Médium. Espada de hueso (libro 1)

Muerte de Daniel

Capítulo22: Muerte de Daniel

 

—Te voy a esperar aquí —dice Asier al estacionar el Spark frente el  cementerio en ruinas.

—¿Seguro que no quieres acompañarme? —pregunto. Le he contado lo que paso a primero hora con Jhosep, desde el momento en que llego hasta que apareció Daniel dejándolo perturbado y aterrado. Le ha molestado que mi ex se haya tomado el atrevimiento de ir a mi departamento, pero le ha asustado un poco la idea de que un muerto aparezca frente a él. Por lo que no he mencionado que tenemos un niño en el auto.

—Muy seguro —sus palabras selladas por un beso que me roba el aliento. Es una sensación tan gratificante, tan pura que siento como si mi alma flotara en un estado de trance donde solo existe espacio para la felicidad.

—Intentare no demorarme demasiado —susurro sobre sus labios y me alejo antes de que pueda envolverme de nuevo. La luz del sol me ciega en el momento en que pongo un pie fuera del auto, pestañeo y a diferencia de otros días en los que el panteón se encuentra desolado, hoy es como si cada uno de los muertos que ha sido sepultado bajo estas tierras hubiera decidido salir a ver la luz del sol. Los fantasmas —se encuentran murmurando en un lenguaje silencioso a los oídos de los vivos sobre sus tumbas.

¿Qué está pasando?

—¿Por qué hay tanta gente en el cementerio? —la pregunta de Asier me deja perpleja. Ni siquiera sentí cuando se bajó del auto. ¿Cómo es que puede verlos? Algo tiene que estar pasando.

—Sera porque todos están muertos —digo sin pensar mucho en mis palabras, mis pensamientos van dirigidos a lo que observan mis ojos. Lo que está pasando no puede tener otra explicación que algo está afectando el equilibrio entre los dos mundos. Asier camina hacia la entrada como queriendo comprobar por sus propios ojos que toda la gente que percibe son fantasmas.

—¿Por qué puedo verlos? —pregunta haciendo un gran esfuerzo por ocultar su miedo. Lo está tomando bastante bien en realidad, mejor de lo que podría imaginar.

—Es causa del equilibrio, lo que sea que está haciendo Mateo está logrando unificar dos mundos que siempre han tenido limites —explico. En definitiva, no salgo de un problema para entrar en otro. Como sí que Román haya sido secuestrado no fuera suficiente para empezar el día.

—El equilibrio —repite consternado—. Te esperare en el auto.

ÉL regresa sobre sus pasos y yo tomo rumbo hacia la comunidad de muertos. Daniel me sigue como una sombra fiel. Atravieso la entrada para internarme entre las danzantes almas que detienen sus murmullos al verme. Desde el momento en que tome la decisión de asumir el rol de médium con la responsabilidad del equilibrio sobre mis hombros mi nombre es bien conocido por los muertos. Que exista una reunión a plena luz del día entre las almas de estas tierras dormidas quiere decir que algo muy malo está sucediendo o está por suceder.

La última vez que los vi a todos reunidos fue esa primera noche en que vine a este lugar a ratificar mi compromiso con las almas desorientadas y descarriadas de su camino después de morir. Ese mismo día prometí defender el equilibrio.

Desde aquel momento mis reuniones son solo con un pequeño comité que los representa a todos. Camino ente los estrechos espacios entre una tumba y otra, en búsqueda de Ágata. Pero entre tantos fantasmas no la encuentro, tampoco a Ametz.

—Deben haber ido a otro lugar —sugiere Daniel.

—Es posible —concuerdo. Cambio la dirección de mis pasos hacia el este del cementerio donde se encuentran los linderos un lugar donde finaliza el terreno establecido para el cementerio e inicia un espeso boscaje. Es allí donde se encuentra la sagrada sepultura de Ágata. Su historia es un misterio, pero lo que se rumora entre los muertos es que apenas y fue sepultada. Su cuerpo estaba apenas cubierto de tierra y hojas, como si lo hubieran abandonado y tomado la molestia de ocultarlo. Con el tiempo los pobladores de la zona edificaron un mausoleo sobre sus huesos. La naturaleza ha ido cubriendo todo con los años, y esa tumba en el lindero no ha sido la excepción. La hierba es alta, algunas delgadas raíces se han ido uniendo al mausoleo, además de un árbol de Guayacán que tiene su cimiento unido al concreto que da base a la sepultura, su tronco ha tomado una extraña curva que lo inclina hacia un lado, pero una de ramas se encuentra entrelazada con la mano del ángel que mira al cielo como pidiendo clemencia por el alma que resguarda.

Me detengo y espero a que ella emerja de su tumba. Estar de pie frente al mausoleo es lo más lejos que me ha permitido llegar. Ágata emerge con su amplio vestido y una preocupación palpable.

—Sé a qué has venido —son sus palabras de bienvenida—. Ya he enviado a algunos de los nuestros en búsqueda de Román. Nos preocupa la finalidad de su secuestro. Como te habrás dado cuenta el equilibrio fue alterado. Las almas han comenzado a reunirse en lugares no muy concurrido por los vivos, pero es algo que no podemos contener por mucho tiempo.




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