Quien no desde niño era un o una inocente respecto con las cosas que ocurrian en su alrededor, aquella gran imaginación que creabamos en nuestra mente sobre un mundo fuera de lo normal, un mundo sin sufrimientos y nosotros en el como héroes, los unicos importantes, no había otro si no nosotros mismos, pensando que seriamos capaces de cambiar todo con un solo puño de ira sobre aquellos que eran los malos, vaya tonta imaginación era esa, digamos que era como un pensamiento inocente ya que luego te darias cuenta como es en verdad este mundo.
Si bien aqui se que nadie me conoce ni creo que llege a conocerme en verdad, saben que uno nunca sabe con quien está hablando en realidad o a quien esta confiando sus mayores secretos, sea con la persona correcta o con la persona incorrecta, talvez y yo estoy haciendo lo mismo con ustedes con esto de contarles mi historia, pero no importa más bien esto se me hace muy divertido, pero se los advierto no diré toda la verdad, pondre travas en ella, diré tanto mentiras como verdades en mi relato (esto es tan divertido 😈), los dejo a vuestro criterio, ustedes juzgaran y eligiran cual es la verdad y cual es la mentira, sin más que decir comenzemos.
En una época de guerra, por los años 1940, años después de esta, en el quinto continente que vendría a ser Asia, en la ciudad de Tokio nace un niño de piel tersa y blanca como la nieve, ojos color azules cristalino. La madre quien dio a luz a este bebé era una mujer muy pobre pero humilde, cuidó bien de su hijo en su casa hecha de maderas, troncos y techo de aluminio, le enseñó valores y una muy buena educación que debía de tener no solo con los de su clase si no también con la demás personas.
A pesar que el niño no nació en una cuna de oro era feliz con su madre quien cuidaba bien de el y le enseñaba lo básico para sobrevivir.
De vez en cuando a sus seis años esté se creía un gran rey perdido en un mundo ficticio y que algún día lo encontrarían para luego ser llevado junto con su madre al palacio y vivir en el toda la vida, sin sufrir de frío en las noches intensas de lluvia o nevada, comer todo lo que quisiera y no hacer nada más que gobernar y ser reconocido por todo su reino, creyéndose importante ante los demás. Esto debido a uno de los cuentos que su madre le leía antes de irse a dormir. Para él no había otra cosa en su mente que ese sueño se hiciera realidad, así no solo sacaría a su madre y a él de la pobleza sino que tendrían una buena vida sin preocupaciones. Rezaba todos los días con el corazón a Dios para que tal sueño se hiciera realidad no importando si en verdad él no era hijo de su madre. Esto luego pasaría factura.
Llegado el niño a la edad de siete años, día justo del cumpleaños de ambos que por cierto era el mismo día, su madre muere por causa de una enfermedad de cáncer en la cabeza, dejando a su hijo al cuidado de su hermano mayor.
Una vez esté recibe al niño desanimado y tristre en el hospital una semana después de la muerte de su hermana, se lo lleva en su auto gris a su casa que estaba muy alejada de la ciudad, casi en medio de un inmenso bosque verde fuera de la ciudad.
Una vez llegado a su casa de dos pisos el tío del menor le ordena a este que lleve las cosas de ambos dentro de la casa. Dándole una llave ambos bajan del auto, el niño aún triste por la muerte de su madre se aproxima a la oscura y gigante casa de su tío, asombrado por la apariencia de esta abre a duras penas la puerta principal metiendo con dificultad ambos equipajes que eran la de él y de su tío quien habia ido al bosque con un saco a traer algo o mejor dicho a dejar algo.
El lugar era oscuro no más que afuera por la luz de luna que alumbraba a travez de las dos ventanas de tres metros, dejando ver casi a la perfección la habitación la cual parecia ser la sala, se notaba que había un sofá amplio, una mesa en el centro con una enorme alfombra por su debajo, adornos en todos los lados de la pared, cuatro mecheros, uno en cada lado del cuarto, una cómoda en la entrada y encima de esta una vasija en donde se notaba que había cosas las cuales no se podian ver gracias a la oscuridad, si bien la luz de la luna no lograba alumbrar al completo ciertos lugares de la habitación. Al ver esto de inmediato el niño dejando las maletas en el suelo sale en busca de su tío para pedirle permiso con encender los mecheros.
Al salir notó que su tio aún no había vuelto, entonces se limitó a esperarlo sentado en una piedra que había por el lugar, sintiendose algo vigilado espero quince minutos. Cuando a lo lejos logro ver a su tío saliendo del bosque y acercandose hacia él, se paró casi de inmediato, una vez que llegó le pidio permiso para prender los mecheros, permiso que se le fue otorgado.
En cuanto el infante entró devuelta a la casa sintió un gran estremecimiento por todo su cuerpo, volteando a ver por su detrás solo encontró a su tío que lo estaba mirándo de forma desquiciada o al menos eso hacía notar la intesa oscuridad de la noche alumbrada un poco por la luna.
El niño olvidándose de esa sensación escalofriante se apresuró a encender todos los mecheros, mientras lo hacía su tío fue entrando a la casa. El menor de poco iba pensando y deduciendo porque su tío vivía en un sitio tan apartado de la ciudad — ¿por qué en un enorme bosque?, ¿qué tiene este lugar de especial?, ¿no sería mejor vivir en la ciudad? — esas eran las clases de preguntas que retumbaban en su pequeña mente en tanto su tío se iba sentando en el sofá, miró un momento al niño que estaba de espaldas, luego le grito sacándolo de sus pensamientos y acomodando sus pies sobre la mesilla le da otra orden de llevar ambas maletas al cuarto de cada uno. El menor obedientemente le hizo caso y llevó primero la maleta de su tío luego ya luego volvería por la suya.