Me perteneces

Capitulo 1

Me encuentro recostada en la cama de mi habitación, mirando atentamente mi laptop y jugando un juego online que trata de comer bolitas.

-Este es el juego más estúpido de la vida – me quejo y Daniela sonríe en respuesta.

-¿Cómo puedes decir eso Violeta?- me regaña señalando con el dedo la pantalla del ordenador- Esto es de estrategia tienes que cuidarte de que no te coman las bolas gigantes y a la vez comer a las bolas inferiores, no puedes decir que no es el mejor juego que hayas jugado hasta ahora- dice exaltada y niego con la cabeza.

-Tú eres la persona y amiga más extraña que conozco Daniela, te lo juro- digo segura y ella comienza a reír en respuesta.

-Soy la única amiga que tienes- me recuerda.

Buen punto.

-Eso dolió- me quejo y esta sonríe, mira la hora en su muñeca, cierra su ordenador y busca su bolso apresurada.

Suelto un suspiro frustrado.

-¿Tan tarde es?- pregunto y ella se encoje de hombros.

-Debo de ir a cuidar de Paul- me recuerda consultando su reloj- Y ya me he retrasado, mi madre me matara si se le hace tarde en el trabajo por mi culpa- asegura poniéndose su chaqueta y despidiéndose con la mano antes de salir corriendo de mi habitación y escucharla bajar a paso apresurado las escaleras.

-¡Salúdame a tu hermano!- alcanzo a gritar y la escucho murmurar algún comentario afirmativo.

La habitación se queda nuevamente en silencio y suelto un suspiro mirando mi habitación buscando alguna cosa que pudiera hacer mientras mi madre se desocupa para ir de compras como habíamos acordado, pero no encuentro nada, recientemente he terminado de leer todos mis libros y mi madre se niega a comprarme más, el computador definitivamente no es lo mío, mucho menos jugar ese estúpido juego de Daniela y quedarme sentada viendo televisión todo el día creo que es algo que odiaría hacer con todas mis fuerzas.

Espero que mi madre se desocupe rápido, hace tiempo que no pasamos tiempo de calidad madre e hija, además estoy tan ansiosa de que me compre aquel hermoso vestido que vi en el aparador de la plaza que siento mi estómago revolverse de la emoción.

-Cariño...- escucho decir a mi madre abriendo la puerta de mi habitación por completo y sonriéndome con culpa, haciéndome saber mucho antes de que lo pronuncie lo que está apunto de decirme. Sí, debí suponerlo ¿Cómo pude ser tan ingenua para creer que realmente cumpliría con su palabra?- Sé que hoy debíamos ir de compras pero... me han llamado del hospital, uno de mis pacientes se ha puesto mal, probablemente tengamos que operar y yo no puedo dejarlo así sabes que soy la única cardióloga del pueblo y…-

-Lo sé- digo resignada mordiendo mi labio inferior y mirando hacia otro lado para evitar que vea la miseria en mi rostro.

Sé que parecerá egoísta, sé que debo parecer una maldita niña berrinchuda, pero realmente creí que hoy podría tener a mi madre para mí, creí que hoy realmente podría hacer a un lado a sus pacientes y dedicarme un poco de tiempo… Al menos el poco tiempo que podría darme.

No pido mucho, solo una hora de su tiempo y de su atención ¿Por qué tengo que pagar yo el hecho de que sus pacientes no hayan cuidado su cuerpo? Como el señor Montero que está ahora postrado en cama cuyo corazón apenas puede bombear la sangre suficiente debido a su obesidad.

¿Qué culpa tengo yo de eso? ¿Por qué no tiene tiempo para mí? ¿Por qué eligió esa maldita profesión?

Mi madre entra rápidamente a mi cuarto ya vestida para ir al hospital y me besa la frente dedicándome una sonrisa tímida.

-Te prometo llegar temprano para que veamos una película como mínimo, traeré palomitas y dulces, la cena está en el refrigerador y cualquier cosa que suceda te llamaré a tu teléfono- me asegura despidiéndose con urgencia y saliendo de mi habitación como un rayo.

Suspiro.

-Un día de estos haré que se me paralice el corazón, así tal vez podrías pasar tiempo conmigo- refunfuño para mí misma.

Mi madre es cardióloga en el hospital más grande de toda la ciudad, mi padre es neurólogo del mismo hospital y ambos se la pasan metidos tanto tiempo en aquel enorme edificio, tanto tiempo que me hace pensar en qué momento pudieron tener tiempo para procrearme o para parirme.

Me asomo por la ventana observando a mi madre irse, veo el automóvil alejarse lentamente y lo sigo con la mirada cuando noto algo extraño.

La casa más cercana a la nuestra parece tener las luces encendidas lo cual es sumamente extraño ya que nadie vive ahí y los propietarios jamás han venido siquiera a darle un vistazo.

 

Vivimos en un pequeño bosque conectado con la carretera, no es un lugar inhóspito claro está, pero si estamos muy retirados los unos con los otros y la casa que se encuentra iluminada se supone está deshabitada desde que tengo uso de razón.

Una punzada en el estómago me hace sentir extraña y ansiosa, tamborileo con mis dedos un momento mirando aquel lugar fijamente hasta que suspiro resignada.

Siempre he sido sumamente curiosa y siempre he tenido una atracción fatal hacia el bosque, no puedo evitarlo, desde que era niña escapaba de casa simplemente por adentrarme al bosque a jugar con los árboles y en ocasiones a asomarme a aquella casa.




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