'Terminus: parte II'
Jason.
Horas antes.
—¿En la isla de Meredith's Torakve o en otra?
—Sí, sí. Es... en esa, en Meredith's Torakve.
Asiento con la cabeza a lo que Jacqueline apunta.
—¿Sabes sobre que hora llegarán?
—Mmm, no sé... ¿sobre las 12, igual? Sí, por ahí, dentro de unas tres horas, más o menos. —indico a Jacqueline el que apuntar mientras le doy otra calada al puro. —¿Con esto es suficiente para que me saques de aquí, Jason? Me siento demasiado inseguro...
—Mira, Jake. Me alegra que hayas dejado esa idea tan tonta de redimirte ante traicionar a tu tripulación y hayas vuelto con nosotros... pero has tardado mucho. Ahora, no puedo arriesgar tanto por tí, a menos que me demuestres que vales la pena tanto como otros.
—¡Yo estoy aquí dentro! ¿Quien va a valer más la pena que yo cómo infiltrado?
—Ya tuviste tus desajustes, Crimfud. Te agradezco la información... pero tienes que ganarte la confianza otra vez, muchacho. Verás la desencadenación de tu alevosía en un rato, Jake. Espero y reconozcas mi ataque.
Cuelgo el teléfono satelital para sonreírle a Jacqueline.
—¿Ves, muchacha? Siempre vuelven, no hay nada cómo nuestro camino.
—Mmmm, no sé, capitán. —contesta la pequeña Monterrey. —Me parece muy raro ese cambio de bando otra vez.
—Ya, la verdad. Seguramente se enteró de que Anders le va a rebanar el cuello, y volvió en busca de ayuda. Pero no me importa, que le rebane lo que quiera.
La joven alza una ceja.
—¿Te da igual que maten al infiltrado? —me encojo de hombros. —¿O acaso tiene otro por ahí, mi capitán?
—Bueno, algo hay. —salgo a la cubierta indicando en el mapa la isla habitada más cercana de Meredith's Torakve. Le enseño al que maneja el timón. —Antes de ir por la siguiente misión, vamos a esta isla.
El tripulante asiente sin preguntar y parte rumbo hacia la isla, no estamos muy lejos, en un rato llegaremos. Ordeno quitar la bandera roja y colocar una verde en imitación.
En un viaje de oleaje tranquilo y paz mental al oír las olas, llegamos a la isla habitada más cercana de la isla donde tiene la siguiente misión mi amigo Anders.
Mi plan es perfecto, ya lo veréis.
Mi tripulante aparca en el puerto con perfección, ponemos la tabla para pasar y bajamos del barco, observo al rededor, a ver si hay algún barco que esté siendo ocupado ahora, más no lo hay.
—Algunos quedaros aquí, en el barco. Jacqueline, Niccolas, Lizbeth, venir conmigo.
Los mencionados bajan también por la tabla, son en los que más confío de mi tripulación. Desde dentro quitan la tabla.
—Capitán, ¿que planea? —pregunta Niccolas.
—Déjate de estupideces y llámame Jason.
—Vale. —se ríe. —¿Qué planeas, Jason?
—Eso. —comenta Jacqueline. —Me asustan que ideas puedas tener, Jason.
—Tranquiiiiilos. Sólo os digo que os va a gustar. Y al capitán Hemsworth también. —sonrio hacia mis adentros.
⟳
Un rato después, nos encontramos en la agencia de barcos de la ciudad está, que no me acuerdo ni de su nombre.
Tanta irrelevancia me genera.
Recuerdo que soy del bando rojo y relajo mi postura, no vayan a notar que soy el gran Jason Diphron, así que intento actuar como un simple memo del bando azul.
Me encorvo en el asiento y mantengo una sonrisa pendeja.
La joven que nos atiende llega rápido.
—Buenos días, ¿en qué los puedo ayudar? —pregunta la muchacha.
—Buenas... —comienzo. —es que soy un marinero de la zona... y necesitaba ayuda de algún otro marinero, ya que necesito que me presten algunos materiales a mí y a mi tripulación. ¿Sabe de algún número o alguien a quien pueda contactar?
—Mmm, sí. Díganme sus nombres, porfavor. —pide y nos miramos entre nosotros.
—Jas... —comienza Niccolas pero lo callo de una patada en la espinilla.
—Somos Anders Hemsworth... Craber Monterrey... —¡Rápido, piensa, más nombres de la tripulación de estúpidos de Anders! Manifiesta mi mente. —Dalina Fontes... y...
Mi cerebro no funciona y no sé qué más decir.
—Louise Doufier. —completa Lizbeth, sacándome del apuro aunque eso nos ha delatado seguro.
La muchacha apunta sin cuestionar mucho.
—Bien... pues señor Hemsworth, siga por aquí, porfavor. —se levanta y me indica que la siga tras una puerta. —Ustedes pueden esperar aquí.
Me levanto y sigo a la chica mientras me giro y le guiño un ojo a Liz, felicitándola internamente por pensar rápido.
Sigo a la chica por la puerta y da a una sala donde hay sillones y un teléfono fijo en la pared.
—No le puedo dar el número. —comienza, pero agarra el teléfono y marca. —Pero sí puedo permitirte llamar desde aquí.
Cuando termina de telefonear, me pasa el teléfono que da señal.
Espero a que se vaya, más no lo hace, se queda en frente mía con una sonrisa de subnormal, y me entran ganas de maldecir a toda su familia.
Pero sonrío y me trago los insultos.
Al quinto pitido, contestan.
—¿Sí? —la voz ronca, como de un fumador de hace cincuenta años, es la que me contesta. —¿Quién es?
Carraspeo la garganta intentando ocultar la repulsión inmediata que me causa.
—Mmm, buenas... lo llamo desde la agencia de barcos, soy un marinero y necesito unos materiales... y me han permitido llamarle.
—Ya, entiendo. —piensa durante unos segundos, o eso parece, no estoy seguro si la gente de este bando tiene cerebro. —¿Qué necesita?
Me trago la tanda de insultos que estoy a punto de soltarle. Coño, si me los quiere dar, ¡que me los dé ya!
—Balas de cañon, algún que otro plátano y tablas...
—¡Ah, bueno! ¡Si de eso tengo de sobra! Quedamos en el puerto en unas horas, pero dígame su nombre, así sé por quien preguntar. Pero espere, que lo voy a apuntar —se levanta y le oigo murmurar 'anda que no tener tablas... estos marineros de hoy en día son tontos' pero trago insultos con sorna y le dicto cuando indica —. Dígame.