Me cargaste en tus brazos,
me aseguraste cobijó,
me me miraste y
me dejaste caer.
Solo jugaste con mi corazón
y me conforme con estar a tu lado,
protegiendote de todo mal
y cosiendo tus sangrantes heridas.
Acurrucadote en las noches,
cuidado tu salud física y mental,
ayudando te en todo
para la carga de tus hombros alivianar.
Pero solo me lastimaba a mi,
por protegerte me descuide,
por secar tus lágrimas, las mías dejé caer,
y mientras callaba a quien te osó difamar,
te permití hablar mal de mi.
Y aún con todo me quedé,
quebrandome por dentro,
destrozado mi alma
y desvaneciendome en el tiempo.
Tiempo que creí que nos uniría,
tiempo que pensé que me amarías,
porque el tiempo lo sana todo
menos las penas de alma.
Alma tan frágil como un rosal
que brinda una belleza excepcional,
pero que se auto-protege con espinas
y se marchita a la frialdad de tu amor.
Por tu mal querer me destroce el alma
y mi corazón no cuide jamás,
no tuve otra opción que secar mis lágrimas
y aceptar así mi muerte en vida.