Mi pobre padre, con aspecto cansado, asiente con un
movimiento de cabeza. No puede hablar por la cinta que le
cubre la boca. Lanzo una mirada asesina a Nick y Luke,
quienes lo sueltan, avergonzados.
—Lo siento mucho, tío Edward —se disculpa Nick,
haciendo una mueca.
—No queríamos secuestrarlo a usted, señor Donnet —le dice
Luke—. Buscábamos a Tyler.
Tyler los mira como si estuvieran locos. Me acerco apenada
a quitarle la cinta de la boca a mi padre.
—¡Despacio, hija! —se queja haciendo una mueca de dolor.
—No puedo creer que hayan secuestrado a mi padre —
exclamo negando con la cabeza.
Mi padre comienza a estirarse y a frotar la parte donde
estaba la cinta haciendo una mueca de dolor. Bajo la mirada.
Ni siquiera sé qué decir. Todos estamos en silencio esperando
que nos abronque por hacer semejante estupidez, pero en vez
de eso, comienza a reírse y nos quedamos todos sorprendidos.
—¿Por qué se ríe? —pregunta Luke confundido.
—Creo que está llorando… —dice Nick llevándose una
mano al mentón.
—¿Así reacciona cuando está enfadado? —me pregunta
Caroline, que juega con un mechón de cabello mientras
observa la escena.
—Quizá está teniendo un brote psicótico —sugiere Daniela
con los brazos cruzados.
—Espero que no —contesto haciendo una mueca.
Mi padre niega con la cabeza al tiempo que palmea los
brazos de Nick y Luke.
—No se preocupen. No estoy enfadado ni teniendo un brote
psicótico —esto último lo dice mirando a Daniela. Ella se
encoge de hombros con una pequeña sonrisa—, pero si hay
una segunda vez, no me reiré, chicos —les advierte
poniéndose serio.
—No volverá a pasar, tío Edward —le asegura Nick.
—Lo sentimos, señor Donnet —dice Luke.
Papá asiente con la cabeza, comprendiendo que son
estúpidos y que, si normalmente no son capaces de conectar
dos neuronas, menos las iban a conectar para una cosa así.
Acaricia mi hombro al pasar junto a mí. Estoy segura de que
mi madre se reirá mucho cuando se lo cuente.
Una vez que mi padre se va, nuestras miradas se centran en
Tyler, que no ha dicho nada en ningún momento. Nos observa
apoyado en la barandilla de las escaleras. Yo sabía que iba a
enfadarse. Yo había votado por taparle los ojos y ya está.
—Ustedes planeaban secuestrarme —nos dice dolido. Bajo
la mirada—. Definitivamente están enfermos.
—Nosotros… —empieza a decir Nick.
—No, Nick, no —le interrumpe Tyler—. Déjame terminar.
—Hace una pausa. Mi primo no vuelve a interrumpirlo—. Están enfermos… y por eso los quiero, chicos.
Levanto la mirada sonriendo. Tyler está mirándome. Y
también sonríe. Solo estaba fingiendo estar enojado con
nosotros. Puedo ver el alivio en el rostro de los demás.
—Eres un estúpido —le digo negando con la cabeza.
—Lo dice la psicópata que quiso secuestrarme —me
contesta acercándose a mí.
—No, yo voté por taparte los ojos —me defiendo levantando
el dedo índice.
—Tiene razón —dice Luke—. Nosotros somos los culpables
—señala Nick y a sí mismo.
Fue una idea genial alquilar estos inflables. Ya había olvidado
lo divertido que es saltar en ellos. Caroline y yo estamos
riéndonos como estúpidas mientras saltamos. Volvemos a
sentirnos como niñas de siete años, cuando lo primero que
hacíamos en todas las fiestas de cumpleaños era ir corriendo a
saltar a los castillos inflables. Por un momento nos olvidamos
de todo lo que está pasando y de todo lo que nos falta por
vivir.
—¡Observen al rey! —exclama Nick.
