Merly

réspice

Los papeles se invirtieron.

Guardo silencio estando echado en la camilla, mientras espero la llegada de Merly a su habitación. Trato de pegar los ojos y así, dormir un poco. Lástima que el método no funcione como quiero y siga conviviendo con el aburrido silencio que inunda la habitación.

Ya tengo una idea, al estar en esta posición, de como se siente Merly al esperarme casi todas las tardes.

—¿A qué hora vendrá?

Observé el reloj ubicado en la puerta, aún me resulta muy curioso su mera presencia, como la cámara arriba de él. Son demasiados notorios, pero solo me di cuenta de su existencia cuando Merly los señaló y nombró. Fijo mi vista sobre las manecillas del reloj, que indican las dos y cuarto. Una de las pocas veces que llego temprano y ella no está en el cuarto.

Entonces, tuve la idea de salir del cuarto, buscarla y echarle en cara sobre su falta de compromiso al trato por la tardanza en este día. No soy el más apropiado para hablar sobre puntualidad, pero que Merly llegue tarde, estando el hecho de que el punto de reunión es en el lugar donde prácticamente vive, es inconcebible. Mi idea anterior no pudo llevarse a cabo, ya que no conocía otro lugar donde ella le gustara estar o algún amigo con quien hablase.

De nuevo, trato de hallar una forma de desviar mi atención a otra cosa; sin embargo, vuelvo a fallar. Es como si ahora mis únicos pensamientos sean sobre como escapar del doc y séquito, divertirme con Merly y hacer que escupa la verdad que tanto oculta sobre mi familia.

—¿Acaso no tengo otras cosas que hacer?

Aunque el hospital no me dejara muchas opciones para pasar el rato, fue ahí mismo donde aprendí a valorarme un poco más e hice unos cuantos amigos... Siendo sincero, solo a Merly, porque el doc y los guardias que me persiguen no cuentan como aquello.

—¿Desde cuándo considero a Merly como amiga? —Susurré para mí.

Le agarré el gusto, por así decirlo, a este lugar, pero sé que no está del todo bien, por el no tan pequeño detalle que apareció en mi cabeza: ¿qué pasará después que termine mi estadía aquí?

¿Volveré al mismo infierno que yo mismo me lancé?

No tengo la menor idea, es como si el miedo al «¿qué pasará?» volviera a mi corazón, siendo nublado de pura inquietud. Mantuve la cordura porque ella estuvo conmigo, la emoción de un nuevo mañana existe en mí por los encuentros a las dos de la tarde, los cuales llego horas tarde, con ella y por supuesto, las locas experiencias que estuve acumulando desde que llegué, las cuales, la mayoría son porque ella las provocó.

Creo que este cuarto tiene un efecto que aumenta la ansiedad de toda persona que pasa mucho tiempo en él. Aun así, encuentro difícil responder con un «» la pregunta que no para de sobresalir por donde mire.

¿Estaré bien sin Merly?

—¡Ya dije que no voy a entrar a esa cámara de nuevo! —De pronto, la puerta se abre de manera tosca. Me sorprendí al ver de quien se trataba y el semblante que llevaba.

—Señorita Imhoff, por favor, entienda... —La enfermera no esperó que Merly azotara la puerta en su cara, dejándola afuera de la habitación y fuera de la vista de la persona que no deja de joderme hasta en mis pensamientos.

—¡Mi decisión está tomada! —Gritó otra vez.

—Esa no es la forma de hablar y tratar a los humildes trabajadores de este humilde hospital.

—¡Ah! —Esta vez, a parte de gritar, saltó en su lugar por el susto. —¿E-Eliot?

—Tengo que preguntar porque trataste así a la humilde enfermera y porque llegaste tarde a esta humilde reunión con este humilde chico.

—¡Deja de decir humilde! —Protestó.

—¿Te molestan mis humildes palabras?

Sin previo aviso, abrió la puerta y señaló con el dedo hacia afuera, expresando que me quería fuera de la habitación si seguía con mis tonterías.

—Está bien, ya entendí. —Levanté las palmas de las manos en símbolo de que me calmaría—. Pero dime por qué llegaste tarde.

—Creo que con lo visto hace poco, es suficiente para que puedas suponer lo que pasó.

—Tengo cierta idea. —Crucé los brazos—. De igual forma, cuenta que pasó.

—No es nada de lo que me gustaría hablar.

—Oh, ahora entiendes como me sentía cuando hablamos de mí las primeras veces.

—Es diferente. —Arrugó la frente. Al parecer, la tenía acorralada y ella no lo quería admitir.

—No me importa, habla de una vez. —Mandé con voz autoritaria.

—Recuerdo que fui más sutil al hacerte hablar.

—La sutileza me la guardo. Llegaste tarde y no quieres que te ayude. —Negué con mi cabeza ante sus faltas graves—. Esto atenta gravemente al pacto que tú estableciste.

—Entre los dos, eres la persona menos indicada para decir eso.

—Lo sé, pero me da igual. —Sentencié por última vez ante la terquedad que Merly expresaba.

Ella infló las mejillas, mientras imitaba mi acción de cruzar los brazos, manteniendo una mirada severa. Es una verdadera lástima que su aparente estado de completa seguridad, sea derrumbada por ella misma.

—Está bien, te diré lo que pasó. —Cómo si de una niña pequeña se tratase, la forma que optó por hacer su berrinche fue acercarse a la cama y botarme, con la fuerza sobrehumana que tiene, hacia un lado, con el fin de que ella se siente.

—No hace falta recurrir a la violencia. —Dije indignado por su comportamiento.

—¿Quieres que cuente?

—Me callo. —Mi boca ignoró mis anteriores palabras—. Aunque... Conociéndote, sé que tanto misterio y seriedad terminará siendo algo normal o estúpido. —Ya estaba acostumbrado a ello—. En el peor de los casos, serán ambos.

—¡Eliot! —Se quejó—. En serio, a veces te esfuerzas en ser detestable. —Me recordó a cierta niña que solo me causa problemas cada vez que la veo.

—Dije que me callaría, no cuando. —Con la última burla hacia ella, decidí a escucharla—. Ahora puedes comenzar.

—Ya sé porque soy tu única amiga. —Golpe fuerte hacia mis nada vastas habilidades sociales—. Discutí con ella porque quería llevarme a que me hicieran otro chequeo médico, lo más seguro es que después iban a hacerme otra radioterapia.



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En el texto hay: humor, secretos, amistad

Editado: 10.06.2020

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