AITANA DAVIS
Desde que llegué a Milán mi único enfoque ha sido estudiar, el apartamento es super cómodo y céntrico por lo que sin esfuerzo alguno tengo todo cerca, he destacado mucho en el instituto lo cual me favorece bastante ya que será más fácil obtener las prácticas profesionales que son requisito indispensable para la obtención del certificado final.
En un equipo de trabajo logramos la nota más alta y la exhibición del diseño que hicimos, por lo que estamos eufóricos y mi amiga Fernanda con quien he creado una estrecha amistad, nos ha invitado a su casa por tres días incluyendo el fin de semana, ella vive en España y dice que su familia estará encantada de recibirnos.
Ciertamente me entusiasma el viaje porque no he tenido mucha diversión aquí, muy pocas veces ha surgido alguna salida y no he asistido a todas para no desviarme de mi objetivo. Todos aceptamos la invitación y nos disponemos a un largo fin de semana en España.
Llegamos y comienza la diversión porque su familia es muy entusiasta, le avisaron a Fernanda que su hermana Federica también llegará pronto y ella armó una gran algarabía por esa noticia. Nos llevó a la bodega para una cata de vinos y la pasamos genial bromeando y degustando los vinos de su familia.
Ya entrada la noche nos indicaron que teníamos media hora para prepararnos y poder disfrutar de la fabulosa paella que habían preparado en nuestro honor, estaba en la habitación que compartiré con otra de las chicas del grupo y nos ayudamos mutuamente con el maquillaje, oímos a Fernanda gritar y entendemos que ha llegado su hermana Federica, nos reímos y terminamos de arreglarnos para bajar al comedor.
Íbamos distraídas conversando cuando Fernanda le pidió a su hermana que le prestara atención para presentarnos, cuando yo giro la mirada hacia donde se encuentra Federica, veo que a su lado está el hombre que me dejó su corazón y a quien debía avisarle si alguien llamaba mi atención.
Fernanda, antes de las presentaciones llamó a su hermana Federica hacia nosotras y cuando esta llegó le comentó:
–¡Joder hermana!, y ¿ese tío?, ¿lo sacaste de una revista?
–A que está bueno –respondió Federica.
–Está buenísimo, ¿están liados?
–No tenemos la etiqueta de novios si a eso te refieres hermanita, pero llevamos dos años follando, así que podría deciros que estamos juntos, jajaja. Ven que se los presento.
Cuando escuché lo que la chica dijo, pensé que me desmayaría, saqué fuerzas y caminamos hacia Manuel Eduardo quien no había dejado de observarme con la boca y los ojos muy abiertos.
–Les presento a Manuel Eduardo –dice Federica.
–Yo lo conozco –digo de inmediato, porque no voy a prestarme al jueguito de fingir que no sé quién es.
–¿Cómo y de dónde? –preguntó Federica.
–Estudiamos juntos desde que teníamos 7 años hasta terminar la preparatoria.
–Vaya pues, confirmado lo de que el mundo es un pañuelo –exclama Fernanda.
–Así es –afirmo y lo saludo sin acercarme–, ¿cómo estás Manuel Eduardo?
–Muy bien Aitana y a ti, ¿cómo te ha ido?
–Muy bien también, gracias.
–Bueno chicos, pasen a la mesa ya todo está servido, espero que les guste la comida española –anunció la madre de las chicas.
Me retrasé un poco adrede y Manuel Eduardo al percatarse de ello, se detuvo unos segundos también, cuando estuve a su altura le dije lo más rápido y bajo que pude.
–Me sentí muy mal por mi reacción durante nuestra cena, luego al leer tu carta fue peor y lloré mucho, ahora puedo decirte con calma y tranquilidad, que te devuelvo tu corazón, está intacto y puedes usarlo perfectamente con Federica, ya que llevan dos años follando. En realidad, lo único que necesitabas para olvidar tu amor eterno por mí era dejar de verme, estuvo fácil ¿no?
Aceleré el paso y me senté rápidamente entre Fernanda y su madre, para no darle tiempo a responderme. No dejó de mirarme todo el rato que duró la comida porque se sentó casi frente a mí, pero al lado de Federica, así que yo alternaba la dirección de mi vista entre Fernanda y su madre.
Al terminar las hermanas dijeron que nos íbamos todos de marcha, al principio no entendí el término hasta que otro de nuestro grupo dijo que no bebía alcohol, allí entendí que saldríamos de fiesta.
Me propuse disfrutar la velada, el sitio al que fuimos tenía muy buena música y con lo que me gusta bailar, no desperdicie ni una sola canción, con tal de no estar en la mesa viendo los arrumacos de Federica con Manuel Eduardo, al que en todas las ocasiones noté que la esquivaba, pero ya eso no significaba nada para mí.
Él seguía observándome y fruncía el ceño cada vez que alguno de los chicos me abrazaba para bailar algo lento, lo vi bailar pocas veces y siempre con la hermana de Fernanda.
Al día siguiente fuimos temprano a la playa, de regreso nos quedamos a comer en un hermoso club y en la noche nos reunimos en la piscina de la casa, cantamos, conversamos y reímos mucho, yo, por supuesto, me mantuve lo más lejos posible de Manuel Eduardo y Federica.
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papa soltero, historia familiar con rasgos de humor., familia contemporánea
Editado: 22.05.2024