Metanoia

Capítulo 16

Durante la noche, no pudo dormir. Le daba escalofríos escucharla llorar. Quizá hasta los vecinos también la escucharon, pues la policía acudió y él los dejó pasar. Uno de los detectives que llevaba el caso, le informó que habían encontrado dos cuerpos más cerca de donde la habían localizado. Sin embargo, no habían podido identificarlos.

Una vez que pudieron hacerle la prueba de ADN con lo que tenían de ella, le confirmaron a Franco que el cuerpo femenino pertenecía a su residente, a Cadie Loannou y, tal vez, amiga de Alex. Se dejó caer en el sofá, con la mente en blanco.

Incluso la policía se encontraba confundida. Las señales de tortura eran claras a pesar de que el cuerpo se encontraba casi deshecho. Si solo querían tratarlas, ¿por qué les provocaron esas heridas? Quizá el segundo cuerpo que habían encontrado en el lugar tendría las respuestas que todos buscaban. Incluida Alex.

―Tienes razón ―se escuchó decir, sorprendiendo a Franco.

―Alex… 

―Es solo una fotografía ―continuó diciendo dejando el papel sobre la mesa de centro.

Se encontraba arrugado y sucio de la tierra y la sangre seca de ella. Intentó alisarlo, pero solo lo ensució más con la tierra que aún tenía en sus manos.

―Déjalo ―se apresuró a decir, acercándose a su lado.

―Lo siento ―susurró ella antes de romper en llanto.

―Tranquila ―intentó consolarla, pero él también comenzó a llorar.

Le partía el alma verla así de destrozada, aunque él también lloraba por la muerte de Cadie. Aquella joven alegre que no dejaba de reír por cualquier cosa, y les alegraba el día a los pacientes y hasta a sus compañeros y tutores. Permanecieron abrazados, consolándose algunos minutos más, hasta que él insistió en limpiarle las heridas que se había provocado con la maceta de cerámica que había dejado caer cuando vio la foto de Cadie.

―No sé de dónde la conozco ―le contó al día siguiente.

Entendía lo traumada que debía estar al recordar el incidente, por lo que no había insistido el día anterior en que la contara más sobre Cadie hasta que ella lo decidiera.

―Solo recuerdo sus gritos y que ella… ―"no tenía la culpa", se le vino ese pensamiento tan repentino que la sobrecogió.

Franco interpretó ese estremecimiento con el mal recuerdo y solo la abrazó.

―Está bien, la policía ya se está encargando de ello.

―¿Por qué? ―preguntó en general.

Por qué ella, por qué Cadie, por qué no recordaba, por qué, por qué, por qué.

―Yo también quisiera saberlo ―susurró Franco besando su cabeza.

El timbre del departamento los sobresaltó y los dos se hicieron conscientes de lo cerca que estaban el uno del otro. Alex lo sorprendió al sonrojarse y ella rápidamente se excusó para refugiarse en su habitación.

―Franco ―le saludó Pablo cuando este abrió la puerta y se abrazaron con pesar.

Todos sus amigos habían puesto sus vidas en pausa para estar con él y confortarlo. Franco no era muy expresivo frente a sus amigos, pero ese gesto lo conmovió. Aarón, Pablo, Alfonso, Ignacio, Félix, Raymundo y Fernando se encontraban ahí junto con Laura, Abigail, Camila y Emilia. Todos estaban ahí, los que tenía años de conocer desde Tenerife y los que había hecho en el camino.

―¿Cómo está ella? ―le preguntó Laura preocupada.

―Demasiado impactada ―susurró.

―Si hubieras sabido que ella la conocía, ¿le habrías mostrado su fotografía? ―Le preguntó Félix.

―Posiblemente no ―suspiró Franco.

―Entonces la conocía ―dijo Pablo y Laura le lanzó una mirada inquisitiva. 

―Tal vez sea por Cadie que ha bloqueado todos sus recuerdos ―continuó diciendo Alonso.

―Tal vez ―todos asintieron, excepto Franco que no estaba muy seguro de que eso fuera cierto.

―¿Crees que ella quiera vernos? ―preguntó Camila―. Quizá no sea el mejor momento, pero me gustaría conocerla.

―No estoy seguro ―admitió, mirando a Laura.

―Estaremos bien ―le animó ella a la vez que le daba un apretón a la rodilla de Pablo que se encontraba sentado a su lado.

―Gracias, Lau ―le dijo de corazón y las cuatro se dirigieron al dormitorio de Alex.

―Es por ahí, ¿cierto? ―preguntó ella, señalando una de las puertas.

―Sí, esa ―afirmó Franco deseando ser él quien fuera a acompañarla.

Todos las observaron desaparecer cuando Alex abrió la puerta.

―Entonces ―comenzó a decir Ray, quien era policía en otro distrito y todos se inclinaron para escucharlo mejor―, ¿creen que no fue por trata?

―Eso me dijeron ―admitió Franco algo reservado―. Aún están analizando el otro cuerpo, al parecer es de un hombre, más o menos de la misma edad que ellas. Tiene las mismas señales de tortura y tal vez fue el que se llevó la peor parte.

―¿Cómo? ―preguntó Ray.

―¿Por qué? ―secundó Alonso.




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