Capítulo 15: Huesos
No consigo sacar a Asier de mi mente, tampoco el sabor de sus labios. Hace más de dos meses no concebía la idea de volver a sentir ese maravilloso malestar en el estómago, esa sensación que tantos escritores describen como mariposas aleteando con fervor dentro de mi estómago. Fueron tantas las lágrimas que derrame, fue tan grande el vacío en mi pecho que para mí no había cavidad para sentir otra vez, para que mi corazón se acelerara con solo una mirada. Pero al mismo tiempo tengo miedo de permitir que una atracción trascienda y termine con el corazón roto otra vez. No sé si sea el momento para una relación, o sencillamente para permitir que alguien entre a mi vida.
Ha pasado poco tiempo desde mi ruptura, y ya no duele como esos primeros días. Mas, aun me afecta un poco lo que paso.
Si le preguntara a Lorenzo diría: debes seguir adelante con tu vida, y si alguien llega pues toma la oportunidad.
Si es por mi familia, mi madre me lanzaría al primer pretendiente para que me case y le dé nietos. Mi relación con mi hermana es pésima, por no creo que le importe mucho mi vida amorosa. En cuanto a mis abuelas, tanto la que sigue con vida como la que se encuentra el puesto de copiloto han aprobado a Asier. Hace pocos minutos recibí una llamada de mi abuela Felicidad, llamo en el momento propicio como si nos hubiéramos conectado telepáticamente. Estaba llamando para ver si seguía con vida porque no me he tomado la molestia de llamarla desde que nos vimos el domingo, lo que no debería extrañarle no soy muy de estar pegada a un teléfono. Además, mi trabajo siempre absorbe todo mi tiempo y estos últimos días con todo lo que ha pasado tiempo es lo menos que he tenido. Generalmente no tengo mucha comunicación con mi familia, solo las reuniones familiares los domingos. Me he convertido en una persona distante después de mi accidente, el resurgir de mi don y el rechazo han sido un detonante que me ha hecho poner distancia como un mecanismo de defensa para no salir lastimada. Bueno esa es una de las tantas excusas que ha creado mi mente para cuando se desempolva el tema, que es casi siempre. La verdad es que ña mayor parte del tiempo no me siento a gusto entre mi propia familia. Entre una cosa y otra le he dado u resumen desde la noche del domingo y esta mañana, lo que incluye en detalle a Asiera Amaíz y lo que involuntariamente comienzo a sentir por él.
Ella está feliz de que exista un joven acortejándome, creo que sus palabras exactas fueron: en ocasiones lo mejor para olvidar es tener a alguien que nos impida pensar. En efecto él ha conseguido que eso me ocurra, hasta me ha dejado embobada en medio de la calle. Ella está encantada con él, aunque no lo ha conocido. hasta me amenazo para que ni se me ocurriera cancelar la cena de esta noche, y le molesto mucho que hubiera ido a cenar con Jhosep, ni siquiera mis razones de peso le importo. Solo que no quiere que lo vuelva a ver, no después de todo lo que hizo, y mas aun lo que pueda estar ocultando.
Para cuando nos despedimos me encontré prometiendo que iría a cenar con Asier y que me permitiría por los menos conocerlo. En cuanto a mi acompañante si estuviera viva hubiera hecho que de una vez eligiera fecha para una boda. Según ella es el indicado.
—¿Qué usaras esta noche? —pregunta mi abuela Margarita con excesivo entusiasmo. Parece que fuera ella quien ira a la cena y no yo.
—Aun no lo sé —digo con la mirada fija en la carretera. Esta zona no es muy transitada debido a que el cementerio que una vez fue el principal de la isla ahora está abandonado. Creo que soy la única que viene de visita.
—Te ayudare a elegir uno. Hoy tienes que verte preciosa —su emoción no parece caber en el auto.
Me estaciono en la entrada del cementerio, o más bien lo que fue hace años. De lo que vez fue la entrada principal solo queda el marco de metal que sostiene unas puertas invisibles, una entrada abierta sostenida por una muralla destrozada. El peso de los años y el abandono han hecho un gran trabajo de deterioro.
La primera vez que llegue a este lugar mis piernas temblaban con la sola idea de poner un pie dentro, recuerdo haber pasado casi una hora decidiendo poner un pie dentro del cementerio, que fuera de noche en aquel momento tampoco me ayudaba mucho. Mis inicios como médium fueron terroríficos. Este lugar me causaba mucho miedo, ahora es como un santuario para mí a donde siempre vengo por un consejo y respuestas.
—Hoy recibirás un regalo maravilloso —expresa mi abuela tan emocionada.
—¿No me dirás de que se trata? —pregunto mientras abandono el auto.
—Es una sorpresa —es su respuesta.
Ella preside nuestro andar por los estrechos espacios entre una tumba y otra, la hierba llega a la altura de mis pantorrillas. La naturaleza se ha apoderado de una ciudad de lapidas, donde algunas han perdido el nombre de quienes reposan debajo de ellas, otras tan deteriorada que han perdido la seguridad del concreto contra la tierra. Algunas figuras de ángeles se alzan de la tierra y regocijan a los infantes, a esos niños que descansan en este abandonado suelo. Mis pies van directo a donde me encontré tendida inconsciente hace dos días. Este lugar se ha convertido en el punto de encuentro para todas nuestras reuniones. Estamos a plena luz del día, la plenitud del son de las tres de la tarde tostándome la piel.
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Editado: 15.07.2018