¿Por qué nos aterra? A veces no lo sabemos, dudamos, sentimos, nos arriesgamos, entregamos cada centímetro de nuestro cuerpo, sin embargo todo se oscurece antes de obtener una respuesta. Permaneces de pie, esperando que la luz vuelva a salir en el horizonte y tus pensamientos se pongan en orden. Vagas por el reducido espacio, lentamente, taciturno, un paso a la vez, te deprimes, no logras ver una salida a tu dilema, cubres tu rostro con ambas manos, pidiendo tu deseo para que pronto se acabe. Lo anhelas, la ilusión de un nuevo día te entrega el poder para seguir avanzando, y entonces todo comienza.