Mariana De La Noche

Extra 1

MARIANA DE LA NOCHE.

Tres años después…

Lorenzo.

Extra #1.

Mi niñez fue maravillosa, mucho más cuando a mi casa llegó esa nueva integrante que todos esperábamos; mi hermana. Recuerdo cuando mi madre llegó del hospital, la traía en brazos, yo me paseaba por toda la sala, ya que tenía mucha curiosidad por conocerla.

Cuando cruzaron la puerta, mi primer reacción fue quedarme paralizado. Veía que mi madre sostenía algo en brazos cubierto por una pequeña cobija de color rosa. Ella se sentó en el mueble, con un movimiento de cabeza me invitó acercarme, mi padre me animaba dándome palmaditas suaves en la espalda. Yo sentía mi pequeño corazón latir tan rápido, tanto que pensé que se saldría de su lugar.

 

Mi padre me ayudó acercándome, mi madre le descubrió la carita y ahí en ese instante sentí una alegría tan grande que no podía explicarse con palabras. Era tan pequeña, su cabello tan rubio, su piel tan blanca y sus labios rosados, yo decía que era como Blanca Nieves, pero versión rubia.

Le dije a mi madre, que parecía un copo de nieve, yo soñaba con conocer la nieve, pero ese día dije, que no creía encontrar una nieve tan suave y tan bonita.

Me acerqué con mucho cuidado y dejé un beso en su frente.
En ese instante ella empezó a hacer sonidos y movimientos raros, yo me asusté y me alejé, pero entonces abrió sus ojitos. Eran los ojos más bonitos que había visto, nunca vi unos iguales. Desde ese día encontré mi propio mar, mi favorito.

“Mariana” pronunció mi madre, “Mariana” lo probé en mis labios, sonreí y tomé su pequeña manito, le susurré;

¡Mariana! Yo me llamo Lorenzo, soy tu hermanito y no sabes lo feliz que estoy de conocerte, eres una muñequita de carne y hueso, tan pequeña, tan perfecta.

Papá decía que yo era el hombre de la casa y debía cuidarla a ella. Yo me tomé ese papel muy en serio, cuando empezó con sus primeros pasos siempre estaba tras ella como una sombra cuidándola para que no se lastimara y si caía de inmediato la levantaba.

Ella sonreía y me miraba con esos ojazos, yo repetía, ya no quiero conocer el mar, ni la nieve, ¿para qué? Si tengo mi propio mar en casa.

Cuando cumplió los cinco años, papá se fue de la casa y nunca más volvió. En ese momento yo no entendía nada, veía a mi madre llorar. Ella comentaba con mis tías «nos abandonó>> Yo no dimensionaba el poder de esa palabra “abandono”.

El hecho es que mamá empezó a ausentarse más de la casa, pues tenía que trabajar. Nos quedabamos a cargo de una tía, o alguna vecina, ella siempre decía; cuida a Mariana.

Eso hacía yo, cuando entró a la escuela, yo permanecía a su lado como una sombra. Me peleaba por defenderla, ataba los cordones de sus zapatos, abrochaba los botones de su abrigo, ella sonaba besos en mis mejillas y me decía «Eres el mejor, hermanito».

En las noches cuando tenía pesadillas corría hasta mi habitación arrastrando un oso de peluche, se subía a mi cama, yo siempre la recibía con una sonrisa. Y le decía;

Cierra los ojos y respira profundo, siente el aire fresco que acaricia tu rostro, imagina el mar y sus olas, se mueven lentamente y tú sigues el movimiento con tu mirada. La brisa golpea tu cara ¡se siente tan bien! Y tu mirada se pierde en el horizonte siguiendo cada ola…

Me sonreía y me preguntaba ¿Lorenzo tú nunca  has tenido pesadillas?

Sonreía mientras acariciaba su pelo y le decía;

Sí, todos tenemos pesadillas.

Ella respondía;

Eres tan valiente, a ti no te da miedo.

Yo volvía a sonreír y le decía;

Yo también siento miedo, lo que pasa es que yo también pienso cosas bonitas, en mi propio mar.

Ella con mucha curiosidad me preguntaba, ¿qué cuál era mi propio mar?

Entonces le respondía;

Que mi propio mar tenía el color más bonito de todos, azul perfecto, que era mar y nieve, que ese mar era ella.

En sus ojos estaba el mar y en su piel la nieve, era tan perfecta como lo soñé.

Siempre estuve ahí con ella para protegerla hasta de los rayos del sol y las gotas de lluvia. Nadie podía tocarla, primero tenían que pasar por encima de mí.

Así fuimos creciendo, entre nosotros se hizo un lazo indeleble, algo único, más que hermanos, éramos amigos, confidentes, cómplices, todo, todo.

Ella era mi niña, mi todo. Luego creció y a pesar de ser tan unidos, nunca fui un hermano tóxico, la solté y la dejé vivir, soñar. Eso sí, ella sabía que siempre que me necesitara yo estaría ahí.

Te falle mi Bae…

Mis mejillas se sintieron escharcadas, es que esos recuerdos aunque hermosos, hoy en día duelen.

Habían pasado tres años, el vacío que ella dejó era tan grande que no se había podido llenar.

Ese día se quedó grabado en mi cabeza, un dolor tan grande que te destroza por dentro, es como si te arrancaran parte del corazón.

La partida de mi hermana marcó mi vida. Ella para mí era mi todo, sentí una impotencia tan grande cuando supe todo lo que ella vivió. Me sentí culpable, yo debí estar ahí para protegerla como lo hice desde que éramos niños. Siempre la cuidé, la defendí de todos los que la querían lastimar, me dolió en el alma saber que no puede evitarle tanto sufrimiento. No pude evitar todo lo que padeció sus últimos días.

Muchas noches lloré sintiéndome culpable, deseando morir, pero siempre conté con el apoyo incondicional de Paola; mi novia, que no desfalleció en ningún momento, aún sabiendo que yo estaba en el peor momento de mi vida. Muchas veces le dije que la dejaba libre, porque yo no tenía vida, era injusto atarla a una persona que en ese momento no tenía horizonte, futuro, nada.

Le pedí que termináramos con nuestra relación ya que yo no tenía cabeza en ese momento para estar con alguien, para darle el tiempo necesario que ella merecía. Yo no quería nada, solo dejarme caer al vacío y quedarme ahí.

Ella siempre se opuso a esa decisión, me decía que yo no podía elegir por ella. Su decisión era quedarse a mi lado, si me tenía que esperar una vida entera lo haría, porque ella me amaba. Eso era el verdadero amor, que una persona esté y permanezca a tu lado en los peores momentos. Aún con todo eso, yo decidí que no era buena compañía, ella simplemente a pesar de todo se quedó ahí. Esperando.



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En el texto hay: dolor, desepcion, tristesa

Editado: 04.04.2023

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