando por fin consigo estabilizarme, me percato un tanto impactada que está vestida muy elegante, con un vestido de copa sin mangas de color bordeo, ajustado a su esbelto cuerpo. Hermosos aretes de perlas pendían de sus orejas, y calzaba altos tacones patentes de aguja; su cabello negro estaba recogido perfectamente, y su maquillaje le daba un toque sensual y sofisticado...
Me quedé estática viéndole ajustar su pulsera, mostrándose importunada...
¿A dónde iba vestida así?
— Dani, por favor, no corras dentro de la casa — reprende, conservando su tono de voz tenue —, alguien puede salir lastimado.
— Disculpa Alma, no te vi.
En mi defensa, era cierto. Yo decía la verdad... no podía decir lo mismo de ella.
A pesar de que todas mis sospechas desconfiaban de esa víbora embustera, debía seguir actuando como antes. Cuidando a la vez cada uno de mis movimientos, después de todo, ahora sabía de lo que aquella mujer era capaz...
— Descuida, pero ten más cuidado para la próxima ¿sí? — me sonríe como suele hacerlo y continúa con su camino.
Incluso cada una de sus reacciones parecen fríamente calculadas... ¿será verdad o yo me estoy imaginando cosas?
Me dispongo a seguirla.
— ¿Por qué estabas corriendo? — quiso saber, con una elaborada curiosidad, que hasta parecía inocente.
— Iba por algo de comer. — Miento.
En ese instante recuerdo el fenómeno inexplicable que acababa de presenciar... pero paso la página y trato de no pensar en ello, para no cargar con la infinidad de preguntas que me haría por su causa.
Me concentro en Alma, y comienzo a evaluarla. No importa desde que punto lo viera, esta mujer definitivamente no esperaba toparse conmigo... sus manos jugaban inquietas con su pulsera de brillantes... ¿A acaso Alma Brouchard estaba nerviosa? No sabría decirlo con exactitud, pero si se veía un poco inquieta.
«¿A dónde va tan elegante?» Me pregunté para mis adentros...
Cuando descendemos por las escaleras y llegamos al recibidor. Me detengo de improvisto pues me doy cuenta de quien se encuentra en la estancia. Era papá en persona, vestido de traje y hablando muy seriamente con Pilar...
«¿Qué no se supone que él iba a quedarse en la ciudad? Vamos, no sé porque me sorprende, mi madrastra desde luego mintió con respecto a ello también» pienso. No pude evitar sentirme estúpida.
— Pilar cuento contigo, quédense aquí y no nos esperen, llegaremos tarde. — Alcanzo a escuchar.
— Tómense su tiempo — respondió mi hermana mayor con una sonrisa de oreja a oreja.
No lo soporto más y corro para acercarme a ellos. Debo averiguar a donde iban, ¿acaso él no iba a quedarse en la ciudad? Si, le voy a preguntar eso. Con ello dejaré a su mujercita en evidencia, lo haré de una forma tan inocente que no habrá cabida a dudas... y le quitaré de una vez por todas esa máscara hipócrita del rostro ¿Cómo saldrás de eso, eh, Alma?
— ¡Papá! — Exclamo, llamando su atención. Una vez en frente de él continúo —, creí que te quedarías esta noche en la ciudad...
— Cielo — llama Alma. Y su requerimiento fue suficiente para que éste me ignorara por completo. «No puede ser...» me quejo. No contaba con eso —. ¿Y bien? ¿cómo me veo? — Mi papá se quedó embobado ante ella y se olvidó por completo de mi existencia.
De la impotencia, presiono la quijada. No es justo. ¡Esa jugada es muy sucia!
— Estoy sin palabras — se limitó a decir con una enorme y boba sonrisa, perdido en las curvas que se jactaba mi madrastra.
Pongo los ojos en blanco. Pero aún no podía darme por vencida.
— ¿A dónde van? — Le pregunto mi padre, jalando la manga de su saco, pero ni con eso pude sacarlo de su trance.
— Vamos a un coctel en la ciudad, es un evento de caridad — explica papá, cuan mensaje pregrabado.
Aún no podía creerlo. Miro lo embobado que lo pone el solo tenerla a su lado, y pienso que es pérdida de tiempo intentar que me preste atención, él ahora es un títere y ella es quien tira de los hilos a voluntad. No me queda de otra que postergar la revelación incriminatoria en contra de aquella mujer, que como boa hipnotiza a sus víctimas.
Por otra parte, sin duda alguna, también es un hecho que no importa lo que diga, mi palabra no vale ni la quinta parte de lo que vale la de ella. No me creerían nada, me tacharían de loca, Alma buscaría seguro la forma de ponerse como víctima, y ellos se pondrían de su lado.
— ¿Hija me habías dicho algo?
— No, ya todo está muy claro — rezongo indignada.
— Dani — suscitó efusivamente Pilar para llamar mi atención, y yo solo me dedico a fulminarla con la mirada —. ¡Podemos cenar juntas!
— Yo paso. — Ella me mira esperando por si terminaba delatándola, pero yo no dije nada más.
— ¿Linda quieres que te prepare algo antes de irnos? — propuso Alma consternada porque no muriera de hambre.
— Ya se van ¿no? — observo, mostrando mi malhumor —. No tengo porqué demorarlos más. — Dicho esto camino hacia el comedor y de allí cruzo una segunda puerta que da hacia la cocina.
«Apuesto a que quedé como la mala de nuevo, ¡vah! Ya estoy cansada de todos ellos». Injurio para mis adentros.
Me voy por un vaso de agua a la cocina, pero luego pillo una buena jarra de jugo de manzana y me sirvo un poco.
Suspiro con mucha resignación, y pienso en todas las cosas raras que están sucediendo, a las cuales, por más que busco no le encuentro explicación alguna. Doy un último sorbo a mi jugo y saboreo el dulce sabor..., es allí cuando percibo como la atmósfera del salón de cocina se torna cada vez más pesada, trago saliva, y de pronto, siento una sensación de asecho, me están observando.
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Editado: 13.05.2022