Todos lo miramos. Está en la parte más alta del inflable, a la
que hay que llegar subiendo por una pequeña escalera. Saltar
de allí arriba y caer de pie es imposible. Ya lo hemos intentado
todos y no lo hemos conseguido, no sé si porque ya somos
demasiado grandes para hacerlo o porque es imposible.
—Primero quiero decirles que soy el mejor del mundo,
porque saltaré y caeré para…
Luke aparece detrás de él y lo empuja. Nick rueda hacia
abajo como si fuera una bolsa de patatas. Me río tanto que no me doy cuenta de que está viniendo en mi dirección. El
resultado es que choca conmigo, golpeándome un poco con el
peso de su cuerpo.
—Ay, eres idiota —me quejo masajeándome la parte en la
que he recibido el golpe.
—Eso te pasa por ser malvada y reírte de las desgracias de
los demás —me dice Nick al tiempo que se pone de pie
manteniendo una sonrisa en su rostro.
—No me río de las desgracias de los demás, solo de las tuyas
—contesto con el ceño fruncido.
Tyler viene hacia mí. Me ayuda a levantarme dándome una
mano, la cual acepto al instante, y me levanto de un salto. Al
hacerlo, el inflable me impulsa hacia él y nuestros pechos
chocan haciendo que nos riamos.
—¿Sabes? Creo que si me abrazas unos segundos más
acabarás formando parte de mí y, como nadie te verá —me
susurra Tyler con tono divertido—, podrás venir a Inglaterra
conmigo.
—Te odio por haber estado evitándome toda la semana —le
digo sin soltarlo—. Si no hubieras sido tan estúpido, ahora no
te echaría tanto de menos.
Tyler no me contesta. Puedo sentir cómo su respiración
comienza a volverse más pesada. Escucho que su corazón late
con rapidez. Sus manos se posan en mis brazos, separándome
de él y lo miro confundida.
—Te quiero, Sam —me dice mirándome fijamente.
Me río levemente. Me asusté por unos segundos, creí que
tendríamos una discusión o algo así.
—Yo también te quiero, tonto —le respondo con una pequeña sonrisa—. Eres mi casi mejor amigo.
Tyler frunce el ceño y niega con la cabeza.
—No, Sam. No lo entiendes. Yo… —intenta explicarme
nervioso. Arqueo una ceja, comenzando a ponerme nerviosa
yo también—. Te quiero como algo más que una casi mejor
amiga.
Ahora mi corazón parece volverse loco. Quiero sonreír,
abrazarlo y besarlo de felicidad, pero no. Comprendo qué
quiere decirme, pero voy a jugar con él un poco para que sufra
lo que yo he sufrido las dos veces que he estado a punto de
confesarle que lo quiero.
—Sé a qué te refieres —digo esbozando una sonrisa.
—¿Ah, sí? —Parece aliviado.
Asiento con la cabeza. Tomo sus manos hasta levantarlas a la
altura de nuestros pechos.
—Me quieres como una mejor amiga —le digo contenta. Él
pasa la lengua por sus labios, nervioso.
—No, Sam. Yo…
—No te preocupes. Caroline no va a enojarse si me quieres
de esa forma —le interrumpo.
—Sam…
—Ella perdió ese derecho al estar embarazada de Nick —
vuelvo a interrumpirlo.
—Samantha…
—Tyler…
Antes de que pueda volver a interrumpirlo, deshace nuestro
agarre y coloca una mano a cada lado de mi cara para
acercarme a la suya y besarme. El roce de nuestros labios provoca cosquillas dentro de mi estómago. Cuando nuestras
bocas se unen, puedo sentir que las cosquillas se convierten en
ráfagas eléctricas que recorren todo mi cuerpo. Nos separamos
lo suficiente para mirarnos. Sus ojos marrones ahora parecen
oscuros, muy oscuros. Nuestras respiraciones están agitadas y
puedo ver de reojo que varias personas nos están mirando mal,
pero no nos importa. Acabamos de arriesgarnos y ha dado
resultado.