Rebeca suspiro aliviada al entrar al ascensor, no solo porque se encontraba vacío, sino también por la mirada fija que le dio aquella extraña mujer. Saco sus ojos perdidos de su memoria y se lamentó, pero no demasiado, por no haberse despedido como merecía del guapísimo de Andrew. Era una lastima que compartieran edificio, de otra manera ella probablemente se habría quedado un poco más entre sus brazos. Recordó con sutileza el aroma de su perfume el cual era amaderado y cítrico probablemente Bleu de Chanel. Su bendita perdición, pero sobre todo recordó sus manos firmes sosteniendo sus caderas mientras el fuego de sus cuerpos los consumía. Sintió la incomodidad creciente entre sus muslos, sin duda necesitaría una ducha de inmediato al llegar a casa o tal vez jugaría un poco con su vibrador solo para olvidarse de esos ojos azules magnéticos que la hicieron ver estrellas durante la noche.
Era sábado los fines de semana eran los días libres de Rebeca, después de su ducha cayo exhausta en la comodidad de su cama, hasta que el sonido de su celular la despertó. Lo busco esperando que dejara de timbrar porque lo único que deseaba era dormir, pero sería la niñera de la hija de su vecina, Sophie de cinco años. Esa pequeñita era su adoración, por lo que un no, a su vecina, Regina que era un amor andando era imposible.
Se puso ropa cómoda y salió directa al departamento conjunto. Confundida por el hecho de que Desiree la abuela de Sophie estuviera ausente, ya que ella solía cuidarla.
—Me alegra que tuvieras tiempo para esto, mi madre encontró un club de corte y confección, está obsesionada con eso, por suerte es durante la media tarde y casi siempre tengo el horario de noche en el restaurante, pero los fines de semana me toca desde el mediodía así que…
—Descuida, no tenía planes para hoy. Dije cortando su discurso de culpabilidad, la entendía ser madre era una tarea ardua y más si eras soltera.
Me miro apenada y me abrazo en agradecimiento.
—Muchas gracias Becky no sé que haría sin ti o Nora…
Hablando de la cotilla de Nora, estaba aliviada de permanecer el resto del día en la seguridad del departamento de Regina, porque cuando Nora me viese se desataría su interrogatorio, de eso no tenía duda.
La tarde paso volando, entre películas de Barbie y Disney, con un montón de helado y pizza. Porque no me sentía con la libertad de cocinar en casa ajena, y bueno seré honesta si, no deseaba hacerlo tampoco. La pequeña Sophie estaba contenta, cuando su abuela llego corrió a sus brazos, para entonces eran las seis de la tarde, su madre regresaría hasta las 8. Desiree me agradeció en reiteradas ocasiones, acepte de recompensa la rebanada de su famoso pastel de zanahoria que me estaba regalando. La dieta no importaba cuando probabas la delicia del betún y la ligereza del bizcocho.
Disfruté en silencio la serenidad de mi departamento, acomode las cosas que sentía estaban fuera de su sitio y mire con detenimiento el saco de Andrew. A la medida y de diseñador italiano, bueno era una forma de compensar mi vestido, un valentino de coctel, utilizado la noche de ayer que termino estropeado.
Las chicas del edificio, Nora y Regina, se presentarían en cualquier momento, Nora con una botella de tequila dispuesta a preparar mojitos y Regina con una gran porción de pasta tres quesos, cortesía de su trabajo.
Cuando llegaron me miraron en advertencia diciendo sin hablar “no te salvaras de nosotras, cuéntanos todo”. Negue con una sonrisa porque al final terminaría hablando. Tomé el plato de pasta y lo distribuí en 3 cuencos para nosotras, las chicas estaban en el comedor, preparando los mojitos.
Teniendo todo listo, nos acomodamos en mi pequeña mesa, redonda para máximo cinco personas. Ambas estaban a mis costados, esperando ansiosas que les diera detalles jugosos sobre el día anterior.
—De acuerdo, yo no tenía ni idea de que él vivía en este edificio.
—¿De quién están hablando? Pregunto confundida Regina, es que ella no me había cachado con el muñeco Ken.
—Yo te cuento querida amiga. Dijo Nora emocionada. —Estaba tomando mi turno de noche cuando ingreso el vecino guapo del piso 6, pero el se encontraba acompañado nada más y nada menos que por nuestra querida amiga Rebeca.
La quijada de Regina estaba por los suelos, su rostro bañado en sorpresa me miraba sin creer lo que Nora le contaba.
—No lo creo, el vecino nuevo que parece caído del cielo.
—¿Ustedes ya lo habían visto? Pregunte porque no imaginaba todo el revuelo que iba a causar mi ligue de una noche.
—Tendrías que ser ciega para no mirarlo. Dijo Nora con obviedad.
—Es que en verdad no sabia que el era residente del edificio, sino jamás me hubiera acercado a él, lo que menos quiero es lidiar con confusiones y sentimientos.
—Amiga, se honesta aun sabiendo que el era tu vecino, habrías salido con él. Me delato Regina sin dejarse objetar por mí. Aunque no tenia palabras para negar su declaración.
—Y cuéntanos, necesito detalles por favor, mi padre me vigila todo el tiempo por la cámara ¿sabes cuantos repartidores guapísimos vienen al edificio? Demasiados y de ningunos he obtenido el número.
—No seas sucia, no puedo entrar en detalles Nora, y respecto a tu padre… intenta escapar de la cámara de vez en cuando y pídele el número al chico más sexi que se te cruce, es una orden.