Mi estúpido vecino.

Prólogo.

—¡Minion! — escuché gritar a mi padre,apenas salía de mi habitación.

—¡Voy!— grite de vuelta, mientras bajaba las escaleras.

Terminé de bajar las escaleras, dirigiendome hacia la cocina rápidamente, para evitar otro grito o talvez uno que otro regaño de mi padre.

—Pense que tendría que ir a buscarte — expreso serio apenas pise el umbral de la cocina.

Le dedique mi mejor sonrisa — Buenos días papi.

Me miró unos segundos hasta que se acercó lo suficiente para encerrarme en un cariñoso abrazo — Buenos días Minion — beso mi frente— consiguiendo que le devolviera el abrazo. — ¿Que hemos hablado sobre bajar corriendo las escaleras?— deshizo el abrazo para mirarme con reproche.

—¿Que está mal?— conteste recordando las innumerables veces que Papá me había corregido lo mismo.

—¿Entonces?— me miró de soslayo, desde la estufa, mientras que yo permanecía en el umbral.

—No volverá a pasar — camine hasta estar a su lado, me alce un poco y bese su mejilla con un pequeño rastro de barba en ella.

Papá me miró unos segundos hasta que volvió a abrazarme —¿Promesa?— interrogó mientras revolvía mi aún mojado pelo — No quiero que vuelva a pasar.

—Promesa, no volverá a pasar — dije sabiendo a lo que refería. Volví a besar su mejilla. — ¿Necesitas ayuda?— pregunté apenas me soltó.

—No, ya casi están — observé los apetitosos huevos que papá preparaba, para luego tomar dos platos y dos vasos de los estantes.

Papá sirvió los huevos en los platos, junto con los panes tostados , mientras yo buscaba el jugo de naranja de la nevera.

Desayunamos con papá contándome cosas de la empresa, y yo festajando el hecho de que hace una semana habia empezado las vacaciones de verano. Nuestras carcajadas seguro se escuchaban del otro lado de la calle.

Si Mamá estuviera aquí nos aniquilaría.

Terminamos de desayunar, papá subió a darse una ducha, mientras yo lavaba los platos.

De la nada se empezó a escuchar el ruido de un camión.

Que raro.

Decidí salir a ver y justo cuando iba a abrir la puerta apareció mi padre con un pijama identico al mío puesto. —¿A dónde vas?

—Escuche el ruido de un camión. Iré a ver.

En cuanto abrí la puerta, papá hablo — Seguro son los nuevos vecinos.

¿Vecinos dijo?

—¿No te lo dije? — preguntó al notar mi expresión.

—No .

—Lo olvide — se acercó a mí y los dos salímos fuera.

Efectivamente era un enorme camión de mudanzas, situado en la casa de al lado que no había sido habitada desde hace un par de años.

Visualizamos a tres señores y una señora bajar cajas del camión.

—Tenemos que darles la bienvenida — levanté mi cara en dirección a mi padre, con una muñeca en el rostro. —No hagas eso.

—Bien.

— Les daremos la bienvenida, los invitamos a cenar y listo.

—¿Y por qué tú y Mamá no hacen eso?

—¿Acaso vez a tu madre aquí? —me miró desde su altura — Es algo fácil, rápido y hasta puedes hacer nuevos amigos.

—Tengo amigos, pero da lo mismo hagámoslo.

Iba a salir en dirección a la casa del lado pero papá me sostuvo por el cuello de mi pillama suavemente, haciéndome volver sobre mis pasos.

Papá me sonrió — ¿Ya te viste? — Extrañada me chequee de arriba hacia bajo, hasta que encontré a lo que mi padre se refería.

Estaba descalza y el también lo estaba — le sonreí inocente.

—Ven dejemos eso para más tarde, debemos dejar que se acomoden — me abrazo por los hombros, haciéndome entrar en casa.

•••

Justo ahora nos encontrabamos en su despacho, el veía unos papeles, mientras yo revisaba sus libros.

En la mañana tuvimos que regar las flores de Mamá, se suponía que debíamos hacer eso antes de que el sol saliera, pero como se nos olvidó fueron regadas como a eso de las once. Roguemos a Dios para que Mamá no se entere, y más aún que terminamos todo mojados, debido a que no solo regamos a las plantas si no a nosotros también.

 

En unos de los estantes vi un libro que no había sido leído por mi —¿Y este libro?

 

Estaba titulado "Los fragmentos de Laisha Mason De Clifford" Aunque el "De Clifford estaba pequeño pero ahí estaba.

 

— Ah, ese es un nuevo libro, apenas salio el jueves.— Volvió la vista a sus papeles.

 

—Se ve interesante, el título es tentador, y ni se diga el negro de esa portada, me interesa, cuando lo termines me lo prestas. — Papá asintió sin verme — Oh y es de tu editorial favorita.— sonreí. Creo que mi padre se ha leído todos los libros de esa editorial.

 

Me sonrió — Vamos ya es hora — se acomodo sus jeans y camino en dirección contraria. Le seguí.

 

Subí corriendo las escaleras a ponerme unos tenis.

 

Mi padre sostenía el pastel que mi madre había preparado especialmente paro los nuevos vecinos , mientras yo tocaba el timbre.

 

—Buenas

 

 

—Buenas tardes — saludo la misma señora de esta mañana con una sonrisa amable, apenas abrió la puerta.

 

—Buenas tardes, nosotros somos los Durand, vinimos a darles la bienvenida a la comunidad y a entregarles este presente— dijo mi padre mientras les entregaba el pastel.

 

El mismo señor apareció detrás de la señora.

 

—Muchas gracias por el presente, nosotros somos los Lambert, mi esposa Sarah y yo Julio, pasen por favor — pidió a lo que accedimos.

 

— ¡Niños bajen! — gritó la señora.

 

¿Niños que niños? yo no vi niños.

 

—Siéntense por favor — señalo un sofá —disculpen el desorden.

 

La señora Lambert tomó el pastel de las manos de mi padre a lo que supongo es la cocina.

 

Si observaba bien la casa, era el mismo diseño que el de mi casa, solo que los colores eran diferentes.



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En el texto hay: comedia, celos, egocentrismo

Editado: 09.12.2024

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