Me despierta el sabor amargo metálico en mis labios, al abrir los ojos no puedo ver nada, no escucho, no siento, no puedo hablar, todo permanece en blanco. Aterrada, a mi memoria vuelve el huracán de recuerdos, causando que un grito desgarrador se escuche en el espacio abierto. Deseo cubrir mis oídos cuando los alaridos de ultratumba crean un zumbido insoportable, pero mis manos se cierran con fuerza, amainando el ardor del siniestro que acabó con todo. La blancura desaparece, y contemplo, perdiendo toda esperanza en mi alma, la nube grisácea de irregular forma marcando el cielo que hasta hace unos minutos era azul.