— Adriana si quieres que esto salga bien tienes que enfocarte — rodé los ojos molesta ante las palabras de Stefan — no matarías ni una mosca con ese movimiento.
Estaba harta de esto, daba lo mejor de mí y aun así no era suficiente para él. Era primeriza, viví toda mi vida sin poderes y apenas tengo unos 4 casi 5 meses con ellos, esto me está sacando de mis casillas. Di un último suspiro y alcé de nuevo la mano para tomar el vaso en el aire. Tenía que hacerlo, era la peor primeriza del mundo. Hasta Rayven con la cual aún no estamos seguras era mejor que yo. El vaso se elevó lentamente haciendo que me relajara un poco y pudiera respirar antes de estrellárselo a Stefan en la cara.
— Eso no me impresiona — lo miré furiosa y lancé el vaso en su dirección para que le diera justo en esa cara de imbécil que se carga.
Lástima que se agachó antes de que el vaso golpeara su bello rostro. Sarcasmo.
— Adriana sé que estas furiosa pero eso no es motivo para tratar de asesinarme — no dije nada, no quería hablar. Si decía algo el vómito verbal vendría a mí y le diría hasta de lo que se iba a morir.
Llevábamos las últimas 4 horas entrenando, mientras Sara y Amelia les enseñaban a los chicos el arte de la pelea. Stefan era demasiado duro conmigo, no tenía piedad, eso era bueno, pero me enfurecía. Y mucho.
— Venga, por última vez trata de encender... — dejó la frase en el aire ya que notó que mi mirada estaba fija en él, y no era una bonita —...no mi cabeza, ni mi cara. Ni mi ser.
— Vamos Stefan, no soy tan cruel para hacerte eso — dije divertida — ¿Quiere que encienda mi entrenador favorito?
— Pensé que yo era la favorita — Sofi entró al sótano de su casa con dos vasos de limonada, uno en cada mano.
— Él es EN-TRE-NA-DOR tu eres EN-TRE-NA-DO-RA hay una diferencia — aclaré tomando el vaso de limonada y llevándomelo a la boca.
— Una gran diferencia de una letra — Stefan me apoyó haciendo lo mismo que yo con aquel vaso.
Sofi rodó los ojos divertida. Todo el trabajo se nos venía encima, yo tenía el trabajo con Oliver, tenía que entrenar y también ir a buscar a las demás criaturas. Y los demás también tenían una vida tan ajetreada como la mía.
— ¿En qué van? — preguntó Sofi poniendo sus manos en su cintura a manera de jarra.
— En que esta señorita está perdiendo la paciencia — habló Stefan divertido — y que no puede hacer un buen movimiento que pueda dejar inconsciente a alguien.
— ¡Oye! — Me quejé — para que lo sepas en la última pelea deje inconsciente a un hombre lobo — dije orgullosa de mi gran logro.
— Los hombres lobo son fáciles de dejar inconsciente — aclaró Stefan borrando mi sonrisa del rostro —son fuertes y lo que quieras pero los golpes en la cabeza no son su fuerte.
— Bueno, dejen de perder el tiempo. La chica se tiene e que ir al igual que su hermano y sus amigos. Los cuales no entiendo cómo es que los dejan venir aquí tanto tiempo todos los días — Sofi abandonó el sótano y nos dejó de nuevo solo a mí y a Stefan.
— Bien — Stefan se comenzó a quitar los guantes de piel que traía puestos al igual que la chaqueta de cuero — es hora de la prueba final del día.
Y sin decir nada más me tomó del brazo haciendo que girara y cayendo al suelo de la cara. Me tomó del cabello sin piedad alguna y después de analizar bien mi cara me soltó.
— Vamos — me animó — levántate y pelea — con un poco de dolor en el cuerpo por la caída me levanté y comencé a pelear - nada de poderes. Solo tú y yo, cuerpo a cuerpo.
Asentí, no dejaría que me tomaran como la chica indefensa que todos tienen que proteger. Ya no más.
Tomé el brazo de Stefan y lo llevé a su espalda, con un solo movimiento, metí mi pie entre sus rodillas e hice que cayera al suelo quedando yo encima de su espalda. Sin dejarme opción él se giró y quedó arriba mío, me soltó un par de golpes con el puño. Claro no dolieron tanto ya que estaba midiendo su fuerza. Me escurrí por debajo de él saliendo de su agarre.
Tomé sus dos manos y las jale hacia mí con el aún de espaldas, puse mi rodilla en su columna y empuje para avivar más el dolor. De alguna forma escurrió su mano de las mías y ahora era yo la que está frente a él dándole la espalda y siendo vulnerable.
— Buena pelea Rixton — dijo antes de soltarme — no sé porque presiento que entrenarte será un gran pasatiempo.
Y sin decir nada más, abandonó el sótano desapareciendo por las escaleras dejándome en el suelo agotada. Cuatro horas de entrenamiento de magia y solo 5 minutos de pelea. No sé a donde quería llegar con esto. Me levanté del suelo como pude y caminé escaleras arriba llegando a la puerta que marcaba el inicio de la primera planta. En cuanto la abrí una chica rubia y de ojos cafés cayó frente a mí.
Editado: 16.02.2018