Ayleen.
—Vamonos Alex. Sacame de aquí.
Para posteriormente cerrar los ojos. Porque no soportaba seguir observando la maldita escena que Alán y la rinoplastia andante estaban protagonizando.
—Alán tiene los días contados.
—Deja tus amenazas y sacame de aquí.
Alex acato mi orden y juntos salimos de la habitación.
Tengo el corazón destrozado, pero no por eso me sentaré en el sofá a llorar como una magdalena.
—Me ire un meses al racho de Dustin.
—Eso sería lo mejor.
Alex coloco su brazo alrededor de mis hombros, mientras bajábamos las escaleras.
—Y además de eso aprovecharé que Maia esta de vacaciones para ir con Kirk a la montaña.
—No me gusta ese plan.
—Pues tendras que hacerte la idea porque yo no desistiré.
Cuando estuvimos en el primer piso la señora apareció por arte de magia.
—¿Hablo con el señor?
—Si, y de una vez por todas pude comprobar lo capullo que es. -la mujer enarcó una de sus cejas. —Y si es tan amable porfavor dígale que se valla al mismísimo infierno y que los papeles de nuestro divorcio lo estarán esperando en la maldita mesa de su casa.
—Yo no le diré eso.
—Entonces que se lo susurré el diablo.
La señora abrió los ojos como platos e hizo la señal de la santa cruz.
—Vamos Ayleen…
Alex prácticamente me arrastro hacia la puerta y no soltó mi brazo hasta que estuvimos en el auto.
—Necesito refuerzos.
—Ni te atrevas a llamar a Duncan o Dustin. Porque te las veras conmigo.
—Entendido mi generala.
En cuanto Alex coloco el auto en marcha, cerre los ojos queriendo olvidar lo que había visto.
Pero lastimosamente esa imagen no pudieron salir de mi cabeza. Y estoy segura de que nunca saldrán de mi mente.
El viaje al rancho de Dustin se había pospuesto dos días, porque en mi empresa sucedió un gran inconveniente. El cual me mantiene de mal humor.
—Luz, comunicate con la representante de la niña mimada y caprichosa.
Mi asistente personal asintió y salio a toda prisa de la oficina.
—Es una lastima que esa chica tenga la voz más hermosa de todo este tiempo. -verbalice para mi y posteriormente recargue mi cabeza en mi silla giratoria y cerre los ojos.
Pero fui obligada abrir los ojos abruptamente tras escuchar como la puerta de la oficina se abrió abruptamente.
—No te divorciaras de mi tan fácil Ayleen.
Oigan a este…
—Dos cosas le voy a decir señor Montero. -con pesar me levanté de mi silla giratoria. —Número uno, que sea la última vez que invade mi propiedad como si usted fuera el rey de este lugar. Número dos, firme el maldito divorcio y deje de joderme la vida.
—No te dejare libre para que retoses con tu maldito amante.
Estas palabras me confirman que sin duda alguna la doble moral existe.
—¿Y tú si puedes retozar con la rinoplastia andante?
—¿De que estás hablando?
—No te hagas Alán, porque ambos sabemos que eres el menos indicado para hablar de infidelidad.
—Nunca te he sido infiel.
Enarque una ceja y sin poder contenerme una gran carcajada salió de mi boca.
Y en el momento justo antes de que yo pudiera hablar, la rinoplastia andante entro a la oficina.
Genial, llego la cereza que le faltaba al pastel.
Sin duda alguna, Dios los cría y ellos se juntan.
—¿Todavia tienes la desfachatez de negar que no me has sido infiel?
Pregunte mientras alternaba mis ojos entre los dos amantes.
—No he sido infiel.
—Hare como que te creo.
—¡NO HE SIDO INFIEL…!
—Claro querido. Como tú digas. -tras estas palabras Alán me lanzó una mirada fulminante. —Si eso era todo lo que deseabas aclarar conmigo señor Montero, le pido de favor que desaparezca de mi vista cuanto antes y de paso llévese a su mujercita, la rinoplastia.
Alán coloco sus ojos en la mujer he hizo una mueca.
—Ella no es mi mujer.
Esas palabras parecieron no gustarle a la mujer porque me lanzó una mirada que si esta matara ya estuviera tres metros bajo tierra.
—No me interesa si es o no su mujer, señor. Lo que busco es que se marchen de mi oficina para tener la paz que se esfumó cuando entro a mi oficina.
—De aquí no me marcharé. -la mujercita Inquirió estas palabras y yo sonreí.
“Le voy arrancar las extensiones. Por perra y por cogerse al palito del gustico que debería ser solo de nosotras.” Diablita grito colérica mientras se colocaba unos guantes de boxeo.
Deja la violencia y espera pacientemente el castigo que le impondrá Dios. Mini angelito tras acotar estás palabras se gano una mirada fulminante de parte de diablita.
Callate si no quieres que te arranque las alas.
Mi pobre angelita escondió sud pequeña y hermosas alas e hizo una señal de rendición.
Volví a mi realidad cuando escuché la voz de Alán.
—Me ire pero antes de hacerlo te adelanto que no firmare el maldito divorcio.
—Deja de ser insensato Montero.
—No te dare el divorcio para que presumas a tu amante.
—¿Entonces yo si tengo que ver como me presumes a tu mujercita o peor aún, ver como te la follas?
Montero negó para posteriormente salir de la oficina.
Dejandome a solas con esa mujer.
—Ve por tu hombre… corre que todavía puedes alcanzarlo y a su dinero también. ¿O es que no es Alán el estupido que buscas?
—Él me ama a mi, aunque eso esta de más decirlo porque según lo que contaron nos viste en nuestro momento más candente. -la muy perra se atrevió a sonreír tras verbalizar esas palabras. —Es una lastima para Alán que tuvo que aguantarte por cinco años, hasta dar conmigo, porque yo soy la mujer de su vida.
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Editado: 20.08.2024