Estaba en el jardín con mi pequeña Adhara dormida en brazos y el sentir su respiración pausada le pedí a Dios que siempre estuviera rodeada de paz y tranquilidad, Hoa y yo estábamos asombrados de lo calmada que era ya que cuando estaba en el vientre de su madre no paraba de moverse, ahora apenas le tarareaba una canción o le leía algún cuento, enseguida se dormía.
Ya habían pasado seis meses desde su nacimiento y hoy nos reuniríamos los tres matrimonios para el bautizo de nuestros hijos, iba a ser una locura, pero logramos hacer un breve ensayo con el sacerdote ya que eran cinco bautizos, las gemelas Daila y Layla hijas de Dafne con cuatro meses y una semana de nacidas, los gemelos Declan y Oriel hijos de Dania con cuatro meses dos semanas de nacidos y nuestra pequeña Adhara.
Con cinco niños recién nacidos decidimos hacer una comida luego de salir de la iglesia, por lo que habíamos reservado en un nuevo restaurante que pertenecía a Mauricio y su hermano. Él y su esposa fueron a la clínica a conocer a nuestra pequeña, así que los invitamos a este evento y enseguida puso a disposición una parte del local que consta de un salón de banquetes y parque infantil, por lo que era perfecto.
Vi a Hoa caminar hacia mí y aún con mi hija en brazos como prueba de nuestra unión, me parece mentira la relación que tengo con ella, eriza mi piel con solo tocarme, me enciende solo con un beso en mi cuello, pero aparte de la gran atracción de nuestros cuerpos es la mujer que extraño apenas sale de la habitación.
La que me hace sonreír con solo recordar su rostro, a la que quiero contarle cada día de mi vida y a la que puedo escuchar hablar toda la noche, es mi complemento, la amo por el hombre que soy con ella y aunque lo creía imposible, siento que cada mañana me encanta más.
Mi mujer –a mi lado oscuro y posesivo le encanta llamarla así–, viene a decirme que ya es hora de prepararnos para ir a la iglesia, ya tiene al resto de la tropa vestidos, solo faltamos nosotros y la pequeña.
Una vez listos nos dirigimos a encontrarnos con nuestros amigos para dar inicio a la ceremonia, estuvo hermosa y graciosa con el pase de niños de unos brazos a otros, considerando que casi bautizamos dos veces a uno de los hijos de Octavio.
Hasta el sacerdote interrumpió el acto para reírse del enredo, pero al final salimos todos airosos y con los cinco niños cumpliendo el sacramento, ya era momento de ir a celebrar y nos fuimos al restaurante de Mauricio y su hermano, el cual no conocemos y parece que no lo haremos nunca, ya que Mauricio evade el tema cada vez que le pregunto por él, porque en nuestros acuerdos siempre él representa a su hermano.
La comida estuvo exquisita, pero cuando voy con Lucio y Octavio a cancelar todo en la oficina de Mauricio, lo encontramos con un hombre cuyos ojos son idénticos a los de él, por lo que al fin nos dice:
–Señores, les presento a mi hermano Thomas Spencer.
–Mucho gusto, es un placer conocerte finalmente –le digo extendiendo mi mano.
–El gusto es mío, aunque solo faltaba estrechar nuestras manos socio.
–Jajaja, ciertamente, permíteme presentarte a mis mejores amigos Octavio Figuera y Lucio Bataglinni.
–Un placer señor Figuera y señor, ¿Bataglinni?, ¿algún parentesco con mi padrino y mentor Fabricio Bataglinni?
–Es mi abuelo y jefe de mi familia –respondió Lucio, con todos sus sentidos alerta porque si su abuelo es padrino y mentor de este hombre, sus actividades no son muy lícitas que se diga.
En ese momento llegó Hoa, quién me buscaba afanosamente, porque me estaban llamando al teléfono de ella, al entrar se quedó mirando a los hermanos paseando su vista de uno a otro, sonrió apenada y dijo:
–Disculpen la interrupción, pero Gaspar te están llamando a mi teléfono porque no respondes el tuyo, hay una consulta para ti en el puerto.
–Ya los llamo preciosa, ven para presentarte al hermano de Mauricio, el señor Thomas Spencer.
Hoa se acercó sin dejar de verlo y fue frunciendo el ceño casi sin darse cuenta, al estar cerca extendió la mano y él habló:
–Es un placer conocerla formalmente señora Davis.
Hoa se estremeció y abrió los ojos sin poder disimular la sorpresa, esa voz y esos ojos, ¡ese hombre estuvo allí cuando estaba secuestrada!
–Tú estabas allí –le dijo sin poder contenerse.
–¿Allí dónde preciosa? –le pregunté extrañado.
–Cuando la secuestraron –respondió Lucio.
Octavio se fue a la puerta, la cerró y seguidamente sacó su arma apuntando a Thomas, yo sujetaba a Hoa que estaba aturdida, Mauricio no daba crédito a sus ojos mientras Lucio se abalanzó sobre el hombre diciendo:
–Quiero respuestas ya.
–Las daré cuando me sueltes –dijo calmadamente Thomas.
Lucio lo soltó, pero Octavio lo mantenía apuntado, Thomas tomó asiento y nos invitó a tomar asiento, pero Hoa y yo permanecíamos de pie abrazados, ella aún temblaba.
–Si conocen a la familia Bataglinni saben que son una poderosa familia italiana, yo trabajo con y para ellos, me establecí hace algunos años aquí para manejar esta parte de la geografía, pero el alcalde que no sabía en ese momento que es mi hermano tuvo la genial idea de cerrar varios de mis locales eliminando a muchos de mis hombres en el proceso, por lo que solo quería vengarme y al buscar a alguien que le afectara encontré a la mujer a quien él le enviaba flores e inventaba excusas para ir a su restaurante, así supe que era importante para él, por lo que era un eslabón delgado que lo haría devolverme mis negocios, esa fue la razón de secuestrarla y mis intenciones eran claras, pero apenas la vi me cautivó.
#2809 en Novela romántica
#706 en Novela contemporánea
papa soltero, historia familiar con rasgos de humor., familia contemporánea
Editado: 22.05.2024