Despierto en el regazo de Mikele, este continúa acariciando mi cabello y mirándome como si fuera lo más hermoso en la tierra, aquello descoloca a mi pobre corazón. Avergonzada miro para otro lado, tratando de no delatar todo lo que sus atenciones causan en mí. De momento logro recordar que estamos en la escuela, por lo que me incorporo de inmediato muy preocupada de haber faltado a clases.
— NOOOOO, esto es malo ¿Cuánto tiempo me dormí?
— Tranquila, suspendieron el segundo bloque ¿No lo recuerdas? Tú misma me lo dijiste — comenta muy risueño.
Por más que intento hacer memoria no recuerdo nada al respecto, le miro intrigada, pero él no tiene razones para mentir… espera… ¿mentir? Pero ¿por qué no recuerdo nada? ¿Qué diablos le pasa a mi mente?
Esa sensación de haber olvidado algo importante se hace de mí, me preocupa tanto, que no me doy cuenta que mi compañero se acerca a acomodar mis rulos, mientras se toma en atrevimiento de rosar con las yemas de sus dedos la raíz de mi cabello, produciendo con esto un descontrol en todo mi cuerpo, en el que la carne se me pone de gallina, y un cosquilleo intenso se apropia de mi estómago.
— Deja de estresarte por nimiedades — susurra con un tono seductor, casi un ronroneo que boicotea una vez más mi firmeza y me hace olvidar en lo que estaba pensando.
De repente siento miedo que todas las cosas que este chico puede provocar con tan poco y por ello decido alejar sus manos de mí mantener bien marcada la distancia, mientras me aferro a la poca serenidad que me queda. Él me observa con fingida inocencia, pero algo me dice que lo hace con toda intención.
— ¿Y tú no tenías clases? — inquiero fingiendo que no siento nada.
— Descuida, es una materia que ya eximí — afirma sin una gota de modestia — así que no tengo la obligación de seguir asistiendo ¿Vamos por helado? Conozco un lugar fantástico.
— No puedo, mi madrastra enloquece si no llego a la hora — digo sin pensar.
Absorta en lo que dije repito en mi mente ¿madrastra? ¿Tengo madrastra? Muy confundida intento recordar a mi familia, pero ni siquiera tengo una imagen de sus caras, sé que tengo padres, obvio debo tenerlos, pero no recuerdo sus caras…
— ¿Dani? — la voz de Mikele me trae de vuelta y por un instante me pierdo en la profundidad de su mirada —. ¿Vamos?
La calidez de su sonrisa me hace olvidar en lo que pensaba hace un rato. No debe ser importante, me digo.
— ¡Sí! — acepto sin más con una gran sonrisa.
En el camino ambos avanzamos comentando trivialidades del colegio, hablamos sobre sobre algunos libros que ciertamente teníamos en común, conocerlo sin duda ha sido lo mejor que me ha pasado desde que me mudé aquí, tenemos tanto en común, verle sonreír hace que mi corazón se acelere, es tan lindo, tan atento, me gusta… me gusta tanto…
En un momento, una pequeña niña rubia, aparece corriendo en dirección opuesta a nosotros y tropieza conmigo, en el impacto escucho su voz infantil en mi mente diciéndome: “Despierta”. De inmediato me doy la vuelta, pero la niña ya no está, en su lugar hay un chico castaño caminando a unos cuantos metros en compañía de una joven rubia, una extraña sensación de familiaridad me invade.
— ¡No inventes! — dice la chica entre risas.
Siento que los conozco, por ello me quedo viéndolos mientras se alejan, me recuerdan a…
— ¡Dani, vamos! — insta Mikele mientras tironea de la manga de mi suéter.
Volteo a verlo muy avergonzada y asiento para continuar avanzando, pero no dudo en volver a mirar hacia atrás, los jóvenes ya no están.
Luego de eso, mi amigo me pide prestado los lentes para ver cuán ciega estoy, y al ponérselos queda cegado de momento. No puedo evitar reír por sus ocurrencias, quien diría que una persona tan seria y frívola como muestra que es, pueda ser tan dulce e infantil.
— ¡No veo nada! — exclama.
— ¡Yo tampoco! — Profiero entrecerrando los ojos para enfocar.
— No te preocupes, yo te guiaré —. Asegura tomando mi mano.
Mi corazón vuelve a fallar, mis mejillas hierven. ¡Este hombre va a matarme!
Es extraño, pero siento que lo conozco de toda la vida. La verdad es que nos volvimos muy cercanos en tan poco tiempo, a veces me doy cuenta de cómo coquetea conmigo, dejando en claro que le gusto. No sé si sea por su seguridad y yo le gusto en serio, o se deba a que soy muy obvia. Me gusta más la primera opción, por ello me sujeto a su brazo y me dejo guiar con él, pues a su lado no me falta nada más.
“¡Dani, esto no es real!”
…
Luego de ser atada, Pilar es obligada a tomar asiento junto a Matt, quien sufría víctima de una profunda herida producida por un puñal y ahora estaba luchando para mantenerse consciente. La joven no podía creer que Sam haya sido un traidor, se odiaba por no parar de llorar, por ser tan ingenua, y por fijarse en ese perdedor. Pensaba en su mala suerte, de todos los patanes tuvo que escoger al peor, el lobo disfrazado de cordero. Aunque la confusión se hacía de ella, pues luego de saberse que estuvo vigilando cada paso de Dani, el muchacho parecía fuera de sí, su semblante se tornó enfermizo y pálido, sus ojos hundidos y ojerosos, permanecía centrado en el arrepentimiento, aunque, Pilar no sabía si eso era lo que ella quería creer, o que de verdad él sintiera culpa.
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Editado: 13.05.2022