Más allá de tus ojos

CAPÍTULO 6: Resignación

CAPÍTULO 6

RESIGNACIÓN

 

Distinguió a Amelia saliendo de ascensor rodeada de un grupo de huéspedes, estaba pálida y su caminar demostraba desgano y falta de fuerzas; corrió hacia ella por temor a que se desmayara.

— Ame, ¿Qué sucede?— la escrutó preocupada

— Estoy bien, solo parece que algo que comimos ayer nos cayó mal a todas y no estamos seguras de qué fue, yo acabo de descomponerme… pensé que estaba mejor, por eso no te avise antes, lo siento mucho

— ¿Por qué te disculpas? Deberías ir a recostarte, vamos te acompaño. ¿Las atendió el médico?

— Puedo ir sola, de verdad. No, Clare dijo que dentro de una hora llegan. Pero no te preocupes, vamos a estar bien

— Te acompaño, no me molesta y no hay otra opción. Me voy a quedar hasta que venga el médico, vamos.

La tarde pasó lentamente, ellas solo estarían dos días más y sus padres viajarían al otro día, tenían que volver a trabajar; sobre todo Esteban que había sido llamado para un trasplante de urgencia en Lima y otras cirugías en Buenos Aires. Angélica, sin embargo, estaba trabajando con una autora emergente argentina cuyo libro tuvo éxito y no podía descuidarlo.

El médico examinó a las cinco pacientes, les recomendó reposo absoluto y algunos medicamentos acompañados de una dieta estricta. En los tiempos en que dormían se dedicó a leer y estudiar para los exámenes. Dos horas después decidió bajar y buscar a Clare para recoger sus cosas.

Salió del ascensor.

William y la rubia esbelta estaban hablando a unos metros en frente suyo. Él la miró y se acercó.

— Estaba esperándote — le informó

— ¿A mí? ¿Para qué? — preguntó incrédula e intrigada.

— Para conversar, debido a que nuestra charla fue interrumpida antes. Ah, veo que ya conoces a Sharon — dijo lo último señalando a la aludida. Otra vez Sharon, siempre Sharon, por todo Sharon, se quejó internamente Helen.

— Si. Bueno, no… solo de vista.

— Es nuestra nueva recepcionista y personal de administración. ¿Me acompañarías a tomar un café?

— Hm… bueno, sí, claro. Sólo que planeaba pedirle a Clare para recoger mis cosas; y después tengo que cenar con mis padres.

El rubio asintió y sin emitir palabra se encaminó al mostrador, ella lo siguió pero cuando llegó ya tenía las llaves de Clare en la mano y ella seguía con su trabajo

— Te llevo a su casa, recoges tus pertenencias y tomamos el café en algún bar.

Atónita por su sentido del mando se limitó a asentir y seguirlo.

Afuera estaba esperando su Audi azul oscuro, le abrió la puerta del acompañante, esperó que subiera, la cerró y él subió en el lugar del conductor.

— ¿Qué pasó con el gris que usaste cuando me…?

— Lo uso en mis días libres y fuera del MGW

— ¿Este es exclusivo para el hotel?

— Así es.

— ¿Cuántos autos tienes?— preguntó Helen impresionada.

— Solo dos.

“Solo” dos, pensó Helen con ironía, ella ni siquiera tenía uno propio.

— ¿Este y el gris?

— Exacto.

— Oh.

— ¿Por qué tanta curiosidad?

— Solo preguntaba… se podría decir que no es tan común que alguien de tu edad tenga dos increíbles automóviles de alta gama.

— ¿Conoces muchos de mi edad?

Touché.

— Bueno, no. Solo decía…

El camino continuó silencioso pero William encendió el reproductor y comenzó a sonar “Earned it” de The Weekend. Las palabras “trágica y sincera” pasaron por la mente de Helen al oír la letra. Lo miró, conducía pensativo.

— ¿Por qué tanto interés en mi seguridad? — No aguantó más al escuchar en el estribillo “cuidaré de ti”. Hasta parecía puesta apropósito.

— Porque ahora es mi deber.

— ¿Por qué habría de serlo? — ahora estaba aún más confundida.

— Tal vez deberías confiar más y hacer menos preguntas.

— Bueno, Señor McGowan, discúlpeme si no entiendo por qué sin conocernos le interesa tanto mi seguridad.

— Te conozco más de lo que crees, Helen — pronunció su nombre remarcándolo, tal vez porque le molestaba que ella lo llamara por su apellido.

— Eso es imposible.

— Si lo piensas, nada es realmente imposible

— ¿Eres una especie de acosador?

— No, pero podría entrar en la categoría de “sabio” según algunos.

— Y muy humilde también

Él contuvo una sonrisa.

— ¿Va a seguir el misterio? — continuó ella.




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