- ¿estás loca? - escucho el grito de Alexia seguida del de Miller.
- ¡PIERCE!
Sé que en cuanto abra mis ojos tendré una mejor amiga furiosa y una entrenadora lista para dejar a alguien en la banca, así que intento no abrir mis ojos.
- sé que estas despierta – Tanner susurra en mi oído y me pregunto a qué hora llegó y cuanto llevo en el suelo.
- ¿Qué tan malo es? – murmuro aun con los ojos cerrados.
- Cristina la tiene en el suelo – no me pasa desapercibido el tono divertido de su voz – estoy seguro que Miller te agradecería que la detengas antes de perder a sus mejores jugadores.
- me ofendes – abro los ojos y miro la brillante luz de la tarde.
- tú ya no juegas aquí – lo miro mal.
Intento levantarme, pero el dolor es insoportable así que me quedo donde estoy y llevo la mano hacía mi herida. Maldigo por lo bajo cuando mis dedos se mojan con sangre.
- Mamá va a matarme – murmuro bajito.
- estoy segura que te absolverá de toda culpa.
Niego y con todo el dolor me levanto para mirar el desastre que tengo frente a mí. Cristina tiene el brazo de Alexia detrás de su espalda y con la otra mano sujeta su cara en el césped mientras le suelta insultos. Miller me mira como si fuera algún tipo de intermediario señalando a las dos.
- Cristina – camino hacía mi amiga con ayuda de Tanner – suéltala.
- ella está loca – gruñe mientras Alexia intenta no llorar.
- todo el mundo lo sabe – me encojo de hombros – no necesito que piensen los mismo de ti, ahora suéltala y llévame a casa.
- ¿Por qué? – por primera vez me mira y su rostro se pone pálido.
- tú madre nos va a matar – no necesita nada más que verme para soltar a Alexia y venir hacia mí.
No puedo evitar reírme por como la expresión de enojo paso a miedo en cuestión de segundos, todos sabíamos que hacer enojar a mi madre era cosa seria.
- sácala de aquí – llega Miller a nuestro lado – supongo que hoy fue tú último juego.
- ni siquiera toque el balón – contesto sintiéndome enojada– mañana vendré y lo haré.
- te quiero en una sola pieza de preferencia – me sonríe – descansa y si mañana tú madre lo autoriza podrás jugar.
Asiento poco feliz, pero decido que es peor que nada. Tanner se agacha para que pueda subir a su espalda, intento esquivarlo para ir caminando, pero Cristina me obliga a subirme con una mirada severa.
- no hagas que te abra el otro lado – señala mi frente – niña buena – palmea mi trasero cuando me subo a la espalda de Tanner.
- abusiva – le saco la lengua y ella se encoje de hombros – mamá me va a matar.
- nos – mis amigos hablan a la vez.
No niego sus palabras porque estoy segura que en cuanto mamá me vea lo menos que querrá es darme chocolates. Así que los tres vamos predispuestos al hospital donde mamá está cumpliendo su turno junto a Marcus, de camino en el auto decido avisarle a Marcus para tener alguien que calmara a mamá así tomo el móvil y le mando un mensaje.
𝒆𝒏 𝒄𝒊𝒏𝒄𝒐 𝒎𝒊𝒏𝒖𝒕𝒐𝒔 𝒍𝒍𝒆𝒈𝒐 :𝒄 𝒏𝒐 𝒍𝒆 𝒅𝒊𝒈𝒂𝒔 𝒂 𝒎𝒂𝒎á
No espere respuesta me recosté en las piernas de Cristina esperando llegar al hospital. No recuerdo haberme quedado dormida, pero cuando abrí los ojos tenía a un muy furioso Marcus frente a mí.
- voy a ir a quejarme con la entrenadora – decía mientras examinaba mi frente – es más voy a ir hablar con los padres de…
- no es necesario – me levanto, le quitó importancia al asunto – ¿podrías arreglar el desastre y fingir que nada de esto paso para que mañana pueda jugar una última vez con mi equipo?
Marcus casi nunca me dice que no a las cosas que le pido, mi madre y yo somos su debilidad, sé que está mal aprovecharse de eso, pero esta vez era la única que vez que aplicaría esa carta.
- no pongas esos ojos – me regaña, toma mi mano y me saca del auto.
- ¿cuáles? – pregunto inocente, mis amigos se ríen mientras nos siguen dentro del hospital.
- esos que suplican que te encubra.
Lo miro de nuevo haciendo que mis amigos y Marcus se rían, entramos por la puerta trasera donde Susan nos espera con una silla de ruedas, miro extrañada la silla e intento explicar que no es necesaria, pero Susan se encoje de hombros mientras señala a Marcus.
- no discuto con el jefe – dice, me ayuda a sentarme luego empuja la silla por el pasillo hasta llegar un pequeño cubículo donde el instrumental está listo para mí – todos te extrañamos aquí, pero si vienes a visitarnos rogaría que lo hicieras en una sola pieza.
- sé que extrañan curar mis heridas – bromeo.
- extrañamos los postres que traías contigo – Sussan habla dulcemente, me ayudo a sentarme en la camilla antes de ponerse los guantes para desinfectar la herida – se supone que ustedes dos deben cuidarla.
- cuando llegué ella ya estaba en el suelo – se defiende Tanner, mientras mi amiga mira avergonzada sus pies.