–Buenos días señorita –le saludó el doctor que llegó a hacerle la revisión matutina.
–Buenos días, ¿usted sabe mi nombre? –dijo tratando de aclarar su garganta ya que su voz salía muy ronca.
–Sí, sus familiares la identificaron como Hoa y no debe hablar mucho.
En mi sueño la voz de hombre decía “Hoa te amo, regresa a mí”, ¿para dónde me había ido?
–Doctor, ayer escuché que estoy aquí por un accidente automovilístico, ¿yo estaba sola o alguien más resultó herido?
–Usted estaba acompañada por tres personas más y todos fueron atendidos aquí, ya están fuera de peligro, de hecho, dos de ellos ya están de alta.
–¿Yo estoy casada?, porque recuerdo a un hombre diciéndome que me amaba y que regresara.
–¿En serio lo recuerda?, eso es maravilloso –exclamó sorprendido el médico que la revisaba.
–¿No fue un sueño?
–Su novio estuvo aquí cada día hablándole –intervino la enfermera–, siempre le decía que la amaba y le pedía que regresara a él.
–¿Estábamos separados antes del accidente?
–Yo creo que lo decía porque usted estaba profundamente dormida y no despertaba –aclaró la enfermera.
–¿Cuánto tiempo estuve así?
–Cincuenta y un días exactamente –respondió el doctor.
–Él iba a besarme, pero de pronto hubo un ruido y yo flotaba. La fiesta, mi cumpleaños, hablamos de la playa, sí, eso es, queríamos descansar para ir a la playa temprano. Gaspar, ese es el hombre que dijo que me ama, ¿verdad?
–Sí, ese es su nombre –respondió la enfermera sonriendo–, ya el médico fue a darle las buenas nuevas al intensivista, bienvenida señorita Hoa.
[Los médicos entraron y le hicieron varias preguntas a Hoa para confirmar su estado de consciencia y ella respondía con naturalidad, más bien extrañada porque eran muy básicas, como su nombre y su edad. Hasta se permitió bromear al decirles que a una mujer no se le pregunta cuántos años tiene.]
–Ahora permítame presentarme, yo soy Joel Wilson, soy neurólogo y padrino de Gaspar –dijo uno de ellos–, he estado al tanto de su evolución haciendo equipo con el intensivista jefe de la unidad, el doctor Johnson.
–Mucho gusto –dijo el doctor Johnson sonriendo–, es un placer verla activa, despierta y consciente en tiempo y espacio, voy a avisarle a todos esta gran noticia, pero le recomiendo tomarlo con calma, la trasladaré a una habitación donde podrá recibir la visita de su familia ya que estarán ansiosos por verla y hablarle, sin embargo, por favor, su garganta aún está afectada, sus cuerdas vocales no se han desinflamado, debe evitar hablar en exceso, ¿de acuerdo?
–De acuerdo doctor, muchas gracias.
Cuando los doctores salieron de la Unidad se toparon con el doctor Davis quien venía a buscar noticias sobre Hoa, lo recibieron sonrientes y le dieron las excelentes reseñas, el papá de Gaspar respiró profundamente aliviado y anunció que avisaría a su casa para que vinieran todos en estampida. Los padres de Hoa llegaron también a preguntar por ella y los tres médicos les anunciaron que su hija había recuperado la memoria.
–Hola querido, ¿ya estás en el hospital?, sí estoy con él, de acuerdo, espera un momento –hijo tu padre quiere hablarte por su tono es algo bueno.
–Dime papá, (…), ¿en serio?, vamos para allá –cerró la llamada y con los ojos brillantes le dijo a su madre: Hoa recuperó la memoria mamá, vamos.
–Hijo, excelente noticia. Dafne, Dafne.
–Dígame señora Erika.
–Vamos al hospital, Hoa recuperó la memoria.
–¡Gracias a Dios!, solo busco mi bolso, estoy lista –exclamó Dafne muy alegre.
–Hijo, ¿qué te pasa? –preguntó su madre al verlo mirando fijamente al cielo.
–Mamá anoche le pedí a Dios llorando que me permitiera tenerla y me escuchó.
–Por supuesto que te escuchó hijo, Él siempre escucha, solo debemos tener Fe y paciencia, voy a avisarle a Octavio.
***
A medida que avanzaba por el pasillo hacia la habitación de Hoa mi corazón se iba acelerando más, este andar lento me volvía loco, de haber estado en condiciones hubiera corrido hasta ella, mi padre abrió la puerta de su habitación, me puse de pie porque quería entrar caminando, aunque estuviera apoyándome en los bastones, la vi en la cama clínica sentada sonriente, pero su cara cambió cuando bajó la mirada hacia mis piernas, rápidamente le dije:
–No te preocupes, estoy recuperándome muy bien preciosa.
–Dios Gaspar, qué terrible, lo lamento mucho.
–Tranquila preciosa, ¿cómo estás?
–Bien Gaspar, ¿y los niños?
–Los traerán más tarde desde el colegio.
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Editado: 22.05.2024