No se que me había pasado por la cabeza cuando encerré a esa mujer en el sótano de mi casa.
Cada día nuevo la dama como yo la hacía llamar desafiaba mis reglas e intentaba acabar conmigo.
Ella tiene todo lo que me gusta de una mujer. Es bella, caprichosa e indomable. Una exquisitez para mi.
—Señor la dama rompió la ventana del sotano y salto sin pensar.
—¿Qué?
Abrí mis ojos como platos ante las palabras de mi segundo al mando.
—Esta tendida en el suelo inconsciente y murmura que quiere matarlo acabar con Duncan.
Fruncí mi seño tras escuchar estas palabras y me levante de mi silla giratoria con rapidez.
Caminé hacia la puerta y cuando estuve en el umbral de esta me detuve abruptamente al ver como uno de mis hombres cargaba a la dama, mientras está tenía la cabeza recostada en el pecho de él.
—Señor.
Observé las manos de mi subordinado alrededor de la cintura y pies de la chica y algo dentro de mi explotó.
—¿No que estaba inconsciente y delirante?
Gire mi cabeza hacia mi segundo al mando y este simplemente se encogió de hombros.
—Sueltala en este mismo instante si no quieres tener problemas conmigo.
El hombre se vio amedrentado por mis palabras e intento dejar a la chica sobre el suelo. Pero esta se resistió.
—Maldito animal. ¿Es que no ves que estoy convaleciente...?
Le di una mirada fulminante y ella me la devolvió.
Camine hacia ellos y el pobre chico evito mirarme.
—Sabes tengo el castigo perfecto para ti por todos los destrozos que le has hecho a mi casa.
—No son destrozos animal, véalo más bien como decoraciones.
Tras estas palabras la chica sonrió con cinismo.
Sonrisa la cuál se borró cuando estuve al frente de ella.
—Te quiero a mil metros de ella. -le dije al hombre y esta asintió. —Por que nadie más que yo tocara a mi mujer...
La indomable chica abrió los ojos como platos y se sonrojo.
—Yo no soy tu mujer. -afirmo entre dientes.
—¿Olvidaste lo que sucedió en mi baño? ¿O peor aún como me pedias más? -dije solo para que ella me escuchará, logrando con esto hacerla sonrojar. —Si tú lo olvidaste yo tengo grabado en mi memoria tus gemidos de placer, como apretabas mi verga con tu coño y la forma erratica en la que me pediste que te hiciera mía.
La mujer me miro a los ojos para después desviar los ojos hacia la izquierda.
Así que en un movimiento rápido de mi parte, la aparte de los brazos del hombre.
—Escúchenme todos porque hablaré una sola vez... -la mujer que mantenía presa entre mis brazos se removió incómoda. —Esta mujer que ven aquí, a partir de hoy se convertirá en mi dama, mi mujer asi que deben servirle como si fuera yo mismo que les ordenara.
—¡Buscate a otra mujer porque yo me largo...!
Mi fiera indomable trato por segunda vez salir de mis brazos pero no lo logro.
—Me van a disculpar chicos, porque tengo que ir a ajustarle las ideas a mi mujer.
—¡No soy tu mujer, engendró del demonio...!
La dama trato de golpearme y yo por segunda vez evite el golpe.
—¡Sueltame maldito Salvatierra del demonio...!
—No te voy a soltar.
—¡Te voy a matar Duncan, te voy a arrancar la piel...!
—No soy Duncan, soy Alexander Salvatierra y desde hoy eres mía.
La mujer enarcó una ceja.
Y sin ella ver lo venir le plante el beso del año y coloque una de mis manos en su nuca.
Bendita sea la hora que esta sanguinaria mujer entro a mi casa con la intención de matarme, bendito sea ese día. Porque de esta casa y de mi cama no saldrá con facilidad....
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Editado: 20.08.2024