—Oye, tú —me dijo mientras se acomodaba su cabello— llévame a la premier de mi película.
La muy creída pensó que yo era su chofer o asistente porque cuando no le hice caso, me miró con aires de grandeza.
Pobre, lo que hace el dinero.
Quise jugar un poco con ella, ella me estaba mirando como si fuera la dueña del mundo y quiero aclarar que aunque yo la amara, ese tipo de cosas son las que más odio. Así que decidí sacar mis alas y abrirlas completamente y, como era invisible para los humanos, podía extenderlas sin topar con ningún mueble. Así que lo hice y me paré luciendo mi mayor altura.
—¿Te llevo volando? —le pregunté e intenté no reírme.
Ella dio un paso atrás y se llevó una mano a la boca, la había asombrado y yo estaba que me quería morir de la risa.
Después de eso, le expliqué todo pero en pocas palabras para no aturdirla. Miramos juntos como llegaban sus amigos más cercanos y sólo le dedicaban unas cuantas lágrimas. Un reportero entró sin permiso y tomó decenas de fotografías del cuerpo sin vida de la actriz. En vez de estar triste, al hombre se le veía algo feliz y eso debía ser porque él era el primer reportero que obtenía fotos de la famosa muerta. En eso alguien más entró y lo sacó a la fuerza, él se fue gustoso.
Vimos eso sin decir alguna palabra, ella aún sostenía mi mano y yo comencé a llorar. Me miró y comenzó a caminar lejos del que había sido su cuerpo.
—¿Eres un ángel? —preguntó con un tono de voz que yo no le había conocido siendo ella una actriz.
—Sí, soy tu ángel guardián —contesté.
—¿Estuviste siempre conmigo? —me preguntó y en ese momento pensé en ella como si fuera una niña que quisiera saber todo.
—¡Siempre!
—Gracias… por no dejarme sola. Creo que fuiste el único que estuvo conmigo.
—Yo… —en ese momento pensé que quizá debiera intentar algo— he sido tu ángel desde el principio de los tiempos.
—¿Cómo? —preguntó asombrada.
Le expliqué mi historia junto a ella sin darle muchos detalles, se estaba haciendo tarde y debíamos irnos. Entonces pensé que quizá sí podría hacer ese experimento que tenía en mente.
—Siempre te he amado, siempre he estado junto a ti y te beso y te acaricio en las noches mientras duermes y me muero porque seas mía pero no puedo porque soy tu ángel y tú eres mi asignada —¡patético! Lo dije todo seguido sin respirar.
Me daba mucho miedo que en eso llegara Dios y me castigara, pero como vi que no pasaba nada, me tranquilicé un poco y seguí con mi experimento. Le conté cómo fue que me enamoré de ella y ella se sorprendió un poco pero lo comprendió todo.
Juntos avanzamos hacia la luz, tomados de la mano. Era la primera vez que ella sabía de mi existencia, o más bien, que sabía quién era y qué era lo que sentía por ella. Yo era feliz tomando su mano, sabiendo que ahí estaba ella a un lado mío, aunque sólo fuera a durar unos minutos.
Al llegar al cielo, de inmediato ella se fue de mi lado pero me quedé con una buena sensación, ¡ella no me había rechazado! Eso era algo muy bueno.
En las siguientes vidas que al alma de mi amada le tocaron vivir, hice lo mismo y en cada una de ellas, ella me decía que ya lo sabía, que sabía de alguna manera que su ángel guardián estaba enamorado de ella, pero que nunca lo recordó cuando estaba dentro de su cuerpo. Supongo que es lo que siempre ha dicho Dios, que las almas por más que sepan acerca de temas divinos, al momento de entrar en un cuerpo se olvidan de todo, creo que Él ha estado tratando de investigar eso pero no sé si ya tenga algún conocimiento.
Ahora mismo estoy recordando a Caleb y pido una disculpa por meter en mi historia mis reflexiones mientras escribo. Lo vi hace poco pero no hablamos, eso no me impidió recordar lo que él me dijo hace miles de años, que él y yo éramos parte de un plan, ¿de un plan? ¿De qué plan? ¿Acaso Dios tenía planes a futuro, digamos a un futuro muy, muy lejano? Lo miré y recordé a su primer asignado, Adán. ¿Sería todavía esa alma que cuidaba? ¿O lo había perdido desde su primera muerte? Tenía muchas dudas pero no podía permitirme ir a preguntárselas pues no podía descuidar a mi asignada ni un momento. Esa vez nos alejamos y cada quién siguió su camino.
Editado: 15.03.2024