Cuando la alarma se escucha y el ladrido de Mike se escucha por mi habitación decido que es hora de levantarse. Los martes eran los días que más odiaba, los cuales no tenía ganas de hacer nada. Debería quitarme el hábito de revisar mi celular a plena luz de la mañana, pero lo necesitaba, tengo varios mensajes de mis amigas, el plan Jordan en función ya saben. Ruedo los ojos cuando veo a Mike mover la cola y acercarse a mí en forma de conseguir cariños.
Papá se acerca a mí con una corbata a medias, estaba feliz antes de recordar que día era hoy. Porque sí, me había olvidado de una fecha importante y era esta. Hoy era el funeral, papá traía esa cara larga que hacia cada vez que algo le molestaba.
—Es la hora, Addie— dice, ata de nuevo la corbata y posa la mirada en Mike. Él nunca sintió amor por Mike, mamá sí, papá la molestaba con que ella quería más al perro que a nosotros dos.
—Deja me visto— respondo pasando una mano por mi cara y soltando un bostezo, uno grande.
—Ponte aquel vestido lindo que tanto le gustaba a mamá— creo que los dos tenemos el mismo habito de pasar la mano por la cara, asiento y sonrió ácidamente.
Me acerco al ropero tengo que sacar toda la ropa para encontrar el vestido, porque solía usarlo cuando iba a fiestas o eventos así, lo dejo sobre la cama y me voy al baño. La misma rutina de siempre y tengo que cepillar fuerte mi cabello cuando siento el nudo de la garganta crecer. A veces solo quiero que mamá este aquí, que ella sea quien me diga que todo estará bien y se reía de cuando hablaba de mis ocurrencias, solo que no lo estaba. Después de hacer mis necesidades y lavar mi cara, tomo mi celular y pongo una canción feliz, aunque no funcione la técnica de poner una canción feliz lo hago.
(...)
Bajo las escaleras de dos en dos como cuando era pequeña. Papá no está comiendo, alguien está en la casa y cuando siento el abrazo de mi abuelo, creo que me derrumbare y aún no es el funeral. Puede que mí abuelo odiara a mamá a su manera, pero él la respetaba y le gustaba gastarle bromas, como siempre.
—Shannon está en un mejor lugar, cariño— dice y yo también lo pienso, lo siento.
En el camino al funeral los mensajes de mis amigas no se hacen esperar, ni de varias cosas como que está haciendo Jake —sí, lo vigilaban por mí—, fotos de Jordan comiendo entre clases y que me deseaban lo mejor en este día, creo que cuando les respondo son simples "sí" y "JAJAJA" porque justo ahora no tenía las ganas de la mañana. Mi padre pone música en el estéreo y mi abuelo canta, esto lo hacía cada vez que escuchaba una canción. Si Shannon viera esto ella estaría riéndose de mi abuelo y diciendo que es un viejo estúpido.
No necesito palabras para decir que el funeral estaba poniéndome sentimental, incluso puedo sentir la mirada de mi padre en mí y como después la pasa hacía el pequeño ataúd que está justo frente a nosotros. Varios familiares lograron venir desde lejos y aún después de varios minutos siento el olor de mi primo, que para decir no es nada agradable. Todos están atentos hacía lo que está diciendo la persona enfrente y casi es el turno de papá para decir algo, sé que esta estático y tal vez no tenga palabras para describir lo que sucedió, pero el deber llama. Cuando es su turno toma mi mano y la acaricia, asiento y sonrió, él pasa hacía adelante y cuando está en el micrófono aclara su garganta, haciendo una mueca. Está a punto de soltar lágrimas.
El discurso de papá me tiene llorando por varios instantes, mi prima Carlota—la cual siempre ha estado al lado mío y siempre estaremos así— sonríe hacía mí, todo el mundo observa como papá se rompe en la última línea:
—Era mi esposa, la madre de Addie. Era la persona que se enamoró de mí y ahora está muerta, no tengo más que decir creo que mi propia hija sabe que no seguí el discurso que ella escribió— ríe secamente. —Dejaré claro que mi esposa, Shannon fue todo para mí.
Papá baja del podio y se pone a mi lado, me acerco a él y recargo mi cabeza en su hombro. Esto ha terminado y sé que debo sentirme bien, dejarlo ir, pero, ¿cómo te sanas de esto? La muerte de alguien tan importante te afecta de miles de maneras.
Los dos caminamos hacia las personas y asentimos a cada cosa que dicen, papá da las gracias tantas veces como son posibles. Mi abuela llega a mí y me abraza, es uno de esos momentos en los que no tengo nada que decir y me quedo aferrada a mi padre, mi abuelo ya no vuelve, pero sé que quería hacerlo. Justo en estos instantes quiero a alguien más que a mi padre que se quede con nosotros, rezo para que no sea mi tía la que es demasiado chismosa.
Carlota avanza a mí y me abraza, susurra cosas y más cosas que yo ya no sé si creer.
Llega un momento en el que todos se han ido y me quedo con papá, está tomando las flores que dejaron en la tumba. Toma una y lo escucho diciendo la típica cosa que se dice. Camino hacia él.
—Creo que es hora de irnos— digo, le doy una débil sonrisa, él hace lo mismo. Paso las manos sudorosas por mi vestido y acto de ello, extiendo mi mano hacía él.