MelodÍas Del CorazÓn.

Capítulo 4

Capítulo 4

 

―Bueno, aun no sé qué haremos, pero si es un hecho que restauraremos este lugar. ―dijo Darío con una sonrisa seductora.

―Sabes, cuando estaba en secundaria soñaba que aquí encontraría a mi príncipe, el cual me sacaría de esta pequeña ciudad y me llevaría en su gran barco―mirando como Darío le ponía atención―. Ya sabes solo sueños de niña. ― Sonrió Annell, solo contando aquel sueño de niña que por muchos años la acompañó.

―¿Y aún tienes ese sueño? ―pregunto Darío para continuar con la plática.

Annell solo suspiro. ―Bueno… Si, aún mi niña muy dentro de mí me pide que siga soñando.

Darío no podía dejar de mirar sus ojos, cosa que para Annell, era un poco intimidante solo se ruborizaba cuando él hacía eso. ―Bueno sigue soñando quizás y ya llegó ese príncipe que te rescate de este pequeño lugar. ―dijo sonriendo muy seductoramente.

 Los meseros llegaron con la cena de 4 tiempos, exquisita que se pidió a un restaurante, uno que el señor Bachelet le aconsejó.

―Espero y te guste la cena. ―dijo Darío, sin apartar la vista de ella comenzando a comer.

―Es deliciosa en verdad, pero dime ¿A qué te dedicas? Ya sé que me dijiste que compraste este lugar, pero ¿cuál es tu rubro? ―pregunto Annell, saboreando una ensalada de mariscos.

―Bueno me dedico a comprar propiedades, donde pueda poner mis hoteles, centros comerciales, clubes e inclusive campos de golf, pero por ahora solo me dedicare admirarte ―dijo Darío solo observando como Annell se ruborizaba.

―Tienes un trabajo muy interesante, me imagino que viajas mucho. ―dijo Annell, un poco cohibida puesto que Darío no quitaba su vista de ella.

―Sí, así es, aunque a veces no es muy cómodo, no hay como estar en casa. ―contesto Darío llevando su copa a sus labios, solo saboreando el exquisito vino que pidió para esa cena.

―Sí, eso es verdad, no hay como el hogar para estar cómodo. ―contesto Annell, que igual como Darío estaba hechizada con la mirada penetrante de él.

―¿Y tú a qué te dedicas? ―pregunto Darío, muy interesado de querer conocer más a Annell.

―Bueno yo, me dedico a la música ―contesto, con un poco de evasivas sobre su trabajo, no quería que el hechizo se terminara, ya que estaba muy cómoda así solo con una cita normal.

―¡Oh concertista! Sabes me encanta la música clásica, desde muy chico mi madre me envió a tomar clases de piano y de chelo, aunque me incline más por el piano. ―Conto Darío, solo indicando que tenían algo en común.

―Ah que bien, a mi igual me gusta mucho la música, demasiado diría yo. ―dijo solo desviando la mirada, para no tener que continuar con esa charla, que con una sonrisa solo siguió comiendo.

―Bueno Annell y dime ¿Tienes novio?, ¿Alguna relación? ―pregunto Darío solo deteniéndose antes de llevar otro bocado a su boca, solo para escuchar su contestación.

―Eh no, ninguna por el momento ¿Y tú? ―pregunto igual solo llevando su copa a sus labios, mirando a los ojos a Darío esperando su contestación.

―No, igual estoy soltero por el momento. ―contesto con una sonrisa, sabía que Annell estaba ansiosa por escuchar esa respuesta.

Al término de la cena, la llevó afuera al jardín donde daba la vista al mar y estaba alumbrado por antorchas y velas por doquier, solo miraban el paisaje con el aire que corría y que se sentía en la cara, había una pequeña sala con cojines donde la invitó a sentarse.

―De verdad que el lugar es hermoso, apoyándose en la esquina de aquel mueble, quisiera quedarme aquí por horas. ―dijo Annell, solo acomodando su cabello, para que quedara de lado y admirando la belleza de aquella vista que se vislumbraba por la luna que estaba en su esplendor.

―Bueno nada no los impide, podemos quedarnos si quieres porque si, el lugar enamora a cualquiera.

Annell comenzó a tararear su canción, bésame, bésame mucho.

―Oh perdón no puse nada de música, pero veo que te gusta esa canción, ¿Cómo es que se llama? ―pregunto Darío ya que ya la había escuchado antes, solo que no recordaba su nombre y algo le decía que la voz la recordaba.

―Bésame Mucho, si es hermosa ¿La has escuchado? ―pregunto ya que en la radio no dejaban de ponerla.

―Si, a mi chofer le gusta mucho y la puso hace apenas un par de días, dice que la canta una chica, ay se me olvido el nombre, no la verdad no recuerdo su nombre. ―dijo con un poco de pena, pero con tanto en su cabeza se le escapó el nombre.

―Si no recuerdas su nombre, es porque no te gusta su música ―contesto Annell, sin sentirse desairada, al contrario, era fascinante encontrar a alguien que simplemente no la identificara como artista.

―No, al contrario, me gusto su forma de cantar, es solo que casi no escucho ese tipo de música, yo soy más de lo clásico, sabes me gusta la ópera y más lo lírico, es por eso que casi no escucho música reciente. ―Contesto solo recibiendo un par de copas que le trajo el mesero que contrato, dándole una a Annell.

―Sí, supongo, terminándose la copa que tenía en su mano, se levantó para ir al barandal que daba al mar―. Sabes que, nunca imaginé estar aquí contigo en este lugar maravilloso.




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