Desconozco el tiempo que pasé es ese estado de reposo, en el que mi conciencia — en medio de la oscuridad y más activa que nunca — ya no intentaba atar el sin fin de cabos sueltos, pues se había entregado al hecho de que este asunto me superaba por mucho. La dura realidad cincelaba sin piedad mi mente en un bucle tortuoso. Si mi madre no pudo hacer nada ¿De verdad esperaba yo lograr algo?
Luego de un largo tiempo, pude sentir los dedos de mis pies algo adormecidos, el hormigueo se esparció por toda zona hasta alcanzar a mis piernas cuando intenté moverme, era una sensación muy incómoda, pero a medida que pude recobrar el dominio de mí pude ganar la contienda contra el embotamiento y así abrir los ojos. Allí pude percatarme de que la habitación yacía sumida en la más profunda oscuridad nocturna.
Con el corazón en la garganta y con mucha cautela busco incorporarme con mucho esfuerzo. ¿Cuánto tiempo pasó?
Con cada extremidad entumecida hago un esfuerzo para salir de la cama y encender las luces. Sintiendo muchos escalofríos a medida que avanzo, pue voy cayendo en cuenta de adónde estoy exactamente, en consecuencia, los nervios afloran en mi interior y comienzo a sentir la pesadez que eso conlleva.
Clavo la mirada en un punto fijo, me aterra el hecho de voltear a cualquier parte y verlo… no estoy lista para enfrentarlo…
¿Cómo rayos llegué aquí?
Tratando de mantener la calma, y poniendo toda mi fe en el interruptor de la luz lo presiono, pero no sirve, con desespero repito la acción esperando el resultado deseado, sin embargo, este nunca llega. Mi estómago se retuerce, y todo me empieza a dar vueltas, siento que el aire me falta porque sé que voltearé y podré verlo.
Mascullé una maldición por lo bajo y di un ligero golpe a la pared junto al interruptor para liberar tensión. Pensé, en el hecho de que tarde o temprano debía lidiar con él, tenía que enfrentarlo, dejar mis miedos a un lado y motivada por esto volteé y efectivamente él estaba ahí, con la vista perdida en la ventana. Su oscura mirada denotaba nostalgia y melancolía. A causa de ello mi corazón se descolocó, y toda mi claridad se disipó.
Una fría corriente de aire me rodeó poniéndome la carne de gallina en el instante en que nuestras miradas se cruzaron. Ya no estaba sola, podía sentirlo.
— ¿Ya es de día? — Su voz tenue y gruesa me erizó la piel.
No supe si responder o no.
¿Esto es real?
Mis piernas comenzaron a temblar, no supe que decir entonces, ¿debía responder? Mi corazón retumbó como loco a los segundos de nuestro encuentro, pero me era imposible no inquietarme con la parsimonia que denotaban sus ojos negros, la cual, se asemejaba al mar en una serena noche sin luna, eran casi hipnóticos y parecía que podían leer a través de mí, por un instante me sentí vulnerable, expuesta, asustada de aquello que le fuese revelado. Y mis temores no estaban infundados pues su suave expresión se ensombreció como si hubiese despertado de la fantasía.
Una llamada de alerta me despertó, y por un momento deseé ir a la puerta y escapar, pero en cuanto me giré me encontré con su gélida mirada, no pude reponerme de la impresión y caí sedente al suelo. El impacto me hizo perderlo de vista, pero seguía más cerca de lo que creía…
— No te preocupes… — su repentina aparición a un lado de mí, me hizo gritar de forma involuntaria y saltar al lado contrario, en vanos esfuerzos de alejarme.
Por desgracia, parecía que él podía estar donde quisiera cuando lo quisiera. Con la mirada en el suelo gateé, con la esperanza de dejarlo atrás, pero en cuanto parpadeé y subí la mirada para ver por dónde debería ir, me encontré de nuevo con esa mirada neutra y frívola. Mikele se mostraba altivo, frío, como si le desagradara mi presencia. De los nervios me era imposible decir palabra, solo alcancé a retroceder poco a poco, aterrada.
— Todo está en tu mente — la perplejidad se apoderó de mis facciones no lo podía creer —. Esto — se señaló —, no es real…
Cuando parpadeé ya no estaba… con desespero miro a todos lados, pero ya no puedo verlo, parece que se limita en aparecer lejos de mi campo de visión pues aún sigo escuchándolo.
— Es por tu enfermedad — escuché a mis espaldas. Rápidamente me giro, guiada por el sonido, sin embargo, ya no está —. Estás loca — vuelvo a escuchar, esta vez un susurro muy cerca de mi oído, rápidamente ese lado de mi cuerpo se erizo ante su cercanía.
Pero seguía pasando lo mismo, cuando miraba en su dirección ya había desaparecido.
— Son simples alucinaciones — mi visión periférica pudo captarlo caminando, estaba rodeándome, como un cazador a su presa. Cuando lo ubiqué con la mirada ya no estaba.
Unas manos heladas se posaron en mis hombros ocasionando que se tensaran en el acto y de forma dolorosa. Su agarre sutil me hizo estremecer. Mi mente estaba colapsando, ya no sabía ni que pensar, eran muchas emociones explotando en mi interior, mi cuerpo estaba afectado por un corto circuito, no me podía mover a voluntad, o responder… ni siquiera defenderme…
Un hormigueo se expandió en mi pecho a medida que Mikele acercó sus labios hacia mi oído, para continuar recitando todas y cada una de las palabras que me solía decir en el pasado…
— Respira profundo, y has como si nada hubiese pasado…
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Editado: 13.05.2022