El mejor trato
17 de enero, 2018.
Elliot
Se supone que mis padres nos habían ofrecido un trato, puede que sea el mejor trato que nunca antes nos hayan echo y no íbamos a perder esa gran oportunidad o por lo menos yo no.
El trato consistía en que mis padres tenían que irse de viajes por cosas del trabajo, que aún no comprendo, y los padres de Elizabeth por algún motivo también tenían que viajar, había una reunión con sus superiores en alguna otra ciudad.
Y por ende nosotros 5 (mi hermano, Elizabeth, los gemelos y yo) nos quedaríamos completamente solos, sin ninguna autoridad responsable para cuidarlos, ya que no me consideran y creen que aún soy un niño, o más bien un adolescente irresponsable que vaya hacer alguna fiesta descontrolada, cosas muy poco probable, en fin, nos quedaríamos solos.
Bueno, mientras ellos estaban en sus viajes, nosotros nos iríamos a la casa de verano de mi familia bajo la supervisión de mi vieja niñera. Una semana cerca de Elizabeth, una semana para enamorarme mas de ella. Que masoquista soy.
–¿Estas pensando en ella? –pregunta Michael, haciendo que me sobresalte y haga un garabato en mi cuaderno.
–No, solo estoy haciendo unos apuntes de que hacer en la casa de verano para no aburrirnos –bostezo por el cansancio.
Ya eran la 11:00 de la noche y por lo usual me duermo temprano, a excepciones las noches que Eli se queda despierta leyendo, como hoy.
Solo llego a sentir que Michael me quita la libreta de mis manos y comienza a leer lo que había escrito minutos atrás.
–Dime, que no habrás escrito en esa lista "Tener sexo con Elizabeth para no aburrirme", o mejor dicho dime que lo escribiste –rodeo los ojos a lo que el termina de leer mi lista– Eres tan aburrido.
Me tira la libreta en la cara y sale corriendo de mi habitación, sin importarme que si me regañan o no, lo persigo hasta llegar a su habitación.
18 de enero, 2017.
El brillante astro cegador y caliente, ya está saliendo y como de costumbre yo ya estoy despierto, dispuesto a esperar a mi bella durmiente, que en la noche anterior cerro sus bellos ojos sin darse cuenta.
Leyendo sus libros nuevos, que con emoción y éxtasis los abre, los huele y los lee, porque sí, tiene la costumbre de oler los libros. Para ella es su olor favorito. Como si fuera su droga.
Siempre repito que, la rutina monótona de mi día a día es observarla, es amarla, es protegerla a mi manera.
Ver, verla en su casa, admirar como cuida a sus hermanos como si fueran sus hijos propios, como ella se preocupa por ellos como si fuera la mamá, como ella se pone a organizar toda la casa, a limpiarla, como al final del día sus hermanos le dan un masaje tranquilizador y como la relajan con un te amo, un abrazo muy fuerte y por último dándole un tierno ósculo. Y todo estos momentos los he presenciado en mi habitación, aquella que guarda muchos de mis secretos.
Aun qué, en ciertas ocasiones es difícil para mi, mirarla, sentir que el universo nos une como eternos celajes, para estar juntos para siempre, cuando en realidad ni siquiera me considera un amigo.
Acostumbrado a sus gestos y sus muecas diarias, siendo de lo mas tierna, pero a veces, sin quererlo, siendo provocativa, con su mala costumbre de morder se los labios como si fuera su hobby, aumentando mis ganas de estar cerca de ella, para darnos calor por las noches de frió.
Qui-siendo, por lo menos, ser el aire que acaricia su pelo. Estar para ella siempre, y ser el hombre que la cuida en secreto.
Pero, es muy difícil saber que yo para ella no soy nada, solo su simple vecino que esta enamorado de ella, que aun sabiendo que ella no me quiere, yo la sigo amando, porque las circunstancias no son las adecuadas y porque yo no soy el adecuado para ella.
Un olor inefable llega a mis fosas nasales, queriendo entrar en mis pensamientos y olvidar todo, y lo consigue, dejo mis pensamientos de lado y persigo ese delicioso olor apetitoso hasta llegar a la entrada de la casa, viendo como mi mamá, mi papá y mi hermano están parados en el umbral de la puerta principal, al parecer esperando a mi llegada.
–Hijo, que anda rodean por tu cabeza, estas demasiado de distraído, acaso... ¿tienes algún problema? –papá frunce el ceño, duda de mi.
<<Si, tengo un problema, es el estar locamente enamorado de una chica super hermosa, que no me quiere, ese es mi problema>> Pienso.
–Mm... No, en definitiva no tengo ningún problema –cruzo los brazos– Ahora... díganme ¿Qué hacen aquí?
Se miran entre si, y después los tres me miran confundidos, intentando leer mis pensamientos, entonces, Michael suspira, abre la boca pero es interrumpido.
–¡Holi! –exclama Allie, gritando y saltando detrás de mis papás.
Todos volteamos a ver a los gemelos.
–¿Listos para la babacoa? –pregunta Noah.
Mis papás y Michael me miran, dejándome pensativo, luego los gemelos me miran.
<<¿Hoy hay barbacoa en la casa de Elizabeth?>> Pienso, hasta recordar algo sobre eso.
<<¡Piensa! ¿De verdad se me ha olvidado? ¡No puede ser!>>
Miro a los pequeños mostruitos y golpeo mi frente con la palma de mi mano. Que idiota. –¿Tan distraído estoy? –murmuro para mi.