MelodÍas Del CorazÓn.

Capítulo 3

Capítulo 3

 

―¡Ay demonios Fernando, solo está amaneciendo por Dios! ¿Qué quieres que vea? ―pregunto yendo hasta la puerta abrirle a Fernando y este entrando como desesperado.

―Eso… Mira eso, es lo que quiero que veas. ―dijo Fernando haciendo que mirara hacia la ventana.

Darío quedo asombrado de aquel amanecer, era una preciosidad el cielo entre rosa, naranja, amarillo y rojo a la vez, que daba una apariencia de un lugar mágico, el azul de sus ojos no podía creer lo que veían. ― Es, es… ¡Hermoso!

―Te lo dije, es una maravilla y los atardeceres es lo más precioso que hayas visto jamás.

―¿Cómo es que nadie ha descubierto este lugar?

―Bueno la zona, aparte que los pocos que lo han hecho no desean que el lugar se propague de gente foránea, el poco acceso al lugar, su geografía, en fin, todo ha contribuido para que pase desapercibido. ―Sin dejar de mirar la vista.

―Sí bueno, pero si hacemos un contrato con el gobierno de crear un fácil acceso y compramos la propiedad esto sería un éxito. ―comento Darío dando la oportunidad al lugar.

―Ya vez te lo dije, que no te vas arrepentir, anda cámbiate desayunamos y vamos a ver el hotel. ―dijo Fernando solo dejando a Darío mirando la vista, para que se terminara de enamorar del lugar.

Así lo hizo, se puso unos pantalones de lino, con unas sandalias y una camisa holgada el calor no era como para poder usar traje, solo iban a ver el lugar, el cual en cuanto vio aquella estructura sacada de una novela de época, donde Jane Austen escribiría una novela, ya que el lugar parecía una casa del tipo de sus novelas, con amplios jardines y la entrada como de cuento.

Darío solo miraba para todos lados, hasta llegar a uno de los ventanales, ahí estaba la vista a la playa cerca de un acantilado con acceso a una isla, que adornaba por su belleza espectacular de su amplia vegetación.

―Bien ¿Qué te parece? ―pregunto Fernando de estar muy feliz de que el lugar que encontró por casualidad era más que perfecto.

―Bonito, el lugar es excelente, en verdad que me gusta. ―dijo Darío viendo todo lo bueno y lo que podrían hacer con la propiedad.

―Mira ahí viene el dueño. ― saludando con un apretón de manos.

―Señores, sean bienvenidos a mi hotel, espero y les agrade lo que les muestra este lugar. ―dijo el dueño del lugar, donde los hacía entrar hasta el vestíbulo del hotel.

―Sí, señor Bachelet de verdad que es hermoso, solo que su precio me parece excesivo y aun no encuentro ¿Cómo hacer? Para que la gente venga a este lugar a vacacionar. ―Menciono Darío haciendo entender que el acceso para llegar es muy difícil.

―Sabes que esto se venderá solo, es más en este lugar nació una cantante famosa, por si no lo sabían. ―dijo el señor Bachelet para darle realce al lugar.

―Así ¿quién es ella? ―pregunto Darío, pero sin tanto entusiasmo.

―Annell Sevilla.

―Mmm no sé de dónde la he escuchado, pero bueno debe haber más, no sé solo voy a ir a explorar, déjeme ver si me convenzo. ―dijo Darío mirando el encanto del lugar.

―Si vaya, verá que una sola vuelta y le gustara yo sé, si lo vendo es porque de verdad ya no puedo hacerme cargo e invertir aquí para mí ya no es viable, así que con ese dinero me retiraré. ―dijo el dueño a ambos.

―Bien iré a dar una vuelta por la playa ¿Me acompañas Fernando? ―pregunto Darío, ya en el marco de uno de los accesos a la playa. 

―No, yo quiero ir a ver al alcalde e ir viendo sobre el acceso, me acompaña señor Bachelet.

―Sí claro, vamos yo soy el más interesado.

Darío comenzó a caminar por el acantilado, mirando el lugar en sí era precioso, ya parecía que veía el lugar muy restaurado, con un centro comercial y quizás hasta un campo de golf, el lugar se prestaba para todo eso y más.

Annell desde que se despertó había querido ir a caminar a la playa, desde hacía tiempo que no lo hacía, así que después de desayunar decidió que era hora de ir, solo esperaba que nadie la reconociera, quería meditar muchísimas cosas.

Se puso un pesquero, con una blusa holgada que dejaba ver su hombro con la caída y parte de su voluptuoso seno solo asomándose un poco, se puso sus gafas de sol y comenzó a caminar, a lo lejos veía el hotel que cuando niña imaginaba que aparecería un príncipe que la rescataría, solo decidió seguir y acercarse un poco.

Darío estaba centrado tomando fotos con su cámara, que llevaba cada que compraban un lugar, solo daba clic a la cámara cuando a lo lejos captó a una mujer que venía caminando muy distraída ¡Pero si era hermosa! Comenzó a tomarle un par de fotos sin siquiera pensar, solo era parte del lugar.

Al llegar ella, solo la miro y él solo le pregunto. ― Disculpe señorita podría tomar una foto.

―Claro por supuesto. ―Cosa que para ella era cotidiano, Annell se posó en una roca muy sensual.

―¡No! Perdón… Que si usted puede tomar una foto donde este yo. ―comento Darío un poco extrañado por la actitud de Annell.

―¡Oh claro! Solo que quien la tomara, no veo a nadie ―dijo, mirando a todos lados.




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