Pero de todo esto no nos interesa nada más, si no que es solo para hacer algo de palabrería antes de iniciar con lo que si nos importa…
Bien a los 9 años fue la primera vez que me enamoré… de una bicha tan mierda ¡Ja! Que si la viera ahora de seguro le grito ¡Bicha mierda!...
Esta fulana se llamaba Silvia era de estatura pequeña, delgada, morena, pelo liso y fino, con un lunar pequeño en la nariz, y su forma de ser, incluso a esa edad de 9 años, más bien yo creo que no se consideraría un acto de enamorados, si no solo dos monos cagados que pretendían hacer algo que ni siquiera entendían. En fin, siempre cuando volvíamos de la escuela, nos veníamos juntos, mi amigo, el hermano de él, Silvia, la hermana de ella, y todos veníamos juntos, platicando, gritando, corriendo, pasábamos a los estanques o a la laguna a tirar piedras, para ver quién la hacia rebotar más veces… Eran momentos de niños, muy divertidos.
Una vez, cuando veníamos a nuestras casas, recuerdo que la hermana de Silvia dijo, a Antony le gusta la Silvia, solo sé que sentí tan caliente el rostro y las orejas, y luego un silencio absoluto, y sopló la brisa muy fuerte en ese instante, y volví a ver a Silvia y ella estaba mirándome y solo dijo: Pobre, pero a mí no me gusta y además es llorón… Yo solo recuerdo que no dije nada, solo me di la vuelta y caminé solo para mi casa… Solo escuché: ¡ya va a llorar ya van a ver! Y se puso delante de mí e intentó besarme, pero me hice el fuerte y no la dejé…
Y solo sentí en ese instante que se rompió mi corazón, y empecé a recordar aquel momento en ue intenté defenderla de un compañero que tenía como 3 años más que yo, solo sé que termine en el piso tirado con un moretón en la mejía derecha, con un acta de disciplina, y con un horario de limpieza que tenía que cumplir obligado por 4 semanas, dónde tenía que barrer toda la escuela y eso que era del tamaño de 2 cuadras, y me pregunté, por qué lo hice si ella de todas formas no me dio las gracias y ni siquiera se quedó a verme tirado en el piso tan siquiera, todo hubiera sido distinto, creo que desde ahí empezó a cambiar mi corazón y a perderse en lo profundo de la miseria y a congelarse a hacerse duro como una roca… Desde ese instante comencé a alejarme de las personas y a ser menos sociable, solo hablaba si me hablaban, no decía nada más de lo que me preguntaban…
Ese mismo año en navidad, nos mudamos para la capital del país, quedé asombrado al ver tanta belleza en decoración de todas las principales calles, habían cosa que nunca había visto en mi vida, como taxis, centros comerciales, cable, internet, celulares, redes sociales, y tantas cosas que eran nuevas para mí, en ese entonces era normal ver a una persona sin celular, no como en estas fechas en las que vivo, cuando naces ya tienes un celular incorporado… literalmente.
El primer día de clases, fue completamente diferente a lo que estaba acostumbrado, todos los del aula me dieron la bienvenida por ser nuevo en la escuela, fue maravilloso hice amigos en un instante, tuve amor a primera vista, cuando pensé que no pasaría, lo tuve, todos me hablaban muy contentos, y eran muy amigables, mantenían siempre una buena relación entre todos, incluyendo el maestro, luego entendí que todo era así porque la maestra era la excelente y gracias a ella todo era tranquilo…
Ni siquiera había entendido del porque de que todas mis compañeras me trataban con respeto y me ponían atención en todo lo que yo hacía, poco a poco fueron cambiando las cosas, y como en las historias de anime de género harem, Yury y de estudiantes, mis compañeros empezaron a tratarme diferente y a ignorare cada vez más… No lo entendía...
Estuve con ellos dos años seguidos, mi madre me regalo una pulsera de oro, recuerdo que me dijo que la cuidara mucho. Me gustaba una compañera llamada Karla... Tenía 11 años en ese instante, ella tenía 13. Se han de imaginar la persona que era ella, amable, tierna, sincera, cariñosa, divertida, una persona de la que nunca quisieras alejarte, tenía una sonrisa tan maravillosa, que al verla sonreías tú también y te daban un deseo inmenso de darle un abrazo y si se lo ofrecieras ella no te lo rechazaría, ahí fue en dónde inicie a amar los abrazos, ella me daba uno cuando llegaba y otro cuando se iba de la escuela. Eran unos abrazos tan cálidos, de esos que dan gusto y que deseas que nunca terminen, de esos cuando los sientes tienes un escalofrío agradable en tu cuerpo, que te sientes protegido y que nada importa en el mundo ni lo que pueda sucederte en ese instante porque solo tienes el deseo de no dejar que termine... Yo estaba encantado con ella y nos llevabamos super bien como amigos, o no lo sé, ustedes juzgarán.
Un día Karla me dijo que yo le gustaba... y quería que yo fuese su novio... ¡No supe que decir! Mantuve un silencio absoluto, recuerdo que estabamos nosotros dos solos en una banca bajo un árbol gigantesco que había en la escuela... Y ahí estabamos los dos, yo en silecncio y ella esperando que dijera algo sobre lo que me había dicho, jamás había tenido novia, no sabía que tenía que decir ni mucho menos lo que tenía que hacer...