No, no otra vez.
-¡Eliot! -Escuché su voz-. ¿Por qué corres?
No corro, camino rápido. Además, no tienes que gritar para hacerte caso.
-¡¿Por qué me ignoras?!
No te ignoro, solo hago que no te escucho.
-¡Te recuerdo que tienes que ir hoy a mi cuarto, ya sabes a que hora!
¿No querías que fuera un secreto entre los dos?
Aumento la frecuencia de mis pasos, tanto así que logro sacar un pasillo de distancia. Aclarando la situación en la que me encuentro, Merly está persiguiéndome con demasiados ánimos, suficientes para, aunque su sola presencia lo logre, llamar la atención de las personas ubicadas en nuestro alrededor.
Por supuesto, no es que quiera ignorarla apropósito o algo parecido, pero ella es sinónimo de 'sobresalir' y a mí nunca me gustó aquello. Desde hace mucho mantengo el perfil bajo que siempre tuve que tener y poner en práctica, así hubiera evitado demasiados problemas en mi escuela. Es por esta razón que intento no parecer el aludido por sus gritos, pero Merly sigue sin captar el mensaje, sin palabras de por medio, y tratando de llamar mi atención.
-¿Estamos jugando a las carreras? -Mi cuerpo se eriza, ¿ella no estaba atrás mío?-. Él que llega a mi cuarto primero gana, ¿verdad?
Sin dejar de caminar, vi como Merly se mantenía al mismo ritmo que yo, conservando su sonrisa y ánimo. Hasta este punto, nunca me puse a pensar tan seriamente sobre el pobre físico que tengo... ¿O será por qué Merly es más rápida que un adolescente normal?
-Merly. -Hablé por lo bajo-. No grites.
-¡¿Qué no que?! -Hizo lo contrario.
-¡Que no grites! -Exclamé, aún conservando mi tono de voz.
-¡Perdón, se me olvidó que nuestra relación es secreta! -Guiña el ojo, como si afirmara la situación jodida en la que me metió.
Escuchaba los murmullos de las personas, los cuales solo malinterpretaban sus palabras, creando rumores extraños sobre nosotros. ¿Acaso no tienen nada más que hacer, a parte de meterse en la vida de un adolescente y una señora no tan normal?
Incluso, un anciano, alto y canoso, dirigió su atención hacia los dos. El hombre mayor miró primero el trasero de Merly, luego mi rostro, para al final, mover la cabeza de arriba hacia abajo y mostrar el dedo pulgar en señal de aprobación. Ojalá no verlo nunca más.
-Sí, un secreto.-Susurro desganado. Me rindo, lo único que queda es soportar las miradas hasta llegar a su cuarto.
Ella seguía hablando, yo respondo sin ánimos y con cansancio. No pasaron más de diez minutos para llegar a su habitación, ahí mismo eché a un lado la incomodidad que sentí afuera. Por fin podía respirar tranquilo.
Sin embargo, de nuevo el ambiente se sintió pesado. Comencé a inspeccionar mi cuerpo, ya que empecé a sudar y temblar sin previo aviso. Pasaron varios segundos, hasta que recordé quien es la única persona capaz de ponerme en este estado, bueno, de generar aquel efecto en cualquiera.
-¿Qué pasa? -Disimulo no parecer nervioso, pero su mirada seria e inspeccionadora, tiene en jaque mi estabilidad.
-Eliot. -Menciona mi nombre, pareciera con un tono preocupado-. No confundas tener un perfil bajo, con el miedo a ser tú mismo frente a ellos.
-¿Qué?
-Eres un buen chico, te has equivocado antes y te afectó en grandes medidas, pero no por eso debes ocultar lo maravilloso que eres... -Guarda silencio por el momento ante mi atenta mirada-. Conozco al Eliot cuya sonrisa es reluciente, el chico capaz de tocar muy bien un instrumento nuevo, el único que tiene la valentía de enfrentarse a Will, la persona que no me tiene miedo y no me juzgará a pesar de los males que he hecho. -Vuelve a sonreír, transmitiendo serenidad-. Cuando estés listo, te ayudaré a quitar esa máscara de 'lobo solitario'. -Coloca su mano en mi mejilla, empezando a acariciarla-. Por esta vez te perdono, vasallo mío, pero a la próxima que me ignores, tu corazón no será el mayor problema que tengas.
Sonrío. No me queda más que hacer, otra vez pudo infiltrarse en mi mente. Leyó mi corazón con su mirada y encendió cada parte de mi cuerpo con su tacto. Por increíble que parezca, Merly le está dando sentido a mi existencia y la esperanza de tener una segunda oportunidad en la vida.
-No me lo agradezcas, es lo que hacen los amigos. -Infla el pecho orgullosa de ella.
Tal vez me equivoqué desde el principio con ella. Tal vez, no será mi perdición, más bien, la redención que tanto he buscado. Quizás... Entró a mi vida para salvarla de mí y no para pisotearla como he pensado.
Nunca pedí ser salvado, ni mucho menos que me ayuden, pero ahora estoy en el proceso de encontrar un nuevo sentido a mi vida, además de retomar el camino que abandoné por mero capricho, el cual me es casi imposible regresar.
Maldita vergüenza que tengo al admitirlo.
-¿Quién mierda dijo que somos amigos?
Casi termino con la nariz desviada, por lo menos logré que Merly se molestara y me esté botando de su cuarto.
-¿Qué hablamos sobre las malas palabras? -Pedí disculpas, a lo que ella me recuerda sobre el pequeño acuerdo que hicimos.
-Que si decía una tendría que ir con el doc y empezar a escapar de él. -Pone su cara disgustada, todavía falta más-. Además, no tengo la opción de usar tu cuarto como punto de refugio.
-El lado bueno es que mejorarás tu aspecto físico con todo el ejercicio que harás. -Abrió la puerta para echarme-. Claro, sí Will no te atrapa en el proceso.
-Oye, no crees qué... -Por supuesto, no me dejó terminar mi ruego.
-La quimioterapia me dejó cansada. -Confiesa-. Así que me iré a dormir y tú, a correr. -Su mirada me mira con dulzura, antes de despedirse-. Suerte con eso.
Que una mujer considerada por la sociedad como hermosa, te azote la puerta en la cara y luego, rogará que vuelvas a visitarla, es lo más reconfortante que un adolescente pueda sentir... Siempre y cuando esté en un hospital encerrado.
Bueno, de seguro sería para cualquiera, solo si Merly es la mujer hermosa. Es una sensación sublime que para mi buena suerte, soy el único afortunado de experimentarla.
Editado: 10.06.2020