«NO PIENSES EN ESO... NO PIENSES EN ESO...», imploro para mis adentros.
…
— Te estuve llamando, muy preocupada... — Eso me dice Alma en cuanto llego a casa —. Tu celular está apagado, ¿cómo crees que me hizo sentir eso? ¡Creí que te había pasado algo! — aulló enardecida, como una madre cuando reprende a su hijo.
«Mi teléfono». Alcanza a procesar mi mente.
Eran tantas cosas, una tras otra, que no reparé en el hecho de que había perdido mi teléfono. Pero luego de un momento de reflexión, pude recordar que esa noche me había quedado sin pila, y cuando logré salir de esa horrorosa habitación, en lo menos que pensé fue coger el teléfono del suelo...
Es un milagro que siquiera vuelva a poner un pie en esta casa, sólo lo hago porque no tengo otro lugar al cual ir, después de lo que he descubierto es el lugar en el que menos quiero estar. La muerte está escondida tras el bonito tapizado, la sangre empañaba el deslumbrante y exquisito diseño; el lujo y la ostentosidad venía de la mano con el llanto y la desdicha de los Brouchard que antecedieron a mi madrastra.
Por alguna razón ellos terminaban matando a miembros de su misma sangre, o suicidándose, en resumen: muertos.
¿Por qué?
Por más que intento elucubrar al respecto, no puedo encontrar una respuesta. La historia de los Brouchard es horrible, ¿matarse unos a otros? ¿Qué los movía para cometer tales atrocidades? ¿Cómo no tuvieron ningún escrúpulo al derramar sangre inocente?
No había palabras para describir lo que siento al respecto. Aún estoy muy conmocionada...
— ¡Escúchame, que te estoy hablando! — Grita, zarandeándome del brazo, trayéndome a la realidad — ¿Dónde estabas? ¿Estás consciente de qué hora es? — Sigo sin responder. La miro con asombro —. ¿Y bien?
De forma mecánica me suelto de su agarre dándole un manotazo, ¿Cómo se atreve a ponerme una mano encima?
— Si — respondí al fin con el mentón muy en alto, demostrando indiferencia.
Buscaba contenerme pues no estaba de humor, y lo menos que quería era ponerla sobre aviso de lo que había descubierto — que, aunque era grave, no era suficiente para convencer a mi padre de irnos de aquí cuanto antes —, ahora más que nunca estaba decidida en salir de aquí. Los motivos sobraban, así que no está en discusión.
Indispuesta a seguir escuchando sus tontos reproches, sigo mi camino.
— Faltan veinte para las siete — indicó contrariada, ni me tomo la molestia de verle —. No me des la espalda a mí, Daniela — me advierte por lo bajo. Yo la ignoro y continúo.
Miro a mi alrededor y me estremezco, casi podía sentir la pesadez de la agonía de todas esas personas que tristemente habían encontrado el fin dentro de este lugar — mi nuevo hogar, en el que se supone, debería estar segura —; ahora me siento en la obligación de sacar a mi familia de aquí. Tantas muertes, tanta traición, tanto dolor, confusión condensados, podía llegar a afectarnos, esa es una razón de peso para salir corriendo y dejar de ver sus aparentes encantos...
Sin embargo, igual tenía tantas dudas sobre el asunto de los últimos Brouchard, sus muertes trágicas — separándolo de la teoría que arrojaba como causa una maldición —, parecían asesinatos bien hechos, pero al llegar a este punto me pregunto, ¿Por qué? Aún no le encuentro ningún sentido ¿Por qué matarse unos a otros? ¿Por dinero? No lo creo, todos eran increíblemente ricos ¿para qué más? Respiro de forma prolongada, por desgracia la ambición es un arma que a su vez tiene doble filo...
Miro al techo desde mi cama, y para pasar el tiempo tarareo una de mis canciones favoritas, así logro alejar esos acontecimientos inexplicables de mi mente.
«No» Ruego para mis adentros.
No quería tratar de explicar lo que había sucedido con Elisa, ella... O eso... O, lo que sea que fuera, me ayudó a encontrar aquello que no sabía que buscaba... ella, sin conocerme intuyó mi curiosidad sobre los misterios que guardan los Brouchard... incluso, logró reconocer el diario de Michael — el cual no muestra ningún identificativo en la tapa —, él, quien fue el antecesor de muchas generaciones de Brouchard establecidas aquí, en el pasado ... ¿Cómo pudo saber todo eso? la intuición no es tan acertada. Eran demasiadas coincidencias... en las cuales no me figuré, y no pude darme cuenta de que todo formaba parte de una alucinación...
Doy un respingo.
¿Qué me está pasando? ¿Acaso ya no puedo diferenciar entre lo que es y no es real? Me aflige saber que mi estabilidad psíquica es tan vulnerable, me asusta que se me salga de las manos.
No, me niego a aceptarlo.
Me pongo de pie y me enfoco en mantener la cordura, de manera que me dirijo al cuarto de baño para tomar por adelantado la segunda dosis de mi medicamento; trago las píldoras con abundante agua del grifo, y ahí, es inevitable que me enfrente al espejo. La desesperación se nota en mis ojos...
No lo soporto más y aparto la vista... «necesito conservarme serena, debo enfocarme en lo importante» me digo.
Abandono el cuarto de baño y me pongo manos a la obra con mi investigación sobre el asesinato de lo que se consideraría la última generación Brouchard.
¿Que tenía? Una hilera de antecedentes, donde la muerte se mostró con reincidencia, arrojando a los miembros de la familia a cometer crímenes atroces, los cuales derramaban sin titubear la sangre de otros deliberadamente, acto que a su vez desencadenaba un considerable número de suicidios y asesinatos por venganza... por ende, derramamiento de más sangre.
Extiendo la copia del ejemplar del diario que databa del 14 de noviembre del 2008. "Lamentable accidente envuelve a Verónica y Neall Brouchard", el 13 de noviembre del 2008, pereció el último patriarca de la gran fortuna. Al parecer se les fueron los frenos y cayeron a un despeñadero, su muerte fue instantánea...
Pudieron haber cortado funcionamiento de los frenos o tal vez solo fue un accidente. ¿Pero cómo saberlo? Por el historial los precedía... ¿Quién quiso asesinarlos? ¿Quién se beneficiaba con sus muertes? ¿Sería Alma capaz de asesinar a sus abuelos? Desecho la idea de inmediato, Alma no podía ser una asesina... o bueno, eso prefería creer... aunque ser asesino estaba en sus genes...
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Editado: 13.05.2022