Corrimos a la clase que tocaba, ya íbamos tarde por habernos quedado con la intriga de la identidad de aquel chico. En realidad decidí no darle más vueltas al asunto, aunque era todo muy extraño debo aceptar. En tramos al salón justo antes de que el profesor entrara a el aula. Esta era la única clase que las 4 teníamos juntas, en las demás, Rayven iba con diferentes maestros ya que Sara y Amelia estaban ahí para protegerme. No por otra cosa. Cada uno tomó un asiento en la parte. Eran mesas las cuales tenía sillas para dos alumnos, teniendo una pareja de asiento por lo que restaba de clases. Rayven tomó asiento junto a mí y Sara y Amelia se sentaron juntas detrás de nosotras.
-Alumnos - el llamado del profesor nos hizo voltear a todos en su dirección - hoy tenemos la presencia de un nuevo alumno - él tocó el hombro del chico llamando su atención, ya que se encontraba examinando toda el aula.
-Dewey, soy Dewey Wells - El profesor le dio la instrucción de que podía sentarse.
Su mirada se clavó en mí. Juraría que eso era lo único que sabía hacer, si me sonreía, lo haría de vuelta, no soy tan amarada como para no recibir un saludo. Pero no lo hizo, solo me miró fijamente mientras caminaba a la mesa que estaba junto a la mía, de mi lado, para seguir viéndome.
-*¿Lo conoces?* - Le pregunté a Sara dentro de su mente.
-*Me parece conocido* - confesó - *juraría que lo he visto en alguna otra parte, pero no logro averiguar dónde*
-*¿Si entro en su cabeza crees que lo sentiría?*
-*Completamente, no es algo que puedas ignorar*
Dejé el tema por un rato, si le seguía dando tantas vueltas acabaría mareada de muchas maneras posibles, y probablemente termine loca. La clase de pasó completamente normal, no sin hacerle una que otra pregunta a Sara y Amelia telepáticamente sobre el chico misterioso. El timbre sonó dando aviso que la clase había terminado, así que salimos de aquel aula para dirigirnos a la siguiente.
-Las veo a la salida - fue lo último que dijo Rayven antes de correr en dirección opuesta a la de nosotras.
El chico misterioso pasó junto a nosotras, de nuevo sin dejar de mirarnos.
-No me daba buena espina - admití - no paraba de mirarnos en clase, además del encuentro en el pasillo. Sara - ella me miró atenta - ¿Podrías ver averiguar quién es él?
-Me tomará tiempo, pero lo haré - sonrió - confirmaré que no sea un espía de la rubia loca - Amelia la miró indignada - la otra rubia loca.
Sara dobló en el baño dejándonos al hada y a mí solas.
Suspiré - Y ¿ya has pensado como se lo dirás a Rayven? - preguntó la rubia aferrándose más a la bolsa que colgaba de su hombro.
-Ni la más mínima idea.
Ashley
-Esto no es justo - Los tacones de mi madre sonaban por todo el pasillo del castillo mientras el frio del suelo se colaba por entre los dedos de mis pies.
-Es mi última palabra - se detuvo para mirarme a los ojos
-Pero no lo amo, ni siquiera me cae bien. Tú amabas a papá, ¿crees que es justo que yo no pueda hacer lo mismo? -Me tomó de los hombros y me miró a los ojos.
-Ashley, te daré tres meses, para que me puedas demostrar que tú, sin un hombre, puedes gobernar Harnerstay sola - mi boca se abrió ante su respuesta - estás ya en una edad adulta y te la pasas descalza por toda la casa - la mirada de ambas se fue a mis pies, blancos como la leche y fríos como la nieve.
-Tú has gobernado este lugar sola por casi 300 años, y no te has vuelto a casar - sus ojos se tornaron rojos.
-Ashley Tepes, te casarás con Jayson y es mi última palabra - me soltó del agarre y siguió su camino por los pasillos de la planta baja del castillo.
No pensé en hacer otra cosa más que tirarme al suelo. El vestido rojo oscuro que llevaba era tan ligero que no puso oposición al momento de tocar el suelo. La impotencia me llenó completamente de los pies a la cabeza. No iba a llorar, no quería llorar, no debía llorar. Llorar es para los débiles y yo soy la persona más fuerte que existe en todas las dimensiones. Si lloraba me haría más débil, no me lo podía permitir.
- ¿Qué pasa? - escuché una voz a mi espalda. La escuché tan gruesa y tan suave que no la reconocí de inmediato.
-Lárgate - la voz no contestó, pero una mano tocó mi hombro - Que te larg... - giré bruscamente para ver a la persona que había acudido a ayudarme. Pero mi agresividad fue aplacada cuando los ojos azules de mi hermano menor - Dave - sus blancos dientes aparecieron frente a mí al mostrarme una sonrisa - volviste.
Él negó con la cabeza lentamente - me corrieron - reí ante su confesión.
- ¿Te corrieron? - Dave solo asintió - Quisiera preguntar qué hiciste pero como ves no estoy de humor.
El rubio se agachó para estar a mi altura, para después sentarse en el suelo junto a mi.
-Sabes que ella ha sufrido mucho, solo quiere lo mejor para ti - suspiró - Ella se clavaría una estaca en el pecho por nosotros.
Editado: 16.02.2018